Así como en
Europa el black metal goza de una envidiable salud, los norteamericanos aún
prefieren al viejo y querido death metal a la hora de revolear sus melenas. Sin
embargo, pocos fueron los intentos por continuar desarrollando aquello que
pilares como Deicide, Cannibal Corpse o Napalm Death cimentaron a comienzos de
los ´90. Entre las sutilezas y complejidades aristocráticas del antiguo
continente y la bestialidad casi gratuita del gran país del norte existe -y
nunca mejor dicho- todo un océano por cruzar... Aunque no es el caso de Nile.
Oriundos de Greenville, este cuarteto se las ingenió para infligirle nueva vida
al “metal muerto” incorporando a sus descargas una peculiar dosis de melodías étnicas
egipcias (interpretadas con instrumentos reales autóctonos), combinadas con una
sorprendente y densa atmósfera que por momentos alcanza un misticismo que roza
lo cinematográfico. Incluso las letras incorporan plenamente el concepto, por
lo que no es extraño toparse con títulos como “Invocation Of The Gate Of
Aat-Ankh-es-en-Amenti” o “Libations Unto The Shades Who Lurk In The Shadows Of
The Temple Of Anhur”. El resultado es una propuesta que, si bien subordinada a
los parámetros convencionales del death metal, cobra vuelo propio en las
instancias en las que el grupo apela a su poco convencional arsenal de
influencias orientales. Acaso el factor sorpresa que tan efectivamente
funcionaba en el debut “Amongst The Catacombs Of Nephren-Ka” ya no lo
haga demasiado en “Black
Seeds Of Vengeance”, en el que la balanza pareciera preferir inclinarse más
hacia las raíces del género en vez de explotar en mayor profundidad la
singularidad que la banda posee. No obstante, a la hora de nuevas ideas dentro del
death metal contemporáneo, no existe mejor opción.
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