“Department Of
Apocalyptic Affairs” desafía calificaciones. Resulta increíble que la movida "blackmetalera" nórdica
de unos pocos años atrás se haya deformado en esta bizarra yuxtaposición de
estructuras y estilos, tan fascinante en sus posibilidades como desconcertante
para los oídos no pervertidos. Y la sorpresa se acentúa considerablemente si
recordamos que “Min Tid Skal Komme”, el anterior álbum de estos
noruegos, se adentraba musical y literariamente en territorios por completo
diferentes. Ni lo más reciente de Ulver consigue, por momentos, equiparar el
grado de lunatismo compositivo que Alexander Nordgaren (guitarras) y Svein Egil
Hatlevik (sintetizadores, batería y voces), únicos miembros originales y
estables, implementan sin resquemores. Fragancias electrónicas se aparean con
riffs de black metal excitados por coloridas contorsiones industriales,
mientras una base de acid-jazz sostiene inusuales melodías de saxofón y
atmósferas que se pasean por los dominios del doom, el tecno (y, en el caso de
“Exterminators”, ¡las bandas de sonido de los video juegos!), y vaya uno a
saber qué otros géneros. Para colmo, siguiendo la sana costumbre noruega,
estamos ante una obra en la que participaron, a modo de invitados especiales,
prácticamente todas las luminarias de la movida. Tal es así que a lo largo de
las canciones nos vamos topando con gente como Hellhammer (Arcturus, Mayhem,
The Kovenant), Carl Michael (Ved Buens Ende, Dodheimsgard), Einar Sjurso
(Beyond Dawn), Garm (Arcturus, Ulver), Knut M. Valle (Ulver), Maniac
(Mayhem), Carl August Tideman (Arcturus,
Tritonus), y Vilde (Magenta), entre muchos otros. Incluso la presentación
gráfica del álbum pone de manifiesto el grado de originalidad del dúo, al
presentar un booklet principal cuyas 4 carillas (todas ellas con diferentes
ilustraciones) pueden oficiar de tapas. Dicho booklet encierra, al mismo
tiempo, una suerte de contenedor estilo “carpeta” (llamada
“reportes”) que a su vez contiene 8 hojas individuales (una por cada letra de
las canciones) y dos fotografías tipo “polaroid” en las que se pueden apreciar
a los miembros de la banda sentados en un inodoro mientras leen una revista
pornográfica. “Vanguardistas” o no, lo cierto es que el resultado es sumamente
interesante, si bien el evidente (y respetable) afán de “sonar distintos” en
algunas instancias lo obliga a uno a rascarse la cabeza, provocando más
confusión que satisfacciones.
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