Christopher
Lee siempre fue uno de mis actores favoritos de todos los tiempos, una
verdadera leyenda viva del cine mundial con más de 200 filmes (de todos los
presupuestos y colores) sobre sus hombros y que hoy, con ya casi 90 años, atraviesa acaso una de sus etapas profesionales más fructíferas, como lo
demuestran sus recientes participaciones en “Sleepy Hollow” y las sagas de
“The Lord Of The Rings” y “Star Wars”. Que no les quepa ninguna duda, entonces, que
cuando escuché a “The Dark Secret (Ira Divina)” y “Unholy Warcry” (la
obligatoria intro y el subsiguiente hit de este quinto larga
duración de Rhapsody) por primera vez, quedé extasiado. Atónito. Más encantado
que las Tierras Encantadas. Y listo para calificar a “Symphony Of Enchanted
Lands, part II – The Dark Secret” como la obra más sólida de los italianos.
Rhapsody sencillamente nació para interpretar este tipo de cosas, y si
bien Turilli y Staropolli parecieran haberse encerrado voluntariamente en una
fórmula (propia, eso sí) de límites bien demarcados, aquí al menos nos
demostraban que la magia todavía era posible si se movían unos pocos
ingredientes de lugar. Y ese barítono maravilloso, hipnotizante e hidalgo
entonado por Lee les cae como anillo élfico en dedo de Hobbit. Pero después
vendrían el resto de las canciones, y la realidad dejaría bajar el telón sobre
esta panorámica sinfonía ambientada en la misma geografía de siempre. Rhapsody
no puede evitar ser Rhapsody, y hacia el quinto o sexto track
(interludio folk, balada sentimentaloide, y la estereotipada voz “endemoniada”
-¿cuándo van a cambiar el efecto?- mediantes), “Symphony Of Enchanted Lands,
part II – The Dark Secret” no deja lugar para las dudas: las únicas
novedades reales son aquí la expansión y calidad de grabación de la orquesta
(que, no obstante, y como suele ocurrir en estos casos, no es aprovechada al
máximo) y la presencia de Lee [que, lamentablemente, sólo se reduce a unos
pocos minutos (para aquellos interesados, les recomiendo escuchar al bellísimo “At
Dawn In Rivendell” de The Tolkien Ensemble, en el que Lee desempeña un rol
mucho más amplio e incluso canta realmente)].
El que crea que este álbum
suena como un verdadero soundtrack debería escuchar más soundtracks.
Se destacan, de todas formas, piezas como las extensas “Sacred Power Of Raging
Winds” (cuyo interludio goblinesco es un calco del tema principal del
film “Profondo Rosso” de Dario Argento) y “Shadows Of Death”, con sus
enardecidas fanfarrias; y en líneas generales la obra consigue delinearse como
la más lograda del grupo desde la primera parte de esta saga interminable pero
con un final que ya todos podemos adivinar. Porque, y allí radica el principal
problema, entre el “Hollywood metal” y el “film-score metal”, al fin de
cuentas, no existe gran diferencia.
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