Dark Throne
es Dark Throne, y punto. Amálo u odiálo; no hay términos medios. Sin embargo,
nunca terminé de comprender el porqué de tanta fascinación y culto
incondicional a una de las bandas que, si bien fue pionera en materia de black
metal, en mi opinión nunca pudo hacerle frente a su propio status de leyenda.
Reconozco que clásicos como "Under
A Funeral Moon" de 1993 (el único álbum de Fenriz y cía. que surte efecto en
mi persona) y "Transilvanian Hunger" (1994) poseen su particular y rústico encanto, pero
sinceramente me resulta imposible disfrutar a pleno de monotemáticos y
repetitivos riffs tales como los que encierra éste "Ravishing Grimness".
El octavo trabajo de los noruegos abusa de las melodías minimalistas y
los sonidos sucios que ya prácticamente se convirtieron en su marca registrada,
y sólo en algunos pasajes logra hacerte levantar la cabeza (la base rockanrolera de "The
Beast", y por sobre todo el tema que da nombre a la placa, son los
ejemplos más logrados). El resto es lo mismo de siempre. Y si bien estoy
convencido de que justamente ésa fue la intención de Nocturno Culto y Fenriz,
vuelvo a repetir que el efecto ya no es el mismo. Soy de los que piensan que en
el black metal todavía hay mucho por decir ("Rebel Extravaganza", de los geniales Satyricon, es la prueba
viva de ello), y eso de "sonar lo
más salvaje y desprolijo posible" se convirtió más en un estereotipo
que en una demostración de "honestidad" y "elitismo" para
con el género. De todas formas, es necesario aclarar una vez más que "Dark
Throne es Dark Throne", y muy probablemente la sola mención de ésas
palabras alcanzarán para que los fans se deleiten sin reparar en mayores
"sutilezas".
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