Como había supuesto, las novedades en esta página fueron casi nulas últimamente. Entre los huracanes, la consecuente falta de luz por dos semanas, mi reciente mudanza (y la previa búsqueda del lugar), y unos problemas con el auto en el momento menos oportuno (sí, la Ley De Murphy existe y nunca falla), los últimos dos meses fueron de lo más atareados y agitados. Todavía me estoy instalando en el nuevo departamento, e incluso tengo ropa y demás cosas en las valijas. Ni siquiera pude armar el equipo de música o desempolvar varios de los discos que tenía intenciones de escuchar antes de que el año se termine. El departamento vino abosolutamente vacío, así que este fin de semana que pasó estuve de acá para allá comprando cosas como estantes, herramientas, un horno microondas, cortinas, cosas para el baño, luces, lámparas, etc. Y tengo una lista gigante de cosas que todavía me faltan comprar. El pincipal problema es que acá en la casa del Tío Sam el deporte nacional es el consumo, y la llegada de las fiestas magnifica tal obsesión (tal alarmante vicio, podríamos tranquilamente decir) hasta la enésima potencia. Esto quiere decir que para comprar cualquier cosa hay que comerse tres horas de cola, más la búsqueda previa de estacionamiento, y el humor de las masas practicando su religión mediante su miembro de plástico (léase: la tarjeta de crédito, que pareciera ser literalmente una extensión de los cuerpos de muchos que conozco acá) no es precisamente el más amistoso...
Entre medio de todo este caos, por supuesto, está también la revista. Mi plan original era tenerla lista antes de las fiestas, principalmente para evitar los malditos tiempos muertos de la seguidilla de feriados (sí, ya sé que esta vez caen en fines de semana, aunque la pura verdad es que nadie hace nada ni antes ni después), pero la realidad va a ser otra. Las dos semanas que estuve sin electricidad y la mudanza se encargaron de forzarme a cambiar los planes. Y en el departamento todavía no tengo ni teléfono, o sea que tampoco hay Internet (esto lo escribo, para variar, desde el trabajo)...
Con suerte, de acá a Enero la cosa debería normalizarse del todo, el departamento ya debería sentirse como "casa" para aquel entonces, y una vez que el invierno llegue para quedarse los #$%&# huracanes no van a romper más la paciencia... hasta el próximo verano, claro.
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