Thursday, August 25, 2011

DIMMU BORGIR “Death Cult Armageddon” (Nuclear Blast, 2003)



Dimmu Borgir atraviesa hoy una encrucijada: continuar expandiendo su propuesta original de a pequeños y precavidos pasos -tal y cual como lo vienen haciendo desde el comienzo- o renovarla por completo y tomar un atajo para finalmente dar el paso más largo de todos. En “Death Cult Armageddon” ya no sorprende la participación de una orquesta completa, por más grande que sea el número de sus integrantes. Ya no sorprenden los contrastes vocales entre los bramidos de Shagrath y la colosal magnificencia de Simen “Vortex” Hestnaes. Ya no sorprenden los blast-beats taladrados ni el doble bombo triggeado de Nick Barker. Ya no sorprenden los toques pesudo-industriales, los ritmos militares ni los arreglos electrónicos. Ya no sorprenden la producción de primer nivel ni la notable mezcla que permite diferenciar a banda y orquesta con exquisito detalle. Ni siquiera sorprende el incongruente y ridículo -desde el punto de vista gramatical- título de tres palabras. Pero, irónicamente, puede que este sexto larga duración represente la obra más dinámica, grandiosa, sólida, dramática, heterogénea y redonda de toda la discografía de los noruegos. Masificar al black metal, pulir y lustrar su  apariencia y su manifestación sonora, y permitir su ingreso a los charts y oídos adolescentes del mundo entero pareció ser tarea fácil. El problema ahora es perdurar.

Sin embargo, que nada sorprenda no implica que “Death Cult Armageddon” no pueda disfrutarse. El “black metal sinfónico” es aquí más sinfónico y ciclópeo que nunca, adquiriendo proporciones panorámicamente cinematográficas en piezas como “Blood Hunger Doctrine”, la sublime "Allehelgens Dod I Helveds Rike", o “Progenies Of The Great Apocalypse”, cuya sección de cuerdas y vientos recuerda a los soundtracks de Basil Poledouris y Danny Elfman, dos referentes constantes del género. En total fueron utilizados unos cincuenta instrumentistas, a diferencia de la orquesta de cámara que grabara “Puritanical Euphoric Misanthropia” (2001), y el cambio se nota en cada instante. Violines, violas, chelos, oboes y trompetas se tornan casi omnipresentes en esta oportunidad, acompañando, texturizando e intensificando gran parte de la totalidad del álbum. La citada "Allehelgens Dod I Helveds Rike" (sí, la banda retomó las letras en noruego) resulta el ejemplo más iluminado en este caso. La musicalidad -literalmente hablando- que “Death Cult Armageddon” encierra, de hecho, es asombrosa. Una vez más el grupo no se limita a una única forma de agresión, permitiendo que riffs thrasheros al estilo ochentas ("Cataclysm Children", “Lepers Among Us”) coexistan junto a proezas operísticas (“Blood Hunger Doctrine”, el surreal y fabuloso comienzo de “Erradication Instincts Defined”), solos de guitarra que confirman la importancia de Galder en la banda (“Unorthodox Manifesto”) o estampidas azabache al mejor estilo de “Enthrone Darkness Triumphant” de 1997 (“For The World To Dictate Our Death”). Black metal o no black metal (determinarlo dependerá de la cantidad de tiempo libre de cada uno), al menos nadie puede tildar a las composiciones de Dimmu Borgir de “ordinarias”.

¿Pero qué sigue después de esto? “Death Cult Armageddon” sintetiza y compila todas las virtudes del grupo de manera incluso más coherente y consistente que “Puritanical Euphoric Misanthropia”, pero la sensación resultante es aquella que indica que el tope ya fue alcanzado y la repetición y el agotamiento están a la vuelta de la esquina. Seis trabajos de estudio consistentemente superiores entre sí (excepto tal vez por el desparejo “Spiritual Black Dimensions” de 1999) provocan esta clase de disyuntivas en la carrera de cualquier artista, y en la mayoría de los casos  encontrar una solución puede convertirse en una tarea utópica. Pero si existe una banda dentro del género que puede lograr semejante proeza, sin dudas es Dimmu Borgir... Y cuando lo hagan, seguramente se ganarán incluso más enemigos. 

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