Si Dimmu Borgir hubiese editado un álbum entre “Enthrone
Darkness Triumphant” (1997) y “Spiritual Black Dimensions”
(1999), probablemente hubiera sonado como “Cell 666”. Este
harto-estereotipado aunque escuchable debut de los suecos Apostasy (no
confundir con la agrupación canadiense de death metal) se une a las ligas de
exponentes del nivel de Old Man’s Child y su interminable cruzada por plagiar
“The Mourning Palace” y “The Insight And The Catarsis” de
todas-y-cada-una-de-las-maneras-humanamente-posibles. Originalidad, por
supuesto, no es algo que podría esperarse de alguien que utiliza el “666” para
bautizar su obra. “Crowned In Terror” abre el disco y deja las cosas en claro
al primer minuto: Apostasy sólo tiene para ofrecer un cantante padeciendo un
inocultable caso de Shagrathitis aguda, blast beats que Nick
Barker podría ejecutar en sus sueños, pura majestuosidad majestuosamente
majestuosa, y colchones de teclados que no paran de inflarse con aire prestado.
La longitud de la placa (poco más de 41 minutos) resulta moderada aunque, bajo
las circunstancias, el omnipresente sabor a deja-vú pareciera
triplicarse segundo tras segundo. Por momentos, de hecho, el plagio de ideas
alcanza proporciones dignas de una demanda judicial. Y los ejecutivos de
Nuclear Blast quizá ya lo estén considerando.
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