Thursday, April 12, 2012

DANSE MACABRE “Eva” (HammerHeart Records, 2001)



La formación original de esta banda estaba constituida por los griegos Sotiris (de Septic Flesh) y George “Magus” Zaharoupolos (de Necromantia, ex-Rotting Christ), pero el verdadero cerebro y corazón fue y es Gunther Theys, una suerte de Martin Walkyier belga que imprime su garantía de calidad en  cada uno de sus múltiples proyectos (Lion´s Pride, Iron Clad, y, fundamentalmente, Ancient Rites, ), todos ellos dedicados a diferentes ramas de la música pesada que no obstante incorporan numerosos elementos clásicos, folklóricos y medievales. 

Danse Macabre practica un gothic-rock marcadamente elegante y distinguido, de sutiles aristas pop y electrónicas que, si bien por momentos rozan incluso lo bailable, nunca pierden su primoroso buen gusto. “Eva” representa su segundo larga duración tras “Totentanz”, el exitoso debut. La voz y pluma de Theys conmueven y excitan la inteligencia al unísono, la primera vistiéndose en esta oportunidad de carácter grave y melódico (aunque esporádicos momentos recuerdan a las exclamaciones rasposas de Ancient Rites), y la segunda extrayendo su agudeza y criticismo de las arcas de la literatura clásica y la frustración de un espíritu que, como reza el estribillo de “Sacred”, “nació en el siglo equivocado”. Por momentos, Theys pareciera forzar su dicción y expresividad para intentar asemejarse a la estética sonora de las agrupaciones alemanas del género (el estribillo de “Trojan Horse”, de hecho, es cantado en ese idioma), pero el resultado no produce efecto secundario alguno y, al fin y al cabo, Alemania es el paraíso contemporáneo del metal gótico. La voz invitada de Antoinette Legel puede escucharse en varias instancias, cobrando protagonismo en la romántica y vigorosa “Burning Hills”, una de las instancias más logradas de una obra sumamente diversa. Desde atmósferas azabaches delineadas por baterías programadas hasta las usuales descargas contenidas de guitarras que priorizan la gracia por sobre la agresión, “Eva” mantiene su porte constantemente en alto. Con alguien como Gunther Theys al frente, no podía ser de otro modo. 

Wednesday, April 11, 2012

HOLLENTHON "With Vilest Of Worms To Dwell" (Napalm Records, 2001)



Luz, cámara... ¡música! "With Vilest Of Worms To Dwell" posee instancias de pura altanería cinematográfica que harían palidecer al mismísimo Luca Turilli. Esto es verdadero “Hollywood metal”, lúgubre, dramático, turbador en ocasiones y sin tanto júbilo suntuoso, pero no por ello menos “épico”. Al igual que en “Domvs Mvndi”, estructuralmente  Hollenthon es sustentado por el metal extremo, desgarros guturales incluidos, y por ello mismo no sorprende que el artífice y compositor sea Martin Schirenc, líder de Pungent Stench aquí encargado de gran parte de las tareas vocales e instrumentales. Si Rhapsody representa la variante power-metal del soundtrack de “Conan El Bárbaro”, Hollenthon realiza una aproximación más en la vena de un filme de terror. Pero la totalidad de la obra desenvuelve una pluralidad estilística admirable que escapa a cualquier intento de restringir parámetros. Algunas vocalizaciones masculinas recuerdan a Solefald, riffs thrasheros coexisten junto a solos impecables, y el refinamiento clásico no se espanta ante la impudencia grandilocuente. El verdadero festín panorámico comienza a partir del tercer tema, con los violines y la sección de vientos recreando hermosamente la melodía principal del “Romeo Y Julieta” de Prokofiev, y consigue su climax en el sexto, “Fire Upon The Blade”, con su apoteótico e IM-PRE-SIO-NAN-TE coro embriagándolo todo de éxtasis. Porque Hollenthon es una de esas gemas ignotas que no obstante podría dar batalla a más de un gigante consagrado... Y, probablemente, saldría victoriosa en todos los casos.  

Wednesday, April 04, 2012

LEVIATHAN “Tentacles Of Whorror” (Moribund Records, 2004)



Mientras las corrientes extremas escandinavas perpetúan sus siempre fascinantes metamorfosis estilísticas, la escena norteamericana de black metal prosigue su desarrollo y expansión dentro de territorios notablemente más tradicionalistas y dogmáticos, pero, a su vez, vislumbrando horizontes de inaudita tenebrosidad. “En un presente musical que imita los fallos del mundo moderno que presuntamente pretende rechazar, existe Leviathan. Y Leviathan es Wrest. Y Wrest es Leviathan. Y esta banda/músico conforman una relación simbiótica que conjura profundos sentimientos de black metal nostálgico y al mismo tiempo genera visiones del futuro del género, en ocasiones tan brillantes en su luminiscencia que los meros mortales no pueden comprenderlas... Dicho de otra forma, Wrest no es ningún mortal”. Palabras de presentación incluidas en la gacetilla de prensa. Y puede que encierren algo de verdad. Porque la música de Leviathan constituye, justamente, un incomprensible suplicio sonoro, disonante, apócrifo, herrumbroso, funesto... Su hermetismo se cierne cual subrepticio baluarte y sus secretos se vaticinan como irrevelables. Se trata de metal negro surgido de los orígenes primigenios del género, aquellos días en los que todo estaba ceñido y envuelto en una suerte de aura mística y novedosa, pero codificado asimismo en lo que pareciera ser una nueva dialéctica, un nuevo manual de reglas y estructuras, las estructuras de las no-estructuras, el arte de lo cacofónico, y el ruido blanco transfigurado en sinfonía incolora...

Editado a tan sólo meses del debut de larga duración (“The Tenth Sub Level Of Suicide”), “Tentacles Of Whorror” transita similares obsesiones, pero las despliega de forma un tanto más diversa. Los tracks vuelven a ser extensos (la duración total supera los 72 minutos), inmisericordiosos en el fluir de su odio y asco (ejemplo: “Vexed And Vomit Hexed”), pero contrastados con numerosos pasajes desacelerados (la misma “Tentacles Of Whorror”) e interludios atmosféricos construidos a partir de efectos, distorsión desnuda o programaciones hipnóticas, siendo “A Necessary Mutilation” y “The History Of Rape” los más logrados. Las reminiscencias más inmediatas serían los primeros trabajos de Burzum, la monotonía fetichista de Judas Iscariot (verdaderos líderes en materia de black metal norteamericano), o las descargas pesadillescas de los ultra-cult Nargaroth. Los tentáculos que bautizan esta obra se contorsionan lascivamente, como pestilencias salidas de algún inmemorial abismo, o la inconcebible criatura que adorna el (extraordinario) arte de tapa. Y el black metal se destiñe para dotarse de toda una renovada y radiante oscuridad... imposible de descifrar. 

Tuesday, April 03, 2012

LEVIATHAN “The Tenth Sub Level Of Suicide” (Moribund Records, 2003)



“The Tenth Sub Level Of Suicide”: Nihilismo a la décima potencia. Pro-suicidio, pro-misantropía, pro-individualismo, pro-aislamiento. Las luces tienen que estar apagadas sí o sí. Los conocedores del género saben a lo que me refiero. Y para colmo dura más de 70 minutos. 70 martirizantes, perforantes y apesadumbrados minutos. Ultra-necro, ultra-grim y ultra-horrendo. El griterío abunda. Chirriante. Cacofónico. Discordante. Varg Vikernes estaría orgulloso (aunque Leviathan proviene de Estados Unidos y eso probablemente no vaya de la mano con sus “orientaciones sociopolíticas”) y Judas Iscariot posee un nuevo rival (hay canciones con títulos como “Fucking Your Ghost In Chains Of Ice”, por ejemplo). El black metal norteamericano nunca sonó tan noruego, tan minimalista, glacial y contemplativo. Una obra que oprime, lacera e invoca tinieblas mientras los riffs no dejan de concatenarse. Todo interpretado por un único músico, como corresponde (no sería muy “misantrópico” de lo contrario, ¿no?). Hay atmósfera de sobra, y de hecho aquella “mística” de antaño que hoy pareciera haberse extinguido consigue penetrar la muralla negra. Justo cuando nadie se lo esperaba. Y en el lugar menos pensado. 

Monday, April 02, 2012

KAPTAIN SUN “Rainbowride” (Rage Of Achilles Records, 2004)



Psicodelia, doom y groove. Mucho. Letras que no tienen sentido alguno. Canciones con títulos como “Cosmic Magic From The Doomed Planet´s Below”. Alucinógenos abusados. El calidoscopio gira y las tonalidades brillan. Idolatría por Cathedral, Orange Goblin y Entombed. Y Black Sabbath, faltaría más. La carrera color Arco Iris con sabor setentas y olor a verde da comienzo y el Kapitán Sol irradia su electricidad doom/stoner en “Rainbowride”. Imposible resistírsele a riffs y ritmos como los de “Lovedemon” o “Invisible Dragons” (¡esos títulos!). Las guitarras crujen, las zapadas son frecuentes, Andy Wong expresa su amor por Lee Dorrian a grito canino limpio, y la densidad del aire se espesa, sensual y voluptuosamente. Y todo suena como si hubiese sido grabado treinta años atrás. Pero se trata del álbum debut (precedido únicamente por el Ep “Trip To Vortex”) de un ignoto cuarteto sueco, retratado en el arte de tapa al lomo de un Arco Iris... como debe ser. “Rainbowride” no sólo resulta extraordinariamente entretenido, sino que obliga a apetecer una continuación de forma inmediata. Kaptain Sun ofrece cero originalidad, sin dudas, pero la cuestión es que el pie todavía se me sigue moviendo. 

BLEED THE SKY “Paradigm In Entropy” (Nuclear Blast Records, 2005)



Ya es oficial: El metalcore se convirtió en una peste. Resulta sencillamente apabullante la cantidad de bandas que, sobre todo en Norteamérica, irrumpen de la nada para embestir con la misma formulita de siempre: rebeldía adolescente, gritito trillado en las dos primeras estrofas, voz limpia y pseudo-atormentada/depresiva y/o contemplativa en el estribillo, incitaciones al mosh en los cortes y cambios de ritmo, riffs espesos que cruzan todo aquello que vino después de Pantera y Sepultura, un abuso de la palabra “motherfucker”, y cataratas de agresión sin sustento real que en lugar de desbordarse sólo consiguen distraernos con sus torpes chorrazos. Traducción: música pesada para menores de 18. Falta consistencia real. Falta bronca de la genuina. Faltan conflictos creíbles. Falta todo aquello que no nos haga sentir que lo que suena hoy ya no va a existir mañana. Lo sorprendente es que un sello como Nuclear Blast edite a una banda como Bleed The Sky, cuyo sonido está emparentado al de Mudvayne, Drowning Pool, Chimaira (el productor Ben Schigel de hecho resulta un punto en común) y toda la movida explotada actualmente por compañías como Roadrunner y derivados. Century Media tiene a Shadows Fall y Nuclear Blast pretende, evidentemente, obtener un éxito similar con “Paradigm In Entropy”, el superficial debut de estos californianos. Cosas más raras pasaron en la historia de la música, pero dudo que la suerte esté de lado del sello germano en esta oportunidad. “Paradigm In Entropy” definitivamente no plantea nuevos paradigmas. De hecho, basta con encender la radio ahora mismo para escuchar algo que probablemente suene igual a esto.