...lo que siguió a esta visión casi de ensueño fue lo
más increíble de todo. ¿Cómo describir lo que escuché y pedir luego que se me
crea? Contenidos en este disco brillante y de compactas dimensiones se
encuentran los sonidos de los mismísimos Profundos. Naturalmente, ninguno de
los registros en su interior narra más que una fracción de un relato tan
colosal como arcano, e indudablemente no-euclidiano. Las reglas básicas de la
geometría sonora parecieran no poder aplicarse a este críptico espécimen.
Muchos serán probablemente los que lo tilden de inhumano. En él, el tiempo
transcurre monótono, al igual que los ritmos y las melodías. Nunca jamás
cambian. Nunca. Pero crecen, reptan, se expanden, generan colores
innombrables, susurran en la oscuridad y te acechan desde las sombras. Siempre.
Eones atrás, dichas manifestaciones ciclópeas y repugnantes eran conocidas como
“funeral doom”. O al menos eso dicen. “Ia, Ia, Ia Cthulhu F'tagn!”, reza
inexplicablemente una de ellas. No me pareció
extraño, en lo absoluto, que esta curiosa y espesa disonancia ejerciera sobre
mí la más grande de las atracciones, desde el primer momento y hasta el último
segundo, aunque no entendiese su significado real y cósmico sino hasta mucho
más tarde. Igualmente inexplicable era el imperioso hechizo de las cavernosos
exclamaciones de un tal Xathagorra Mlandroth, supuesto responsable del conjuro.
Me veo obligado a reconocerlo porque los hombres de ciencia se han negado a
seguir mi consejo cuando exclamé que, de ser testigo de dichas secreciones
audiovisuales, incluso la muerte puede morir. Mi horror y mi ansiedad se han
ido relajando, no obstante. Las profundidades claman mi nombre. El horror me
resulta excepcionalmente familiar. Ya no temo a las regiones submarinas. Un
futuro prodigioso me aguarda en los abismos, aquellos que nunca cambian. Nunca.
Y allí, en compañía de los Profundos, viviré eternamente en un mundo de oscura
maravilla. En las profundidades de la mágica y gloriosa R´Lyeh, donde Cthulhu
yace muerto. Pero soñando. Por siempre. Ph’glui mglw’nafh Cthulhu
R’lyeh wgh’nagl fhtagn!
Esteban
Medaglia (con una pequeña ayuda de mis amigos H.P.L. y A.D.)
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