Pocas veces escuché imágenes tan hermosas. Porque “Light
Of Day, Day Of Darkness” no es un álbum ordinario, sino una suerte de filme
sonoro que despliega sucesiones de paisajes y sentimientos más vinculados a lo
cinemático que a lo netamente auditivo. Y la intención es clara incluso en el
formato elegido para presentar la obra: un único track de sesenta
minutos, sin sub-divisiones ni atajos para acceder con mayor facilidad a algún
momento determinado de la placa. Se trata de un todo indisoluble con sus
correspondientes “principio, nudo y desenlace”, un fluir progresivo y sumamente
natural de melodías que poco a poco adquieren peso y significado dentro de la
historia, como personajes cuya importancia en el argumento nos es revelada a
medida que la trama avanza y los hilos van siendo atados. Y sólo al final, una
hora más tarde, somos testigos atónitos de la memorable criatura que acaba de
cobrar forma ante nuestras narices sin que siquiera nos hayamos percatado de su
gestación. Imposible utilizar el botón de fast forward, a no ser que la
idea sea no tener idea.
“Light Of Day, Day Of Darkness” (“Luz Del
Día, Día De La Oscuridad”) requiere de todo un ritual previo para ser
disfrutado correctamente: luces apagadas, sillón cómodo, control remoto fuera
de alcance, corazón abierto... y el coraje para ingresar a un territorio
inhóspito: aquel ubicado dentro del alma; tan cerca que raramente lo
visitamos...
El grupo es responsabilidad del noruego Tchort,
ex-bajista de Emperor (luego de la partida de Mortiis) que aquí se desempeña
como guitarrista y actualmente también divide su agenda entre Blood Red Throne
y Carpathian Forest. Lo acompañan numerosos músicos invitados e integrantes que
podríamos considerar como fijos, si bien la formación actual difiere de aquella
que grabara el magnífico debut, “Journey Through The End Of The Night”.
Los hermanos Christian y Christopher Botteri (de los tristemente disueltos In
The Woods...) ya no son de la partida, y justamente allí reside la mayor
diferencia entre este trabajo y su predecesor. “Light Of Day, Day Of
Darkness” fue compuesto e ideado pura y exclusivamente por Tchort, y las
reminiscencias a In The Woods..., tan protagónicas en el álbum debut, hoy le
ceden el paso a un sonido más ambiental y etéreo, casi-psicodélico por
momentos. La cornucopia resultante posee tanto de Pink Floyd y Candlemass como
de insólita originalidad, una conjugación única que suena fresca y gratificante
en todo momento. Los también ex-In The Woods... Jan Transit (aquí “Jan Kenneth
T.”) y Synne Soprana vuelven a participar como invitados, el primero cantando
las estrofas iniciales -más un breve pasaje hacia el nudo de la obra- y la
segunda el interludio. La tan publicitada (y explotada) participación previa de
Vibeke Stene (de Tristania), en cambio, no se repite, aparentemente por
problemas contractuales. Y a diferencia de “Journey Through The End
Of The Night”, en donde Transit alternaba voces con Geir Sollied, este
segundo ofrecimiento cuenta con un cantante llamado Kjetil Nordhus como
principal vocalista. Su registro, en ocasiones intencionalmente “sintetizado”,
sorprende de forma negativa durante las primeras escuchas, pero poco a poco
descubre su particular encanto hasta convencernos por completo de su aptitud
para el puesto. Un coro de niños, un coro estándar, sitar, Hammond B3,
esporádicas voces gritadas a cargo de Roger Rasmussen, cuerdas, y otros
instrumentos clásicos completan la diversa y exquisita gama sonora de la obra.
Panorámica en su abanico de colores y épica en su
excelsitud, la cohesión que “Light Of Day, Day Of Darkness”
produce entre sí y el oyente es admirable. Pink Floyd viene a la mente de
inmediato, pero el esplendor comienza a ramificarse por recovecos inenarrables
mientras los balbuceos alegres de un niño (¿el hijo de Tchort?) y la
inconfundible pasión de la garganta de Transit se conjugan hasta que la obra propiamente dicha da
comienzo (00:00 a 03:40). Las guitarras de Tchorth y Bjorn H. irrumpen en un
estallido de gloria hasta alcanzar el climax (el primero de los
numerosos a lo largo del transcurso de la historia) en un apoteótico frenesí
(5:22 a 5:48), acaso el único resabio del black metal como género y de In The
Woods... como banda presente en la placa. La excelente calidad de la producción
permite diferenciar cada instrumento con suma nitidez a medida que las texturas
se entrelazan y la complejidad hace su aparición. Green Carnation excita los
sentidos como pocas bandas en la actualidad, los acaricia y rasguña al unísono,
desafiándolos y reconfortándolos, como el bellísimo cambio de ritmo y corte de
teclados tras la segunda pronunciación del título del álbum (15:25 a 16:20),
uno de mis momentos favoritos dentro de sesenta minutos de momentos favoritos.
La ambición es un arma de doble filo, y “Light Of
Day, Day Of Darkness” ciertamente es una obra ambiciosa. Pero todo en ella
resulta un éxito. Desde el primer albor del día hasta la caída de las sombras.
Aunque aquí tales diferencias no se aplican. Porque, en ambos casos, el fulgor
es infinito.
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