“Catch 22” está destinado a causar controversia. “Me rehúso a
ser destruido”, afirma a gritos Peter Tägtgren (cantante, guitarrista y
líder) en “Destroyed”, y uno podría interpretar su desahogo de bronca como una
determinación a impedir el estancamiento creativo, el auto plagio y la
repetición de fórmulas anteriormente exitosas. Pero si abrir los horizontes
implica componer canciones intencionalmente accesibles, pegadizas, y de consumo
rápido, entonces no cuenten con mi voto. Hypocrisy pareciera ser una banda
completamente distinta en canciones como “Turn The Page”, “Edge Of Madness” o
“Hatred”, todas ellas construidas en base a ritmos y riffs entrecortados, sucios y de neto corte “moderno”. La garganta
de Tägtgren atraviesa una considerable cantidad de filtros, distorsiones,
cámaras y efectos similares antes de llegar a destino, y una vez allí todo aquello que lo caracterizaba
anteriormente es dejado de lado en favor de un mayor impacto sonoro, tan despersonalizado
como inocuo en estos tiempos de extremidad apta para todo público.
Irónicamente, las letras resultan por completo inteligibles como consecuencia,
produciendo de esta forma una conexión emotiva más inmediata; pero el precio
pagado es demasiado alto. Prefiero escuchar al Hypocrisy oscuramente
atmosférico de “The Fourth Dimension” o “Abducted” y no entender
una mísera consonante en lugar de descubrir que Tägtgren está enojado con medio
mundo, cuando en realidad debería sentirse agradecido por haber generado una
fortuna en torno a su grupo y el estudio de grabación que éste le permitió
construir y más tarde popularizar. El estallido inicial de “Another Dead End
(For Another Dead Man)”, la rabiosa “Don´t Judge Me” y “A Public Puppet”
retienen, de alguna forma, aquel violento y rústico encanto de antaño, si bien
el virus de la accesibilidad consigue también propagarse entre las texturas de
sus descargas. El filo de las guitarras seduce, los teclados adquieren un rol
fundamental en varias instancias, y se torna arduo -más de lo que debiera-
resistirse al groove que la obra destila. Pero bastan unos escasos
segundos luego de finalizado el álbum para concluir que su única virtud reside
en la variedad -no calidad- del material. Contrariamente a las conclusiones de
muchos, no obstante, “Catch 22” está a varios pasos de distancia del tan
debatido “nü metal”, aunque el tramo podría acortarse considerablemente en
futuras entregas. Sea como sea, el daño está hecho.
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