“Dance Of Death” comparte el
mismo problema que la gran mayoría de las obras de Iron Maiden de los últimos
quince años: es demasiado largo. En este caso, “Wildest Dreams” (un rejunte de
estereotipos incluso más mediocre que “The Wicker Man”), “Gates Of Tomorrow”,
“New Frontier” y “Age Of Innocence” (que no hubiese desentonado en “Tattooed
Millonaire”) están absolutamente de más. Así de fácil. Pero claro, las
estaciones radiales y televisivas necesitan un “Wildest Dreams” (¿tanto cuesta
componer algo en el estilo de “Be Quick Or Be Dead” si la idea es abrir -y
promocionar- un disco con un tema de 3 minutos?), las regalías y sueldos ahora
se reparten en seis en lugar de cinco, a Nicko McBrain hubo que decirle “ok,
esta vez te dejamos componer algo” (ver “Gates Of Tomorrow”... ¡¡¿20 años
para esto, Nicko?!!), y ya se sabe que un sticker de tapa que reza “¡68
minutos de puro Maiden!” siempre va a llamar más la atención que uno que
diga “¡45 minutos de nuevas canciones!”. La diferencia es que el segundo
caso no tendría ni un mísero instante de relleno. “Dance Of Death” pudo
haber sido un gran álbum, pero los excesos y la obstinada idea de que el
público norteamericano puede llegar a volver a interesarse de forma masiva por
una agrupación de heavy metal (Steve, no va a pasar nunca más, sacátelo de la
cabeza) lo convierten en otro muy buen trabajo. Tan sólo otro más.
Mi consejo: grabarse un CD-R eliminando las canciones antes mencionadas. Así nos quedamos con la dinámica “Rainmaker” (que abriría entonces el álbum), la dramática “No More Lies” (el “Afraid To Shoot Strangers” o “Blood Brothers” de turno), “Montségur” (que cabalga al lomo de un estribillo glorioso), “Dance Of Death” (100% Steve Harris, a pesar de haber sido co-compuesta por Janick Gers), “Paschendale” (épica en el sentido real del término), la descomunal “Face In The Sand” (TEMAZO de pe a pa, Dickinson te pone la piel de gallina y Nicko le da sin piedad al doble pedal; lo que “Childhood´s Dream” era para “Fear Of The Dark”... lo estoy escuchando ahora mismo y no puedo controlar mis dedos), y finalmente “Journeyman” (con sus sentidos arreglos orquestales). De esta forma, los que se quejan de que Maiden siempre edita el mismo disco caerían boquiabiertos ante la irresistible perfección metalera de semejante playlist. Y el resultado sería el álbum más sólido, fluido, demoledor y memorable de Iron Maiden desde “Powerslave”.
Mi consejo: grabarse un CD-R eliminando las canciones antes mencionadas. Así nos quedamos con la dinámica “Rainmaker” (que abriría entonces el álbum), la dramática “No More Lies” (el “Afraid To Shoot Strangers” o “Blood Brothers” de turno), “Montségur” (que cabalga al lomo de un estribillo glorioso), “Dance Of Death” (100% Steve Harris, a pesar de haber sido co-compuesta por Janick Gers), “Paschendale” (épica en el sentido real del término), la descomunal “Face In The Sand” (TEMAZO de pe a pa, Dickinson te pone la piel de gallina y Nicko le da sin piedad al doble pedal; lo que “Childhood´s Dream” era para “Fear Of The Dark”... lo estoy escuchando ahora mismo y no puedo controlar mis dedos), y finalmente “Journeyman” (con sus sentidos arreglos orquestales). De esta forma, los que se quejan de que Maiden siempre edita el mismo disco caerían boquiabiertos ante la irresistible perfección metalera de semejante playlist. Y el resultado sería el álbum más sólido, fluido, demoledor y memorable de Iron Maiden desde “Powerslave”.
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