Monday, August 14, 2006

De Calores Y Cristina Scabbia

muéranse de envidia...

Ayer me pegué una vuelta por el Ozzfest. El evento se llevaba a cabo a unos 80 kilómetros de mi casa, el calor había literalmente superado los récords históricos (97 grados en la escala de fahrenheit, es decir unos 37 Celsius, y les juro que la sensación térmica andaba cerca de los 45), y la lista de bandas francamente no era de mi interés (All That Remains, Norma Jean, Atreyu, Unearth, A Life Once Lost, Hatebreed, Disturbed... no, gracias, yo paso....), pero en medio de la sobredosis metalcore con olor adolescente se colaban cosas como Strapping Young Lad (a quienes ya había tenido suerte de ver en un lugar mucho más chico), Dragonforce... y Lacuna Coil.

Una foto con Cristina bien valía un tanque de nafta.

Agarré la autopista, enfilé para el norte, y me encontré con los italianos a eso de las 2. "Hasta ahora el Ozzfest fue una experiencia fantástica, pero el calor es insoportable", me decía Andrea Ferro, mientras Cristina y los demás miembros del grupo movían sus cabezas reafirmando el sentimiento. "Menos mal que sólo tocamos por media hora... sino, no sé cómo haríamos"...




Y sí, les respondo sin vueltas la pregunta del millón: Cristina es hermosa. Incluso más de lo que parece en las fotos. Durante el reportaje (que probablemente aparezca en un futuro número de MAELSTROM) confieso que casi me puse colorado. Los ojos de esta mujer son de no creer, y para colmo ella lo sabe, porque te mira bien fijo y te mata bien muerto. Apenas pude contener mi tanada. Al final de la nota nos despedimos con un "tante grazie" y les desee suerte para el show de la noche. Pero Andrea me agarró del brazo y me dijo "no, pará... vos también sos italiano... mirá esto...". Y en mis manos puso una colección entera de púas para bajo y guitarra, pintadas con los colores de la bandera italiana y una ilustración caricaturesca de cada miembro de la banda. Forza Italia!

Un regalito para su servidor de parte del grupo:
púas personalizadas. Las de arriba pertenecen a Andrea y Cristina.



Salí del micro de gira dentro del cual estaba refugiada (una palabra más que acertada, dada las circunstancias) la banda, y la idea era esperar hasta eso de las 7:30PM para ver el show de Cristina y sus amigos. Pero faltaban unas 5 horas. Ahora el sol estaba justo arriba de nuestras cabezas. El olor a pancho berreta era profundo. De fondo sonaba una bandita metalcore. Una botellita de agua mineral costaba 6 dólares. Adolescentes haciéndose los malos y oscuros por todos lados. Calor. Ruido. Metalcore. Y ni siquiera cerraban Ozzy ni Sabbath. Faltaban 5 horas para Lacuna Coil. Calor. A Strapping Young Lad ya los había visto. Calor. Metalcore. Calor... Revisé la cámara. Las fotos salieron bien. Genial. Calor... Pero ya tengo las fotos. Listo.

Me fui a casa.

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