Nattefrost: ¿misionero del “verdadero” black metal, o
ridícula parodia de un género lamentablemente venido a menos? En la tapa de la
versión censurada de “Terrorist (Nekronaut, Part 1)”, podemos ver a
Nattefrost (antes conocido como “Lord Nosferatu”) refregándose el cuerpo con
sus propios excrementos. O al menos eso es lo que se dice que está
haciendo. Y eso es lo que vende. Pan,
circo, corpse-paint, un poco de ruido variando siempre el mismo riff,
una actitud kult, un buen agente de prensa capaz de idear semejante
barbaridad, y voila... un nuevo clásico del true black metal.
Como si acaso existiera tal cosa. El black metal en su versión siglo XXI perdió
por desgracia gran parte de su “misticismo”, principal propulsor de su
popularidad unos quince años atrás, y la culpa puede atribuírsele justamente a
obras como “Terrorist (Nekronaut, Part 1)” y “artistas” como Nattefrost.
El líder de Carpathian Forest (que además cuenta con numerosas otras bandas
paralelas, como World Destroyer, Hatepulse, Bloodline y Grima) redefine en el
segundo trabajo de su proyecto personal homónimo el significado de lo
primitivo, lo barbárico, lo pútrido, lo salvaje... y lo estúpido. Todas las
canciones del álbum ofrecen una sencillez estructural irrisoria que roza los
límites del punk, y la mayoría difícilmente haya sido compuesta en más de tres
minutos, incluyendo una suerte de bizarro interludio en el que podemos escuchar
a Nattefrost, en todo su maligno esplendor, “vaciando su vejiga”. Y títulos
como “Pre-Teen Deathfuck”, “Eine Kleine Arschmuzick” (“Una Pequeña Música Del
Culo” en alemán, jugando con el nombre de “Eine Kleine Nachtmusik” de Mozart),
“Catapultam Urinam Philosophiam” o “Black Metal Suicide” echan más leña a la
injuria. “Terrorist (Nekronaut, Part 1)”: ¿el capricho pueril de un
delirante haciéndonos perder el tiempo, o black metal con todas las letras como
no se escuchaba desde la época en la que Euronymus estaba vivo? Instancias como
“Goat Worship” nos llevan fugazmente a inclinarnos por lo segundo, pero el
mismísimo título de la obra nos devuelve a la realidad.
Si el debut “Blood
And Vomit” (2003) mantenía viva la llama del más extremo y old-school metal
negro, porque al menos parecía tomarse en serio a sí mismo, “Terrorist
(Nekronaut, Part 1)” (que incluye la participación de miembros de Aura
Noir, Taake y Enslaved, todos proyectos de un nivel inmensamente superior)
termina invariablemente por denigrar el honor. El black metal está para mucho
más que esto, y lo irónico es que Nattefrost lo sabe muy bien. Y sino, escuchen
Carpathian Forest. Nattefrost, en cambio, pareciera regocijarse
(escatológicamente, por momentos) en este caricaturesco gaudeamus sólo apto
para necronautas. Y nadie en su sano juicio debería seguirle el
jueguito. O acaso el único propósito del disco (y del proyecto) sea el desafiar
a la anatema mayor del black metal, aquella que cualquier oyente acérrimo del
género repele instintivamente: la diversión.
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