Thursday, July 21, 2011

DAEMONIA “Dario Argento Tribute” (Sony Music, 2000)


Claudio Simonetti.

¡¿Quién?!, se preguntarán ustedes. ¡Más respeto, che! Hoy probablemente pocos lo recuerden (fuera de los cinéfilos amantes del cine de culto), pero, durante la década del ´70, Simonetti se desempeñó como tecladista y principal compositor de la agrupación italiana Goblin, famosa por haber grabado clásicas bandas de sonido para filmes del director italiano Dario Argento. Sin embargo, antes del cambio de nombre solicitado por el mismo director, el grupo se hacía llamar Cherry Five y practicaba una interesante cruza experimental entre el rock progresivo y sinfónico. Hoy, varias separaciones, reuniones, y una fructífera carrera solista de por medio, Simonetti se da el lujo de hacer gala de sus verdaderas influencias al encarar, casi treinta años después, una nueva y flamante banda a la que bautizó Daemonia. Y la mejor forma de iniciar la etapa sería, por supuesto, editando una obra que funcione al mismo tiempo como debut y álbum tributo. El resultado es este descomunal “Dario Argento Tribute”, en el que Simonetti homenajea su colaboración con el brillante realizador cinematográfico y, al mismo tiempo, ofrece sus interpretaciones de varias otras piezas de los filmes del “maestro de lo macabro” en las que no estuvo originalmente involucrado. Ningún clásico quedó, por lo tanto, fuera de la ceremonia: los temas principales de “Suspiria”, “Profondo Rosso”, “Tenebre”, “Opera” y “Phenomena” son todos de la partida, al igual que composiciones ajenas a los Goblin como “La Síndrome Di Stendhal” y “Sospiri E Sospiri” (ambos del maestro de maestros, Ennio Morricone), o “Mater Tenebrarum” e “Inferno” (de Keith Emerson), entre otras sorpresas (igualmente, llama la atención la ausencia de “L´Uccello Dalle Piume Di Cristallo”). Las nuevas versiones transitan desde el homenaje a la reinvención total, obteniendo en ambos casos resultados formidables; superiores, en ocasiones, a los mismísimos originales. Los infinitos colores que encierra la paleta de la oscuridad quedan expuestos con sublime refinamiento en un banquete tan conmovedor como incomparable cuyo vuelo alcanza alturas inenarrables durante las instancias en las que se suma un conjunto de cuerdas y su consecuente delicadez clásica. Simonetti baña al álbum de una pasión simultáneamente reconfortante y melancólica, contrastada con inteligencia por el inocultable bagaje metalero del resto de los músicos, quiénes no se privan de solos de guitarra o el repiqueteo de doble bombo. Ideal para disfrutar hasta el hartazgo si la cinefilia -especialmente la bizarra- es uno de tus defectos incorregibles. 

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