Saturday, June 02, 2012
Tuesday, May 29, 2012
IRON MAIDEN “Rock In Rio” (Columbia / EMI, 2002)
Un nuevo álbum en vivo de Iron Maiden resulta tan poco
sorpresivo como la lista de temas que la banda viene eligiendo para sus shows
desde hace ya más de una década. Seis o siete canciones de los dos últimos
trabajos hasta la fecha y los clásicos de siempre, salpimentados con ínfimas o
nulas sorpresas. Nunca un “Alexander The Great”, un “Rime Of
The Ancient Mariner”, o un “22 Acacia Avenue”, y ni que hablar de un “The
Loneliness Of The Long Distance Runner”. En su lugar, “Sanctuary”, “The Evil
That Men Do”, “Hallowed Be Thy Name”, “The Number Of The Beast”, “2 Minutes To
Midnight”, “Fear Of The Dark”, etc., etc… y, por supuesto, “Iron Maiden”. Todas rotundas e indiscutidas piezas de antología, sin
duda alguna, pero ¿cuántas versiones en vivo de esta lista de temas fueron ya
editadas? (Nota: este comentario fue escrito, claro está, antes de la gira "Somewhere Back In Time") En lo que a mí respecta, el nivel de calidad tanto instrumental como
sonora alcanzado por “Live After Death” (1985) -acaso la obra en vivo
más lograda del género, junto con “Made In Japan” de Deep Purple-
resultó ser tan alto que todos los posteriores intentos de recapturar la magia
de la Doncella sobre las tablas no estuvieron a la altura de las
circunstancias. El olvidable “Live At Donington” (1993) y,
fundamentalmente, las entregas separadas de “A Real Live One” y “A
Real Dead One” (ambos también de 1993.... ¡el año de la sobredosis maideana
en vivo!) sufrieron de una mediocre calidad de grabación y mezcla, y, tal vez debido a la incipiente salida de Bruce Dickinson,
un desempeño anodino por parte del quinteto.
El caso de “Rock In Rio” es un tanto diferente.
Dickinson está de vuelta, Adrian Smith se reincorporó como tercer
guitarrista, y el álbum promocionado es nada más ni nada menos que “Brave
New World”, el disco más interesante de los ingleses en los últimos diez
años. Los defectos de siempre siguen presentes (playlist absolutamente
previsible, mínimas variaciones en los temas), pero la atmósfera es de novedad
y excitación pura. Por primera vez en muchos años, uno realmente tiene
ganas de escuchar los nuevos temas en vivo, y las estupendas “Blood Brothers”,
“Ghost Of The Navigator” y “Dream Of Mirrors” (mis favoritas) no decepcionan. “¡¡Maiden
del siglo 21!!” reza un sticker pegado en la portada de la placa, y,
de alguna forma, el grupo se siente renovado y distinto. Maiden
continuará siendo Maiden de aquí a la eternidad, sin importar el siglo, y un
cambio estilístico de consecuencias relevantes probablemente nunca ocurrirá.
Mejor así. Éso es justamente lo que uno pretende de la banda, y cuando todos -o
casi todos- los ingredientes correctos están presentes, el resultado es
sencillamente memorable. El trono ocupado por “Live After Death”
continúa desconociendo rivales, pero hoy, diecisiete años más tarde, finalmente
posee una digna escolta.
Curiosamente, durante la época de Blaze Bailey no fue
editado ningún álbum en vivo oficial de larga duración, prueba suficiente del
crítico período que la banda atravesaba pocos años atrás. “Sign Of The Cross” y
“The Clansman” constituyen los únicos resabios de esa época que, aparentemente,
el grupo interpreta hoy sobre los escenarios, y ambos fueron incluidos en este
álbum doble. Pero, irónicamente, el carácter sombrío y nebuloso de “Sign Of The
Cross” se beneficiaba de la garganta nasal y grisácea de Bailey, y aquí, en las
manos de Dickinson, pareciera no encontrar rumbo definido. “The Clansman” es
otra cosa. Pocos temas en la historia reciente de Iron Maiden fueron
reconocidos como “clásicos” de forma tan instantánea (“Fear Of The Dark” es
otro de ellos). Las hazañas de William Wallace parecieran incluso haber sido destinadas
a convertirse en una canción de la banda. Escucharlo a Dickinson aullando “freeeedoooom!!!”
junto con 200.000 gargantas eufóricas me puso la piel de gallina...
Grabado el 19 de enero del 2001 durante una de las
noches del descomunal festival carioca, “Rock In Rio” constituye
un fiel reflejo del presente de una de las instituciones indiscutidas de la
historia de la música pesada. La adición de una tercer guitarra resulta por
completo innecesaria, la garganta de Dickinson ya no es tan santificada como
uno quisiera, y muchos de los arreglos, cambios de ritmo y cortes de Nicko
McBrain tras los parches traslucen un dudoso gusto (ejemplos: “Dream Of
Mirrors”, de 5:58 a 6:04, “Fear Of The Dark”, de 5:20 a 5:26, y “The Number Of The Beast”, de
1:49 a 2:02). La obvia excepción: Steve Harris y sus sempiternos galopes, un
músico para quién los años no pasan y las cuatro cuerdas son extensiones de sus
dedos. Y no obstante estas observaciones, Maiden es Maiden y la magia,
afortunadamente, vuelve a irradiarlo todo. Bienvenidos, muchachos. Es bueno
tenerlos de vuelta.
Thursday, May 17, 2012
IRON MAIDEN “The X Factor” (EMI / Sanctuary Music, 1995)
Nadie en su sano juicio puede decir que extraña a Blaze Bayley como cantante de Iron Maiden. La explicación es sencilla: Iron Maiden sin Bruce Dickinson no era Iron Maiden. Y yo, como la mayoría de los amantes de la Doncella, debo reconocer que mis primeros acercamientos a “The X Factor” devinieron exclusivamente en frustración. El sonido nasal y opaco de la voz de Bayley, su evidente esfuerzo -pero no éxito- a la hora de mantener estable el nivel de energía durante los pasajes más demandantes (por momentos incluso parecía que se quedaba sin aire), y su imposibilidad a la hora de alcanzar las notas elevadas, provocaron el rechazo inmediato y unánime por parte de la prensa y el público. La garganta de Dickinson era famosa por sus alaridos inagotables y al estilo “sirena de policía” (muchos justamente lo apodaban de esa forma en inglés), mientras que la de Bayley emitía un timbre añejo y sin posibilidad de reparación alguna. La culpa nunca fue de Bayley, no obstante. Yo también hubiese aceptado cantar para Iron Maiden si me lo hubieran ofrecido, sin importar lo obvias y numerosas que mis limitaciones fuesen. El culpable se llama Steve Harris, y su error nunca debió haber salido de la sala de ensayo, mucho menos extendido por dos discos de estudio de una de las agrupaciones más importantes del género. ¿Cómo pudo Harris siquiera considerar seriamente a Bayley para el puesto? ¿Qué sortilegio extraño empleó el ex-Wolfsbane para convencer a un músico de su calibre y experiencia. de algo que no era cierto?
La nueva re-edición de “The X Factor”, no obstante, permite apreciar al álbum desde un ángulo diferente, objetivo y más relajado, ya lejos de las expectativas descabelladas, la euforia por experimentar lo desconocido (el “¿cómo sonará?”) o el enojo incontrolable ante la desilusión. Sólo el paso del tiempo proporciona tal perspectiva, y en lo que a “The X Factor” respecta, el paso del tiempo fue irónicamente beneficioso.
Aclaro: mi opinión sobre las dotes de Bayley como vocalista se mantiene firme, pero escuchar “The X Factor” luego de varios años significó poco menos que una revelación. El décimo trabajo de Iron Maiden constituyó en un principio un fracaso porque ofrecía precisamente lo que nadie quería escuchar en aquel entonces: una obra sombría, depresiva y reflexiva, casi asfixiante por momentos, y más preocupada en relatar las miserias de la "condición humana" y, sobre todo, la guerra y sus consecuencias psicológicas, en lugar de narrar las usuales aventuras épico-históricas y/o fantásticas tan características de la banda. En otras palabras: definitivamente no estábamos ante otro "Powerslave" (1984) o "Seventh Son Of A Seventh Son" (1988). Ni siquiera otro "No Prayer For The Dying" (1990). De las once canciones que conforman el álbum, al menos cuatro se encargan -directa o indirectamente- de intentar explicar el efecto que la guerra produce en un ser humano ordinario (“Fortunes Of War”, “Look For The Thruth”, “The Aftermath” y “The Edge Of Darkness”), mientras que la mayoría restante lidia con tópicos estrechamente vinculados con la angustia, la infelicidad laboral, las dudas existenciales o el hastío ante la sociedad moderna (“Man On The Edge” fue inspirada por el filme “Falling Down” -“Un Día De Furia”-, por ejemplo). Algunos de estos tópicos ya habían sido tocados anteriormente en "Fear Of The Dark" (recordemos, por ejemplo, "Afraid To Shoot Strangers", "Be Quick Or Be Dead" o "Weekend Warrior"). Pero aquí ocupan un rol irrefutablemente protagónico. Coincidencia o no, los momentos más tradicionales y predecibles pueden encontrarse en los tres primeros temas: la extensa, majestuosa e inconfundiblemente maideana “Sign Of The Cross” (el único resabio de la placa que subsiste ocasionalmente en los shows en vivo del sexteto), la enérgica aunque endeble “Lord Of The Flies”, y la citada “Man On The Edge”, cuyo costado literario amerita mayor interés que su faceta netamente musical, pegadiza pero ordinaria (no por azar se convirtió en el primer corte de difusión). Desde el cuarto tema en adelante, y salvo por intermitentes pasajes de puro galope o diálogos de guitarras gemelas, “The X Factor” se convierte en el único álbum de Iron Maiden que pareciera no haber sido compuesto por Iron Maiden.
Acaso el elevado grado de oscuridad atmosférica presente en el disco constituya el producto de músicos adaptándose a un nuevo vocalista más afín a las descargas contenidas y los climas nebulosos que al ímpetu eufórico y el caudal irreprimible de su predecesor. Incluso el impactante arte de tapa (en mi opinión, uno de los más logrados de la discografía del grupo) y las fotos internas del booklet son más realistas en esta oportunidad, el primero una suerte de Eddie en versión carne y hueso (o goma y látex) siendo torturado, condenado a la silla eléctrica y sometido a extraños experimentos, y las segundas meras tomas estoicas de cada miembro, todos ellos vestidos rigurosamente de negro y bañados en tinieblas. Como el álbum mismo.
Lo cierto es que piezas como “Judgement Of Heaven”, “Sign Of The Cross” (una elección atípica y valiente para la apertura de una obra que sería sometida al escrutinio absoluto desde el primer segundo), la cambiante y estupenda “Blood On The World´s Hands” (en la que Harris sorprende con un breve solo de bajo), la purgante “The Edge Of Darkness” o “The Unbeliever” merecen ser reconsideradas como lo que realmente son: excelentes canciones, complejas y arriesgadas, en las que la garganta de Bayley por momentos incluso se adapta a la perfección. El adivinar cómo las mismas canciones se hubiesen favorecido (o perjudicado) en las manos de Dickinson no dejaría de ser meramente eso: una adivinaza. Algunas instancias evidentemente sólo pudieron haberse beneficiado del porte robusto y los alaridos inquebrantables de Dickinson, pero en su gran mayoría “The X Factor” es lo que es, para bien y para mal, gracias a Bayley.
El décimo larga duración de Iron Maiden constituye una obra fallida, sin lugar a dudas, pero sus defectos se arraigan exclusivamente en lo conflictivo de su creación y producción, los titubeos de un cantante novato que de ninguna forma podía cargar con el peso de su antecesor sobre sus espaldas, y una banda aparentemente confundida y dolida. Todo ello, justamente, convierte a “The X Factor” en un álbum único.
Thursday, April 12, 2012
DANSE MACABRE “Eva” (HammerHeart Records, 2001)
La formación original de esta banda estaba constituida
por los griegos Sotiris (de Septic Flesh) y George “Magus” Zaharoupolos (de
Necromantia, ex-Rotting Christ), pero el verdadero cerebro y corazón fue y es
Gunther Theys, una suerte de Martin Walkyier belga que imprime su garantía de
calidad en cada uno de sus múltiples
proyectos (Lion´s Pride, Iron Clad, y, fundamentalmente, Ancient Rites, ),
todos ellos dedicados a diferentes ramas de la música pesada que no obstante
incorporan numerosos elementos clásicos, folklóricos y medievales.
Danse
Macabre practica un gothic-rock marcadamente elegante y distinguido, de sutiles
aristas pop y electrónicas que, si bien por momentos rozan incluso lo bailable,
nunca pierden su primoroso buen gusto. “Eva” representa su segundo larga
duración tras “Totentanz”, el exitoso debut. La voz y pluma de Theys conmueven
y excitan la inteligencia al unísono, la primera vistiéndose en esta
oportunidad de carácter grave y melódico (aunque esporádicos momentos recuerdan
a las exclamaciones rasposas de Ancient Rites), y la segunda extrayendo su
agudeza y criticismo de las arcas de la literatura clásica y la frustración de
un espíritu que, como reza el estribillo de “Sacred”, “nació en el siglo
equivocado”. Por momentos, Theys pareciera forzar su dicción y expresividad
para intentar asemejarse a la estética sonora de las agrupaciones alemanas del
género (el estribillo de “Trojan Horse”, de hecho, es cantado en ese idioma),
pero el resultado no produce efecto secundario alguno y, al fin y al cabo,
Alemania es el paraíso contemporáneo del metal gótico. La voz invitada de
Antoinette Legel puede escucharse en varias instancias, cobrando protagonismo
en la romántica y vigorosa “Burning Hills”, una de las instancias más logradas
de una obra sumamente diversa. Desde atmósferas azabaches delineadas por
baterías programadas hasta las usuales descargas contenidas de guitarras que
priorizan la gracia por sobre la agresión, “Eva” mantiene su porte
constantemente en alto. Con alguien como Gunther Theys al frente, no podía ser
de otro modo.
Wednesday, April 11, 2012
HOLLENTHON "With Vilest Of Worms To Dwell" (Napalm Records, 2001)
Luz, cámara... ¡música! "With
Vilest Of Worms To Dwell" posee instancias de pura
altanería cinematográfica que harían palidecer al mismísimo Luca Turilli. Esto es verdadero
“Hollywood metal”, lúgubre, dramático, turbador en ocasiones y sin tanto júbilo
suntuoso, pero no por ello menos “épico”. Al igual que en “Domvs Mvndi”, estructuralmente Hollenthon es sustentado por el metal extremo, desgarros guturales
incluidos, y por ello mismo no sorprende que el artífice y compositor sea
Martin Schirenc, líder de Pungent Stench aquí encargado de gran parte de las
tareas vocales e instrumentales. Si Rhapsody representa la variante power-metal
del soundtrack de “Conan El Bárbaro”, Hollenthon realiza una
aproximación más en la vena de un filme de terror. Pero la totalidad de la obra
desenvuelve una pluralidad estilística admirable que escapa a cualquier intento
de restringir parámetros. Algunas vocalizaciones masculinas recuerdan a
Solefald, riffs thrasheros coexisten junto a solos impecables, y el
refinamiento clásico no se espanta ante la impudencia grandilocuente. El
verdadero festín panorámico comienza a partir del tercer tema, con los violines
y la sección de vientos recreando hermosamente la melodía principal del “Romeo
Y Julieta” de Prokofiev, y consigue su climax en el sexto, “Fire Upon
The Blade”, con su apoteótico e IM-PRE-SIO-NAN-TE coro embriagándolo todo de
éxtasis. Porque Hollenthon es una de esas gemas ignotas que no obstante podría
dar batalla a más de un gigante consagrado... Y, probablemente, saldría
victoriosa en todos los casos.
Wednesday, April 04, 2012
LEVIATHAN “Tentacles Of Whorror” (Moribund Records, 2004)
Mientras las corrientes extremas escandinavas
perpetúan sus siempre fascinantes metamorfosis estilísticas, la escena
norteamericana de black metal prosigue su desarrollo y expansión dentro de territorios
notablemente más tradicionalistas y dogmáticos, pero, a su vez, vislumbrando
horizontes de inaudita tenebrosidad. “En un presente musical que imita los
fallos del mundo moderno que presuntamente pretende rechazar, existe Leviathan.
Y Leviathan es Wrest. Y Wrest es Leviathan. Y esta banda/músico conforman una
relación simbiótica que conjura profundos sentimientos de black metal
nostálgico y al mismo tiempo genera visiones del futuro del género, en
ocasiones tan brillantes en su luminiscencia que los meros mortales no pueden
comprenderlas... Dicho de otra forma, Wrest no es ningún mortal”. Palabras
de presentación incluidas en la gacetilla de prensa. Y puede que encierren algo
de verdad. Porque la música de Leviathan constituye, justamente, un incomprensible
suplicio sonoro, disonante, apócrifo, herrumbroso, funesto... Su hermetismo se
cierne cual subrepticio baluarte y sus secretos se vaticinan como irrevelables.
Se trata de metal negro surgido de los orígenes primigenios del género,
aquellos días en los que todo estaba ceñido y envuelto en una suerte de aura
mística y novedosa, pero codificado asimismo en lo que pareciera ser una nueva
dialéctica, un nuevo manual de reglas y estructuras, las estructuras de las
no-estructuras, el arte de lo cacofónico, y el ruido blanco transfigurado en
sinfonía incolora...
Editado a tan sólo meses del debut de larga duración (“The
Tenth Sub Level Of Suicide”), “Tentacles Of
Whorror” transita similares obsesiones, pero las despliega de forma un tanto
más diversa. Los tracks vuelven a ser extensos (la duración total supera
los 72 minutos), inmisericordiosos en el fluir de su odio y asco (ejemplo:
“Vexed And Vomit Hexed”), pero contrastados con numerosos pasajes desacelerados
(la misma “Tentacles Of Whorror”) e interludios atmosféricos construidos a
partir de efectos, distorsión desnuda o programaciones hipnóticas, siendo “A
Necessary Mutilation” y “The History Of Rape” los más logrados. Las
reminiscencias más inmediatas serían los primeros trabajos de Burzum, la
monotonía fetichista de Judas Iscariot (verdaderos líderes en materia de black
metal norteamericano), o las descargas pesadillescas de los ultra-cult
Nargaroth. Los tentáculos que bautizan esta obra se contorsionan lascivamente,
como pestilencias salidas de algún inmemorial abismo, o la inconcebible
criatura que adorna el (extraordinario) arte de tapa. Y el black metal se
destiñe para dotarse de toda una renovada y radiante oscuridad... imposible de
descifrar.
Tuesday, April 03, 2012
LEVIATHAN “The Tenth Sub Level Of Suicide” (Moribund Records, 2003)
“The
Tenth Sub Level Of Suicide”: Nihilismo a la
décima potencia. Pro-suicidio, pro-misantropía, pro-individualismo,
pro-aislamiento. Las luces tienen que estar apagadas sí o sí. Los conocedores
del género saben a lo que me refiero. Y para colmo dura más de 70 minutos. 70
martirizantes, perforantes y apesadumbrados minutos. Ultra-necro, ultra-grim
y ultra-horrendo. El griterío abunda. Chirriante. Cacofónico. Discordante. Varg
Vikernes estaría orgulloso (aunque Leviathan proviene de Estados Unidos y eso
probablemente no vaya de la mano con sus “orientaciones sociopolíticas”) y
Judas Iscariot posee un nuevo rival (hay canciones con títulos como “Fucking
Your Ghost In Chains Of Ice”, por ejemplo). El black metal norteamericano nunca
sonó tan noruego, tan minimalista, glacial y contemplativo. Una obra que
oprime, lacera e invoca tinieblas mientras los riffs no dejan de concatenarse.
Todo interpretado por un único músico, como corresponde (no sería muy
“misantrópico” de lo contrario, ¿no?). Hay atmósfera de sobra, y de hecho
aquella “mística” de antaño que hoy pareciera haberse extinguido consigue
penetrar la muralla negra. Justo cuando nadie se lo esperaba. Y en el lugar
menos pensado.
Monday, April 02, 2012
KAPTAIN SUN “Rainbowride” (Rage Of Achilles Records, 2004)
Psicodelia, doom y groove. Mucho. Letras
que no tienen sentido alguno. Canciones con
títulos como “Cosmic Magic From The Doomed Planet´s Below”. Alucinógenos abusados. El calidoscopio gira y las
tonalidades brillan. Idolatría por Cathedral, Orange Goblin y Entombed. Y Black
Sabbath, faltaría más. La carrera color Arco Iris con sabor setentas y olor a
verde da comienzo y el Kapitán Sol irradia su electricidad doom/stoner en “Rainbowride”.
Imposible resistírsele a riffs y ritmos como los de “Lovedemon” o “Invisible
Dragons” (¡esos títulos!). Las guitarras crujen, las zapadas son
frecuentes, Andy Wong expresa su amor por Lee Dorrian a grito canino limpio, y
la densidad del aire se espesa, sensual y voluptuosamente. Y todo suena como si
hubiese sido grabado treinta años atrás. Pero se trata del álbum debut
(precedido únicamente por el Ep “Trip To Vortex”) de un ignoto cuarteto
sueco, retratado en el arte de tapa al lomo de un Arco Iris... como debe ser. “Rainbowride”
no sólo resulta extraordinariamente entretenido, sino que obliga a apetecer una
continuación de forma inmediata. Kaptain Sun ofrece cero originalidad, sin
dudas, pero la cuestión es que el pie todavía se me sigue moviendo.
BLEED THE SKY “Paradigm In Entropy” (Nuclear Blast Records, 2005)
Ya es oficial: El metalcore se convirtió en una peste.
Resulta sencillamente apabullante la cantidad de bandas que, sobre todo en
Norteamérica, irrumpen de la nada para embestir con la misma formulita de
siempre: rebeldía adolescente, gritito trillado en las dos primeras estrofas,
voz limpia y pseudo-atormentada/depresiva y/o contemplativa en el estribillo,
incitaciones al mosh en los cortes y cambios de ritmo, riffs espesos que
cruzan todo aquello que vino después de Pantera y Sepultura, un abuso de la
palabra “motherfucker”, y cataratas de agresión sin sustento real que en lugar
de desbordarse sólo consiguen distraernos con sus torpes chorrazos. Traducción:
música pesada para menores de 18. Falta consistencia real. Falta bronca de la
genuina. Faltan conflictos creíbles. Falta todo aquello que no nos haga sentir
que lo que suena hoy ya no va a existir mañana. Lo sorprendente es que un sello
como Nuclear Blast edite a una banda como Bleed The Sky, cuyo sonido está
emparentado al de Mudvayne, Drowning Pool, Chimaira (el productor Ben Schigel
de hecho resulta un punto en común) y toda la movida explotada actualmente por
compañías como Roadrunner y derivados. Century Media tiene a Shadows Fall y
Nuclear Blast pretende, evidentemente, obtener un éxito similar con “Paradigm
In Entropy”, el superficial debut de estos californianos. Cosas más raras
pasaron en la historia de la música, pero dudo que la suerte esté de lado del
sello germano en esta oportunidad. “Paradigm In Entropy” definitivamente
no plantea nuevos paradigmas. De hecho, basta con encender la radio ahora mismo
para escuchar algo que probablemente suene igual a esto.
Wednesday, March 28, 2012
NATTEFROST “Terrorist (Nekronaut, Part 1)” (Season Of Mist, 2005)
Nattefrost: ¿misionero del “verdadero” black metal, o
ridícula parodia de un género lamentablemente venido a menos? En la tapa de la
versión censurada de “Terrorist (Nekronaut, Part 1)”, podemos ver a
Nattefrost (antes conocido como “Lord Nosferatu”) refregándose el cuerpo con
sus propios excrementos. O al menos eso es lo que se dice que está
haciendo. Y eso es lo que vende. Pan,
circo, corpse-paint, un poco de ruido variando siempre el mismo riff,
una actitud kult, un buen agente de prensa capaz de idear semejante
barbaridad, y voila... un nuevo clásico del true black metal.
Como si acaso existiera tal cosa. El black metal en su versión siglo XXI perdió
por desgracia gran parte de su “misticismo”, principal propulsor de su
popularidad unos quince años atrás, y la culpa puede atribuírsele justamente a
obras como “Terrorist (Nekronaut, Part 1)” y “artistas” como Nattefrost.
El líder de Carpathian Forest (que además cuenta con numerosas otras bandas
paralelas, como World Destroyer, Hatepulse, Bloodline y Grima) redefine en el
segundo trabajo de su proyecto personal homónimo el significado de lo
primitivo, lo barbárico, lo pútrido, lo salvaje... y lo estúpido. Todas las
canciones del álbum ofrecen una sencillez estructural irrisoria que roza los
límites del punk, y la mayoría difícilmente haya sido compuesta en más de tres
minutos, incluyendo una suerte de bizarro interludio en el que podemos escuchar
a Nattefrost, en todo su maligno esplendor, “vaciando su vejiga”. Y títulos
como “Pre-Teen Deathfuck”, “Eine Kleine Arschmuzick” (“Una Pequeña Música Del
Culo” en alemán, jugando con el nombre de “Eine Kleine Nachtmusik” de Mozart),
“Catapultam Urinam Philosophiam” o “Black Metal Suicide” echan más leña a la
injuria. “Terrorist (Nekronaut, Part 1)”: ¿el capricho pueril de un
delirante haciéndonos perder el tiempo, o black metal con todas las letras como
no se escuchaba desde la época en la que Euronymus estaba vivo? Instancias como
“Goat Worship” nos llevan fugazmente a inclinarnos por lo segundo, pero el
mismísimo título de la obra nos devuelve a la realidad.
Si el debut “Blood
And Vomit” (2003) mantenía viva la llama del más extremo y old-school metal
negro, porque al menos parecía tomarse en serio a sí mismo, “Terrorist
(Nekronaut, Part 1)” (que incluye la participación de miembros de Aura
Noir, Taake y Enslaved, todos proyectos de un nivel inmensamente superior)
termina invariablemente por denigrar el honor. El black metal está para mucho
más que esto, y lo irónico es que Nattefrost lo sabe muy bien. Y sino, escuchen
Carpathian Forest. Nattefrost, en cambio, pareciera regocijarse
(escatológicamente, por momentos) en este caricaturesco gaudeamus sólo apto
para necronautas. Y nadie en su sano juicio debería seguirle el
jueguito. O acaso el único propósito del disco (y del proyecto) sea el desafiar
a la anatema mayor del black metal, aquella que cualquier oyente acérrimo del
género repele instintivamente: la diversión.
Friday, February 03, 2012
TAAKE “…Doedskvad” (Dark Essence Records / Tuba Records, 2005)
De repente, estamos de nuevo en 1994. Tras doce años de existencia y un perfil considerablemente kult (léase: bajo y ultra-underground), Taake edita su tercer álbum de larga duración. Y a una década de su paradigmático ápice creativo y posterior venida a menos, el black metal noruego encuentra por fin a su redentor. La oscuridad invernal vuelve a ocupar triunfalmente su trono. Escuchando a “…Doedskvad” uno podría jurar que está escuchando la obra maestra perdida u olvidada de una banda de la época dorada del género, aquella durante la cual sus exponentes icónicos (Satyricon, Emperor, Immortal, Burzum, Enslaved, etc.) daban a conocer sus piezas más emblemáticas y relevantes, para poco más tarde revolucionar por completo a la música extrema tal y cómo la conocíamos hasta entonces. El nombre de Taake merece hoy ser incorporado a la lista, y de hecho los comienzos del grupo datan del mismo período, si bien la proliferación de lanzamientos nunca fue una de sus características. Originalmente conocida como Thule, la banda podría ser en realidad considerada el alter ego del guitarrista y vocalista U. Høst, secundado a lo largo de toda su discografía por diversos y numerosos invitados, algunos de ellos miembros de agrupaciones como Carpathian Forest y Orcustus. Y al igual que la etapa cuyo objetivo pareciera ser recrear (y a la perfección), “…Doedskvad” constituye un álbum clave dentro de la perpetuación del black metal clásico, finalizando refulgentemente la trilogía que Høst iniciara con “Nattestid...” (1999) y “...Bjoergvin...” (2002), dos de los lanzamientos más destacados del metal negro post-1995, ambos injustamente desconocidos pero sumamente recomendables. Los ingredientes presentes en aquellos dos discos se repiten en “…Doedskvad”, ya sea desde el punto de vista musical (black metal espectral, de riffs y melodías homéricas, con sutiles pasajes folk y medievales, y atmósferas majestuosas) como visual (foto fuera de foco y sugestiva de Høst a modo de arte de tapa, booklet íntegramente presentado en noruego, runas en lugar de letras, canciones sin nombre o título alguno identificadas tan sólo como meros tracks), pero la trilogía concluye indudablemente con la más espectacular y sublime de sus entregas.
“…Doedskvad” recuerda, desde muchos puntos de vista, al excelso e imprescindible “The Shadowthrone” (1994) de Satyricon. Pero menciono dicha comparación no con ánimos de adjudicarle a Taake la falta de ideas, sino con el objetivo de resaltar realmente cuán alto y extraordinario es el nivel que la banda de Høst alcanzó en este tercer álbum. En efecto, considero a “The Shadowthrone” como el disco definitivo de black metal noruego de la década pasada, y el hecho de que “…Doedskvad” consiga ubicarse a su lado habla por sí mismo. El comienzo del primer track, en el que podemos escuchar brevemente a Høst gritando en noruego sin ningún acompañamiento musical de fondo, se asemeja al inicio de “Hvite Krists Dod”, mediante el cual Satyr (vocalista, guitarrista y líder de Satyricon) inauguraba la placa de su banda de manera equivalente, mientras que la incorporación de un inquietante aunque hermoso pasaje de piano en el mismo tema (de 4:59 a 5:04) podría también compararse con diversos de los momentos más calmos de aquella obra. Por su parte, el track número 6 incluye una suerte de interludio en el cual Taake interpreta una melodía tradicional noruega (de 2:31 a 3:39) que Storm (otra agrupación en la que participara Satyr) ya había versionado en su único álbum, “Nordavind” (1995). Pero, fundamentalmente, aquello que nos permite trazar comparaciones entre una y otra placa, así como también con otras obras de la primera mitad de la década del ´90 de similar envergadura e importancia, es el aura de puro misticismo nórdico y el éxtasis salvaje que “…Doedskvad” genera de principio a fin. Ejemplos incuestionables: el final del primer track (a partir de 6:53) y, sobre todo, el riff que se inicia a partir de 1:47 en el tercer track, un himno con todas las letras a la altura de “Mother North” y “Dominions Of Satyricon”, ambos también de Satyricon. Pero el resto de las composiciones alcanza un nivel similar, y a lo largo de más de 50 minutos Taake hilvana un trabajo sin fisura alguna, repleto de melodías y riffs instantáneamente memorables; un frenesí de lujuria gélida que por supuesto no hace más que detonar escalofríos de placer. El significado de la gloria, actualizado. Las esperanzas en el black metal, devueltas.
La trilogía fue grabada en los legendarios estudios Grieghallen [donde clásicos como “Det Som Engang Var” (Burzum, 1993), “In The Nightside Eclipse” (Emperor, 1994), “Pure Holocaust” (Immortal, 1993), "Vikingligr Veldi" (Enslaved, 1994) y “De Mysteriis Dom Satanas” (Mayhem, 1994) fueron concebidos], y bajo la supervisación de Eirik “Pytten” Hundvin, el productor e ingeniero de mezcla que de alguna forma inventó el sonido gélido, nebuloso y chirriante que hoy asociamos con el metal escandinavo. Este detalle resulta fundamental para comprender una de las tantas razones por las cuales las tres obras de Taake, y en especial “…Doedskvad”, cuyo sonido es notoriamente más sólido y ya no tan precario (sin que esto implique afirmar que Taake hoy suena como Dimmu Borgir, claro está), surten su efecto de forma tan irresistible y provocan el proverbial viaje en el tiempo.
Si pensabas que nada interesante había salido de noruega durante los últimos años en lo que al black metal respecta, pensá de nuevo. “…Doedskvad” marca uno de los tan mentados “antes y después” en el género. Un verdadero hito. Porque no importa lo que pase de aquí en más; en el futuro, cuando se mencione al black metal noruego al menos nadie podrá negar que, así como ocurría a comienzos de los ´90, en la primera década del Siglo XXI también se engendraron clásicos del metal más salvaje y glacial. En otras palabras, Taake acaba de hacer historia.
Friday, January 13, 2012
Entrevista: SATYRICON - Conquista Diabólica
Ahora, “Now, Diabolical”.
Ahora, el regreso de un icono de la movida noruega.
Ahora, ¿el amanecer de una nueva era para el black
metal?
(reportaje originalmente publicado en Maelstrom #14 - Octubre 2006)
El
Culto Sigue Vivo
...y ahora, todo vuelve a ser diferente. Satyricon
edita “Now, Diabolical” (“Ahora, Diabólico”), su sexto larga duración
tras cuatro años de silencio, y los parámetros del metal negro se redefinen una
vez más en manos de uno de los pilares fundamentales de la música extrema
escandinava. Satyricon inició el apogeo del “black metal medieval” a comienzos
de la década pasada con su álbum “Dark Medieval Times”, desarrollando
posteriormente el concepto hasta su máximo esplendor en “The Shadowthrone”
y “Nemesis Divina” (dos obras claves de la historia del género) para
luego “actualizar” el estilo al removerlo de su barbarie primigenia y situarlo
en un contexto más urbano en “Rebel Extravaganza”. De los bosques
místicos a la insensibilidad de la metrópoli posmoderna, aquella que nunca
duerme y siempre está muriendo. Pero siempre rabiosos, siempre rebeldemente
extravagantes, siempre echando leña al fuego y con hambre voraz por los riffs
chirriantes y los bombos que nunca dejan de repiquetear. Y ahora, con “Now,
Diabolical”, Satyricon desmantela su usual furia hasta exponerla en toda su
azabache desnudez, sin vueltas, sin forzar la oscuridad sino simplemente
dejándola fluir de forma natural, sin castillos, sin espadas y sin maquillaje.
Tan sólo un compendio de riffs y tempos ultra puntiagudos que se repiten
incesantemente. La nueva negrura del metal negro, ya no tan épica ni
grandilocuente como antaño, pero sí acaso más pura. ““Now, Diabolical”
es una especie de “conclusión” de nuestra segunda etapa”, explica Satyr,
vocalista, multi-instrumentista y líder de esta siempre influyente y siempre
controversial agrupación. “La primera etapa de Satyricon comprendería los
tres primeros discos, hasta “Nemesis Divina”, y la segunda es la que se
inició con “Rebel Extravaganza”. Y cuando digo “conclusión” no quiero
decir que Satyricon como banda ya haya alcanzado su límite o su techo, porque
creo que todavía tenemos mucho para ofrecer; pero de alguna forma la primera
etapa fue más “progresiva” y estuvo orientada más hacia las atmósferas
medievales, los valores tradicionales del black metal noruego, y esas cosas,
mientras que lo que estamos haciendo ahora en esta segunda etapa tiene mucho
más en común con el sonido de los ´80, para serte honesto. Pero no somos una
banda que se proponga sonar “retro” o copiar a nadie. Si hiciéramos eso no
seríamos Satyricon ni estaríamos en la posición en la que estamos ahora. En
cambio, lo que quiero decir es que nuestro estilo de composición es ahora mucho
más directo y claro, más orientado hacia el rock, y eso tiene mucho más que ver
con bandas como Bathory o Celtic Frost que con el black noruego de los ´90,
que, repito, era mucho más progresivo. Si escuchás detenidamente discos como “Rebel
Extravaganza” vas a notar que, si bien el estilo tiene algo del sonido
progresivo de los tres discos anteriores, las canciones son mucho más oscuras y
certeras, como pasa en cosas como “Havoc Volture”, “Filthgrinder” o “Tied In
Bronze Chains”. En ese disco ya se empezaba a notar nuestra intención de sonar
más focalizados y directos, y ahora en “Now, Diabolical” creo que
logramos el epítome de ese rumbo que iniciamos tres discos atrás. Este disco es
bien oscuro, bien certero... y también es sumamente pegadizo. Y esto tiene
sentido porque yo crecí escuchando cosas como Venom y Bathory. Las canciones de
esas bandas eran siniestras y oscuras, pero también tenían estribillos bien
gancheros.”
- ¿O sea que el ingrediente “ganchero”
de este disco, que como vos decís es bien evidente, fue algo absolutamente
intencional?
- Sí, y en definitiva todo se reduce, al menos para
mí, al hacer la música que uno mismo quiera escuchar. Es la única manera de
hacer las cosas, en lugar de pensar y hacer lo que quieren los demás. Así que
yo me senté y dije “¿qué es lo que YO quiero escuchar?”. Y con Frost (baterista
y único miembro adicional) nos concentramos en lograr eso. Y lo logramos, y
estamos orgullosos.
- Satyricon fue siempre una banda
“adelantada a su época”, lo cual significa que primero te van a criticar y más
adelante te van a reconocer. ¿Estás consciente de este efecto que tienen sobre
la gente que los sigue?
- (se ríe)
Lo que decís es tan cierto... Sí, estoy consciente de eso, y estoy también acostumbrado
a eso. Y una parte de mí está enojada porque la gente nos sigue criticando,
porque a esta altura ya deberían saber qué clase de banda somos, ¿no? O sea, ya
deberían saber que hacemos lo que queremos y no seguimos a nadie... Por otra
parte, aprecio el hecho de que la gente se atreva a retractarse. Eso hay que
valorarlo también. El otro día Frost me explicaba lo entendible que esto era, y
cómo la gente suele ser tomada por sorpresa con cada uno de nuestros discos. Me
decía cómo generalmente uno atraviesa un estado de “shock”, y después recién
puede sentarse a pensar en lo que escuchó, para finalmente valorarlo por lo que
realmente es.
- A este disco lo están editando a
través de Nuclear Blast y Roadrunner, dos de los sellos independientes más
grandes del mundo. ¿Lo consideran un álbum clave para Satyricon desde el punto
de vista de ventas y llegada al público? Es decir, el disco que tiene el
potencial de “hacer o deshacer” a Satyricon...
- No sé si
tenemos que “hacer o deshacer” nada. Como te decía, nuestro objetivo principal
es tratar de grabar la música que nos gustaría escuchar a nosotros mismos. Y
eso es lo que hicimos. Y si tenemos la oportunidad de editar esa música a
través de sellos grandes, bueno, entonces aprovechamos esa oportunidad y
promocionamos el disco en cuestión hasta el hartazgo. Y lo que pasa, pasa... Y
ojo que con esto no quiero decir que no nos importa lo que pueda llegar a
pasar. No. Somos dos tipos bien ambiciosos y trabajamos duro para lograr lo que
logramos. El objetivo es hacer siempre el mejor disco que nos sea posible. Y es
bueno y saludable tener esa clase de objetivo. De lo contrario, terminás
haciendo algo que no es honesto para con tu corazón. ¿Y cuál es el punto del
black metal sino ése?
- La producción de “Now, Diabolical” es
de primer nivel, sobre todo en lo que respecta a la batería. ¿No pensás que al
tener un sonido tan nítido y limpio se pierde gran parte de la esencia de lo
que la música extrema debería ser?
- No
realmente. Yo creo que cada tipo de producción tiene sus pro y sus contras. Una
producción de garage funciona bien en algunos discos y no tan bien en otros.
Por ejemplo, no me imagino a un disco como “Master Of
Puppets” con la producción
de “A Blaze In The Northern Sky”. Las canciones del primer disco no
sonarían tan poderosas si no tuvieran una producción poderosa y sólida, y las
canciones del segundo disco sonarían totalmente “mal” si tuvieran una
producción sólida, porque son canciones frías y “malvadas”, y necesitan
tener una producción acorde... Esto lo charlamos muchas veces con Frost.
Siempre le digo que no hay una fórmula mágica a la hora de producir un disco.
No existe tal cosa. Todo depende del tipo de canción y del tipo de banda.
- En este caso las canciones son también
notoriamente repetitivas y directas. Los tempos casi no varían...
- Creo que
tienen una “presencia física” muy definida, muy evidente, y que no se parece a
nada que hayamos hecho antes. Es una forma distinta de “llegar al oyente”. Y no
queríamos ocultar eso entre decenas de capas de efectos, sino que queríamos una
producción que resaltara esa cualidad, que la pusiera en evidencia aún más. Al hacer
esto soy consciente de que tal vez relegamos el aspecto más “filoso” de las
guitarras, o el estilo “crudo” de la batería, pero en definitiva uno siempre
tiene que hacer concesiones y poner las cosas en la balanza. En este disco
optamos por un sonido cristalino porque pensamos que ese aspecto de las
canciones era el que había que destacar. Y cada disco es distinto.
- ¿Cómo se conocieron vos y Frost, y por
qué decidieron permanecer como dúo?
- Nos
conocimos en el ’92, creo. Antes de eso Satyricon era una típica banda de
garage, buscando un baterista. El primer baterista fue Carl Michael Eide (Ulver,
Ved Buens Ende, etc). En un principio en realidad le habíamos ofrecido el
puesto a Faust, que recién se había unido a Emperor y no quería estar en dos
bandas al mismo tiempo. Pero fue él quien nos recomendó a Frost, que era un
amigo suyo de la infancia. Lo llamamos, ensayamos, y la cosa salió un poco
desprolija, pero era obvio que Frost tenía potencial... Por un tiempo tuvimos
miembros que entraban y salían, como Nocturno Culto (de Dark Throne, quien
participó como guitarrista en “Nemesis Divina” bajo el apodo de “Kveldulv”) y Samoth (de Emperor y Zyklon, que
participó en “The Shadowthrone”). Pero en la época de “Rebel
Extravaganza” decidimos
permanecer como dúo y usar músicos de sesión para las giras. O sea, ¿qué es
mejor? ¿Hacer lo que sentimos que beneficiaría más a nuestra música, o tratar
de tener una alineación en el sentido tradicional porque eso es algo que se
espera de una “banda”? Frost y yo nos conocemos muy bien, trabajamos bien
juntos y nos alimentamos mutuamente de ideas. Nuestras fuerzas definen lo que
Satyricon es.
Batallas En El Norte
- ¿Te ves haciendo un disco de black
metal a la antigua? Tal vez bajo otro nombre que no sea el de “Satyricon”...
- Eso es algo que Snorre (líder de Thorns y amigo de Satyr) y yo
venimos conversando desde hace rato. Creo que tarde o temprano vamos a terminar
haciendo algo así, sí. Pero si lo hacemos probablemente no va a tener nada que
ver con el estilo de los ´90, porque esa época fue muy progresiva, como
decíamos antes. Y si vamos a hacer algo “old school” queremos hacer algo que
sea bien malvado y siniestro, y no atmosférico y progresivo, ¿entendés? La idea
sería hacer algo bien sucio, bien feo. Todas estas bandas que se la dan de “old
school”... ¡ni siquiera suenan “old school”! Suenan forzadas. Así que con
Snorre nos dijimos “hagamos algo como la gente un día, y mostrémosle a estos
pibes lo que es el verdadero black metal “old school!”.
- ¿Pensás que las cosas estaban siendo
tomadas demasiado en serio dentro del black metal noruego de los ´90, y acaso
por eso ustedes decidieron tomar un poco de distancia de todo ese asunto?
- Bueno, al contrario, en realidad creo que las cosas en el black metal
no estaban siendo tomadas lo suficientemente en serio. Mucha gente se
metió en este tema porque pensaron que tocando metal iban a poder “socializar”
con otras personas de manera más fácil. Y para mí esta música no tiene nada que
ver con “hacer amigos”, con ganar minas, o con esas estúpidas páginas al estilo
de “My Space”, ¿entendés? Para mí esto tiene que ver con el amor hacia la
música. Por eso hago lo que hago. Porque amo esta música. Lo demás nunca fue
una motivación. Unos años atrás el black metal empezó a cambiar... Hacia fines
de los ’90 las cosas eran distintas, habían demasiadas bandas y demasiados
tipos pintados como osos pandas (carcajadas). El black metal se había
vuelto, de cierta forma... gay.
- Pero ustedes también se pintaban. Sin
ir más lejos, para la sesión de fotos de “Nemesis Divina” usaron toda la
parafernalia de las espadas, el trono, el maquillaje de guerra...
- Sí, pero eso tuvo un propósito en aquel momento. Surtió su efecto. Era
algo nuevo y provocaba una reacción en la gente que después ya no era la misma.
Una cosa era hacerlo en 1993 o 1996, pero no ya en 1999. Muchas bandas
empezaron tocando black metal y después salieron a decir que “el black metal ya
no es lo de antes” o “el black metal está transmitiendo el mensaje equivocado”,
o lo que sea, y después terminaron tocando death o thrash... Para mí eso no
tiene sentido. Si realmente amás al black metal y tenés una banda black, ¿por
qué no evolucionar eso? ¿Por qué no desarrollarlo sin olvidar tus raíces? En
Satyricon comprendemos muy bien lo que es el black metal, lo que significa. Un
disco como “Now, Diabolical” es black metal según Satyricon versión
2006. Es lo que yo quería hacer y escuchar hoy y, al menos para mí, un paso
adelante para el género en su versión actual. Hoy la mayoría de la música
llamada “underground” es en realidad una porquería y no tiene nada que ver con
el verdadero espíritu de lo “under”, porque en realidad son banditas sin
ninguna idea que les permita llegar a vender la suficiente cantidad de discos
como para destacarse. Esto suena muy arrogante de mi parte, ya sé, pero es la
pura verdad. Mucha gente dice que
nosotros no somos black metal. ¡Por supuesto que somos black metal! En nuestra
música podés escuchar claramente los orígenes del género y las influencias de
bandas como Venom, Bathory y Celtic Frost. La cosa es simple: el black metal
puede ser “grande” y “popular” y seguir siendo black metal. Y en nuestro caso
la idea es simplemente hacer música oscura y “filosa” con un trasfondo de
expresión metalero.
- ¿Qué pensás de toda la nueva movida de
bandas de black metal norteamericanas, como Xasthur y Leviathan?
- No escuché a muchas de esas bandas. Pero recuerdo a
una banda como ABSU, por ejemplo, cuando ni bien salían... Los primeros discos
de esa banda me gustan mucho. En cuanto a lo demás, hasta ahora no escuché a
ninguna banda de black americano que me transmitiera algo especial o que me
vuele la cabeza. Esto no implica que tal banda no exista, porque probablemente
sí esté ahí afuera y yo bien puedo no conocerla, pero hasta ahora no escuché
nada que cumpla con esas cualidades... Para mí, para lograr que el black metal
estadounidense crezca y sea realmente relevante, debería haber una mayor
interactividad entre esa escena y la europea. Ambas escenas deberían vincularse
más. Acordáte de que cuando Estados Unidos exportó a bandas como Slayer,
Metallica o Morbid Angel, por ejemplo, en Europa surgieron montones de cosas
interesantes en base a todo eso. Ahora creo que está pasando lo opuesto.
Un Nuevo Enemigo
- Como dueño de tu propio sello
discográfico (Moonfog Productions), y como alguien que viene en este
asunto desde hace una década y media, ¿qué pensás que debería cambiar en la
industria de la música under para que sea más saludable?
- Las ventas
digitales, en lugar de las ventas tradicionales de discos, generarían más
dinero y harían a la escena un lugar más saludable y redituable. En cuanto a lo
demás... hacer plata en este tema es casi imposible. Yo vengo llevando adelante
mi sello desde hace ya muchos años, como vos decís, y siempre tengo que
escuchar cada gilada... Muy pocos discos hoy en día realmente generan plata. Es
casi imposible encontrar una banda decente, permitirles grabar el disco que
ellos quieren, y no el que la compañía discográfica quiere que graben, meter a
esa banda en un buen estudio, con un buen ingeniero, y promocionar el producto
final. Hoy hay demasiadas bandas y demasiados sellos, y a la larga nadie gana.
Si un disco hoy vende cien mil copias en todo el mundo, es considerado un gran
éxito. Pero de esas cien mil copias probablemente te paguen sólo sesenta mil.
Entonces, ¿cómo hacés para agarrar esa plata y al mismo tiempo separar lo
suficiente como para tu próximo proyecto? No alcanza. Por eso, en Moonfog nunca
nos interesó realmente hacer plata porque conocemos la realidad de este
mercado. Toda la plata que ganamos la volvemos a invertir en bandas o la usamos
para pagar los salarios de los pocos empleados que tenemos. Lo que sí nos
interesa es ser un sello relevante, que esté a la vanguardia, que sea importante
y que ofrezca calidad. Por eso no editamos tantas cosas, y por eso la gente se
refiere a nuestras bandas como “el sonido Moonfog”... Con respecto a lo que
decía de las ventas digitales, hoy en día tenemos un servicio como el de
iTunes, de donde uno puede bajar música de Internet de manera legal, pagando un
precio pre-establecido por cada canción o cada disco. Pero el sistema es
totalmente injusto para cosas como Satyricon. La gente que lleva adelante ese
sitio no está interesada en bandas como nosotros o cosas black, porque somos
muy chicos para ellos. Incluso nos dijeron que si queríamos ver a nuestras
bandas disponibles en iTunes, tendríamos que garantizarles que los discos
serían exclusivos para ellos. O sea, ¡no podríamos venderlos como CD´s tradicionales!
Es una locura. Esto es lo que el fan típico de esta música desconoce,
toda la parafernalia que hay detrás y la forma en la que el engranaje de esta
industria trabaja. Todo es muy, muy difícil hoy por hoy.
- Lo triste es que de acá a algunos años
la gente sólo va proveerse de música de esa forma: a través de Internet. Toda
la experiencia de ir a un negocio especializado y revolver las bateas en busca
de algún disco va a ser algo del pasado, y eso es realmente triste...
- Me acuerdo
cuando solía vivir en una península en las afueras de Oslo. Para poder ir a la
ciudad tenía que tomarme un ferry y el viaje era de media hora, ida y vuelta. O
sea que para poder visitar una disquería y comprar discos de este estilo... era
toda una experiencia. Me tomaba el micro hasta el ferry, después el ferry por
media hora, y después otro micro hasta la disquería. Una vez ahí, nunca sabías
con qué te podías encontrar... Siempre me compraba algo en vinilo, y el viaje
de vuelta me la pasaba media hora en el ferry admirando la tapa del disco que
había comprado, o leyendo las letras y todo eso... Después, ni bien llegaba a
mi casa, ponía inmediatamente a sonar el disco, y lo escuchaba una y otra vez
durante un mes, hasta que tenía oportunidad de volver a la disquería en Oslo...
¡Era una experiencia fantástica! Hoy los pibes se conectan y ya está... Bajan
todo así nomás. Es triste, como vos decís, porque hace que la gente aprecie a
la música desde otra perspectiva, y además ya no la valoran de la misma forma.
Es todo mucho más superficial. Raramente leen las letras o se interesan por el
resto de lo que un disco solía incluir...
- Con
respecto a lo que decías antes sobre el tema de las ventas, me parece
algo muy refrescante ver cómo gente dentro del black metal hoy por hoy admite
que la idea es vivir de la música que uno hace, lo cual es totalmente
lógico y natural. Antes, si uno mencionaba algo así en un género como éste,
enseguida te tildaban de “sacrílego”...
- Entiendo lo
que querés decir, pero dejáme aclarar una cosa: si hacer plata fuera nuestra única
motivación, estaríamos tocando otro tipo de música. Lamentablemente todavía
tenemos que hacer otras cosas. Frost, por ejemplo, es un ingeniero de sistemas.
Es un muy buen trabajo, con un muy buen sueldo. Yo recibo ofertas dentro de la
industria todo el tiempo, porque la gente dentro de este medio me conoce y sabe
bien cómo soy... Pero con Satyricon hacemos mucha menos plata de la que
haríamos en un trabajo totalmente ordinario. El tema es que eso a nosotros no
nos interesa. No somos la clase de personas que viven sus vidas de esa forma.
Tenemos otras prioridades y amamos lo que hacemos. Por supuesto que a veces nos
preguntamos “¿para qué mierda estamos haciendo esto? ¡Ya no tiene sentido!”,
pero también hay otros momentos en los que disfrutamos muchísimo este asunto...
Lo que muchas veces la gente no pareciera entender es que esto es, para
nosotros, una “profesión”, es decir un trabajo, y no un hobby. Y como tal
debería ser remunerado. Eso es algo lógico, ¿no? Esto es lo que hacemos full-time, y no
cuando salimos del colegio o cuando no estamos boludeando en el pub de la
esquina... Yo ya vengo en este tema desde hace rato... Los que dicen que el
black metal no debería ser redituable, o que las tapas de los discos tienen que
ser únicamente blanco y negro, o que no se deberían vender más de mil copias de
tu disco, o que no se supone que salgas de gira por el mundo, o todas esas
idioteces... bueno, para empezar, esa gente es en su mayoría bien joven. Deben
tener unos 20 o 22 años. Ok, si tenemos en cuenta que todo este asunto del
black metal explotó allá por el ´92 y el ´93, bueno... entonces estos pibes
tenían unos 8 años en esos días. ¿Qué mierda saben? Se creen que porque leyeron
“Lords Of Chaos”, que es un libro lleno de mierda y de mentiras, saben de lo
que están hablando. Pero no saben nada. Hacen falta más tipos como Euronymus (controversial
ex líder de Mayhem, asesinado por Varg Vikernes de Burzum), que fue uno de
los verdaderos pioneros en el género y hoy es una suerte de icono cultural
dentro del black metal. Euronymus siempre decía que odiaba toda la ideología
punk y hardcore dentro del black, el hecho de que “no se supone que hagas esto
ni lo otro” o “no se supone que seas compensado por tu arte”. Siempre lo decía
exageradamente, pero esa era su forma de hacerse entender. Es gracioso como hoy
la clase de gente que justamente Euronymus odiaba anda diciendo cosas como “¡a
la mierda con Emperor! ¡Aguante Carpathian Forest!” (risas) El problema con
el black metal es que hay demasiados nenes escuchándolo...
Tiempos Oscuros & Medievales
Uno de los desprendimientos más interesantes surgidos de Satyricon fue
el álbum “Fjelltronen”, editado en 1995 por Satyr bajo el nombre de
Wongraven e interpretado íntegramente en guitarras acústicas, piano, percusión
y sintetizadores. La obra podría ser definida como música “ambiental y
medieval”, aunque ningún otro álbum dentro del estilo puede realmente
comparársele.
“Ese proyecto surgió en el medio
de la etapa “medieval” de Satyricon. Tenía tantas ideas similares dando vueltas
en mi cabeza que tuve que crear un desprendimiento que fuera netamente medieval
y ya sin el ingrediente black”, explica Satyr. “La idea era básicamente
sacar toda esa música de adentro mío. Pero si lo hubiera hecho en Satyricon, la
banda se hubiese convertido en algo folk y ambiental. Como amante de la música
y como compositor, grabar el disco de Wongraven fue algo necesario. Por eso usé
ese nombre. Wongraven es mi apellido real (N. del R.: el nombre real de
Satyr es Sigurd Wongraven). Y al usar esa palabra para bautizar al proyecto
estaba diciendo que este soy yo, y esta música es lo que yo soy en realidad. Y
de hacer un segundo disco, las posibilidades serían ilimitadas. No
necesariamente debería ser un disco de música medieval o folk, sino de
cualquier cosa que me interese profundamente al momento de componer, o que me
represente en un momento determinado de mi vida. No creo que nunca pase algo
así, pero si en un momento me interesa la música tecno, en teoría podría grabar
un disco tecno y editarlo bajo el nombre de Wongraven, ¿entendés? Puede ser
cualquier cosa. No obstante, todo lo que tengo para decir musicalmente lo estoy
diciendo en Satyricon, así que por el momento no tengo planes de editar un segundo
álbum...”.
- ¿Cómo fue que se te ocurrió usar al
medioevo como concepto para la primera etapa de Satyricon y para Wongraven?
- Es la música que llevo adentro. Es algo que me sale
solo. No lo puedo explicar de otra forma. A diferencia de lo que pasó con Storm (proyecto de música folk
tradicional noruega en versión metalera cuyo único álbum, “Nordavind”,
fue grabado en 1995 por Satyr junto a Fenriz de Dark Throne y Kari Rueslatten
de The Third And The Mortal), Wongraven fue algo que tenía que
hacer. Storm, en cambio, fue una idea. Hay una diferencia ahí. Una cosa
es una necesidad, algo que te sale solo y vivía dentro de mí, y otra cosa es
una idea, algo que planeas anticipadamente porque pensás que puede llegar a ser
interesante.
El Origen Del Icono “S”
“Honestamente,
el nombre “Satyricon” no tiene un único significado. Es más, ni yo mismo sé
concretamente qué significa”, confiesa Satyr cuando le pregunto algo que me
venía carcomiendo la imaginación desde el momento que escuché “Dark Medieval Times” por primera vez, allá por 1993. “Podés pasarte horas buscando el
significado de nuestro nombre en Internet y te puedo asegurar que no lo vas a
encontrar”, prosigue el noruego. “La palabra “satyricon” tiene muchas
fuentes. La más importante sería el texto de Petronio (autor romano, quien
escribiera “El Satiricón” en el siglo I. La obra relata las peripecias
de tres amigos por el sur de Italia que sobreviven en base a engaños y
artimañas), que yo ni siquiera leí. Después tenés la película de Fellini,
que ví una vez hace ya muchos años, y de la cual me enteré como un año después
de haber formado la banda. La idea surgió originalmente en la época en la que
teníamos otro guitarrista, antes de grabar nuestro primer demo. Un día Frost,
él y yo nos pusimos a hablar de mitología griega, porque yo justo en esa época
estaba leyendo una serie de libros larguísimos sobre el tema. Ahí descubrí a
estas criaturas llamadas “satyrs” (“sátiros”), que eran mitad hombre y mitad
bestias, con patas de carnero, como una suerte de demonios de la naturaleza que
eran temidos y admirados a la vez, porque eran sumamente brutales y al mismo
tiempo muy talentosos desde el punto de vista musical. Entonces pensamos en
ponerle “Satyr” a la banda, pero después alguien mencionó la palabra “icon”
(“icono”), y se nos ocurrió combinar ambas cosas, es decir “Satyricon”, que
podría interpretarse como el ver a los sátiros como íconos... Y te repito que
mucho después nos enteramos de la película, y hasta el día de hoy desconozco la
intención de Fellini o la idea detrás de ese título.”
Los
Dominios De Satyr - Satyricon,
Disco X Disco





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