Tuesday, August 09, 2011

LILITU “The Delores Lesion” (The End Records, 2004)



Primer tema de “The Delores Lesion” (tercer larga duración de Lilitu): “Only The End Of The World Again”. “Tan Sólo El Fin Del Mundo Una Vez Más”. “The Delores Lesion”: tan sólo otro disco más de metal vertiginoso, oscuro, atmosférico y melancólico al estilo del Dark Tranquillity post-“Projector" [(1999), los teclados desempeñan aquí un rol clave], mucho del Gotemburgo contemporáneo, algo de metalcore, más alguna pizca de exponentes menos acelerados como HIM o Placebo. Pero en este caso las composiciones provienen de Georgia, Estados Unidos, y el desmenuzar atento de las múltiples capas de cada tema revela una banda en plena ebullición creativa que, después de todo, merece ser escuchada. Pasión, efusividad, buen gusto, sustancia, delicadeza, arreglos efectivos. Y vértigo para llenar cinco discos distintos, a pesar de que estamos ante un álbum que no supera los 37 minutos. Pero su heterogeneidad apabulla. “Even The Voltures Have Moved On” arranca furiosamente al estilo black metal nórdico, deviene en un riff/melodía de guitarras gemelas que rememora las buenas épocas de In Flames, e incluye un estribillo a voz limpia de esos que hoy tanto se escuchan en el metal norteamericano. Este reblandecimiento ocasional en el rubro de las voces sea acaso el único punto débil del grupo. Pero es el tema que bautiza al álbum el que realmente extasía los sentidos. Al realizar su mejor imitación de Dark Tranquillity (algunas de las inflexiones vocales de Derek Bonner, de hecho, suenan idénticas a las de Mikael Stanne), Lilitu consigue orquestar un prodigio multicolor digno de los momentos más sofisticados y emotivos de los suecos. Imperdible. Y las escuchas repetidas finalmente lo confirman: Lilitu tiene con qué hacerle frente a la competencia europea. Tomen nota. “The Delores Lesion”: Tan sólo otro disco de metal norteamericano al estilo europeo. Pero de los buenos. 

Monday, August 08, 2011

BLACKMORE’S NIGHT “Past Times With Good Company” (SPV / Steamhammer Records, 2003)



Ritchie Blackmore no sólo conoce todos los recónditos de la guitarra habidos y por haber, sino que comprende a la perfección aquello que hace funcionar a un disco en vivo y lo convierte en una pieza de antología cuyo balance y resultado general ameritan que se lo considere de similar manera que a una obra de estudio. “Made In Japan”, de Deep Purple, probablemente sea el disco en vivo definitivo del género, y si bien el estilo emprendido recientemente por El Hombre De Negro difiere en todo sentido a aquel practicado por Purple o Rainbow, los resultados en “Past Times With Good Company”, primer álbum en vivo (doble) de Blackmore´s Night, son igualmente memorables. El disco fue producido por el mismo Blackmore, y gracias a la posibilidad de improvisación y reciprococidad inherentes al formato, su sincero e incontenible amor por la música renacentista y medieval queda aquí expuesto de forma incluso más hermosa y efectiva que en los tres trabajos previos combinados. Podría recurrir a una frase al estilo “el mejor álbum en vivo de los últimos años”, pero incluso de esa forma no estaría haciéndole justicia a esta obra. No obstante, sí puedo afirmar lo siguiente sin titubeo alguno: desde hace ya años que “Past Times With Good Company” suena a mi alrededor (y en su totalidad) al menos 10 veces por semana sin la más ínfima amenaza de aburrimiento, y el sortilegio sonoro en ningún momento faltó a la cita.

Experimentar “Past Times With Good Company” equivale a “estar ahí” junto a la audiencia, delante del grupo, bajo una luna violeta y respirando el mismo aire de cofradía renacentista. Las fotos que ilustran el booklet muestran a un Blackmore acompañado de numerosos músicos invitados, todos vestidos cual juglares, rapsodas o trovadores. La sensación que se obtiene es la de una banda viajera recorriendo los castillos más importantes del viejo continente, llevando su arte a todos aquellos que quieran disfrutar de él. Cada vez que uno presiona “play” da comienzo una noche inolvidable. El efecto de “transportación” es literalmente inmediato e inaudito, desde los primeros segundos de la introducción que conduce a “Shadow Of The Moon” (aquí en una versión de casi 11 minutos) en adelante. El roce de los arcos contra las cuerdas de los violines y los cellos, la solidez de la sección rítmica, el aplaudir y celebrar del público, las omnipresentes panderetas, los encantamientos exhalados por Candice, y los siempre extraordinarios dedos de Blackmore, convierten a “Past Times With Good Company” en una verdadera fuente de inagotable belleza musical en el sentido más puro y básico del término. El maravilloso “Live In Paris And Toronto”, de Loreena McKennitt (con quien Blackmore´s Night comparte más de un ingrediente) podría citarse como uno de los escasos ejemplos que consigue similar milagro.

Instrumentalmente, la obra extasía los sentidos hasta la embriaguez absoluta. Candice Night es un ángel, un serafín celestial que seduce, conforta y alegra el corazón con su voz y personalidad, como lo demuestran las presentaciones antes de cada canción o sus comentarios e intervenciones a lo largo de la placa, tan dulces como divertidos. No extraña en lo absoluto que Blackmore haya perdido interés por Rainbow. Si los colores del Arco Iris no vuelven a brillar es porque el oro ya fue encontrado y continuar la búsqueda resulta una tarea redundante... Y yo no lo culpo en lo absoluto.

Como perlas incuestionables a lo largo de la velada se destacan la misma “Past Times With Good Company” (particularmente las secciones que van de 2:26 a 3:33 y de 4:55 a 5:30), el crescendo pasional y el irrumpir de las gaitas y la batería en la prodigiosa “Fires At Midnight” (originalmente de 3:10 a 3:57 e incluso de forma más emotiva de 4:45 a 5:24) y los posteriores solos entrelazados de violín y guitarra, capaces de ponerme la piel de gallina una y otra vez, o la conmovedora versión de “I Still Remember”, el festín que genera “Under A Violet Moon”, los punteos eléctricos de “16th Century Greensleeves”, y la sorpresiva aparición de “Soldier Of Fortune” en el playlist, único resabio presente del pasado púrpura (¿acaso esperaban “Smoke On The Water” o “Highway Star”?).

El álbum sencillamente constituye un éxito en todas las áreas que conforman la experiencia de una verdadera obra “en vivo”: lista y selección de temas, interacción con el público, nivel de improvisación y variación en las canciones, ejecución, arreglos e instrumentación, sonido, producción general, atmósfera, y, fundamentalmente, magia. Esa magia que incorpora el elemento visual a una obra auditiva y remonta los sentidos a otros tiempos, otros lugares, aromas y situaciones. De eso se trata justamente “Past Times With Good Company”: la recreación de viejas y hermosas épocas pasadas junto a buena compañía... La mejor que se pueda pedir. 

FEAR OF ETERNITY “Funeral Mass” (Moribund Records, 2007)


Este cuarto lanzamiento de Fear Of Eternity (todos ellos editados en menos de dos años a través de Moribund Records) constituye, en realidad, una re-edición del primer demo de Andrea Tilenni (único responsable y artífice del proyecto), grabado originalmente en 2001. Y, al parecer, las cosas eran ayer tan negras como hoy. Ya se sabe: en lo que a la música depresiva respecta, el mañana nunca llega y la luz al final del túnel está siempre demasiado lejos como para molestarse en tratar de alcanzarla. Al menos, esa es la sensación que uno experimenta con Fear Of Eternity en todos y cada uno de sus discos. Black metal etéreo, ambiental, y ultra-miserable, con marcadas influencias de soundtrack de película de terror europea de “Clase B”. La calidad de la grabación es paupérrima, como corresponde, y no fue mejorada ni un ápice (a decir verdad, todas las obras de Tilenni suenan a demo, así que ¿para qué molestarse?). La voz es ininteligible incluso para los estándares del género (imaginen un maullido de felino en celo, homogéneamente desconsolador, y más o menos tienen una idea acabada de las secreciones que emana la laringe de este italiano). Y si esperan arreglos mínimamente complejos o esbozos de diversidad compositiva, busquen en algún otro lado (podrían empezar por otro sello, por ejemplo). Las diferencias con respecto a los trabajos anteriores (posteriores, en realidad) son, cuanto mucho, irrelevantes. Lo importante aquí no son las canciones, sus casi inexistentes diferencias, ni los altibajos inherentes a su orden a lo largo del CD. No. Básicamente, todas conforman una misma y nebulosa atmósfera de desdicha, melancolía y angustia existencial, de aroma arcano y textura mística. Y, no obstante tal minimalismo, Tilleni consigue una vez más cautivar indefectiblemente los sentidos orquestando su oscuridad fatta in casa. “Misa Fúnebre” es, sin dudas, un título más que apto para la ocasión. Una misa tan horrenda como hermosa. Y el funeral del alma.

Friday, August 05, 2011

BELPHEGOR “Lucifer Incestus” (Napalm Records, 2003)


Ellos le dicen “agresión blasfema e híper-rápida”. La tapa (censurada en varios países) exhibe a voluptuosas monjas desnudas pecando el pecado más grande de todos (y disfrutando cada instante). El título es “Lucifer Incestus”. Las canciones, por su parte, reciben nombres tales como “Fukk The Blood Of Christ”, “Diaboli Virtus In Lumbar Est” (los antiguos latinos jamás se hubiesen imaginado que su imperecedero idioma sería tan abusado centenas de años más tarde por las agrupaciones de música extrema para ilustrar sus pre-manufacturadas auras diabólicas), “The Sin Hell-Fucked”, o (mi favorita) “Demonic Staccato Erection”. Los músicos se auto-bautizan con apodos tales como “Torturer” (que se encarga de la “artillería de alta velocidad”) o “Helmuth” (que practica los “gruñidos herejes” y toca la “motosierra”). El país es Austria y los trabajos anteriores son tres (“The Last Supper” de 1995, “Blutsabbath” de 1997, y el popular “Necrodaemon”, de 2000). El productor fue sorpresivamente Alex Krull (Atrocity, Leaves´ Eyes) y el sonido es impecable, robusto, inteligible y barbárico. Los minutos son apenas 36 y los segundos 11, pero no sobra ninguno. La brutalidad es indudablemente de primer nivel. Los riffs acribillan furia (el de “The Goatchrist” pareciera haber salido de algún álbum de Marduk). Los blast-beats martillean sin asco (“Paradise Regained” es un ejemplo ilustre). Los arreglos y las melodías de guitarra despiertan instintos que muchos preferirían no revelar. Las intros se estructuran en base a efectos de truenos, lluvia, gemidos, gritos, y demás fragmentos robados de alguna película olvidada por la mayoría pero adorada por los que escuchan cosas como esta. El nombre es Belphegor. Y el producto engendrado es un álbum de black/death metal macizo de primerísimo nivel que pega donde tiene que pegar y te deja sin aire.

El resto son detalles. 

Thursday, August 04, 2011

CHAOSTAR “Chaostar” (Holy Records, 2000)


“Todo comenzó con la idea de separar los elementos clásicos de las partes más extremas dentro de Septic Flesh” explica Chris Antoniou (guitarrista de la genial agrupación griega) en la gacetilla de prensa. Y, sin dudas, este primer trabajo de Chaostar logró cumplir con su cometido original a la perfección. Básicamente, Chaostar ofrece una interesante cruza entre la faceta más dark y clásica del pasado de Septic Flesh (¿se acuerdan de los temas “Tartarus” y “Underworld”?), combinada con un inocultable amor por las bandas de sonido de Hollywood, y una pizca del neo-clasicismo atonal de compositores como Stravinsky o Penderecki. El resto de los miembros de Septic Flesh también son de la partida (incluyendo a la espectacular soprano Natalie Rassoulis), por lo que no sorprende escuchar, de vez en cuando, algún que otro rugido de Spiros o Sotiris que inmediatamente nos recuerde a su agrupación original. Sin embargo, si dejamos de lado esos escasos pasajes, estamos ante un universo musical completamente distinto, en donde violines, celos, violas, trombones y flautas (entre muchos otros instrumentos) se conjugan para derrochar melodías y grandilocuencia a borbotones, recordando incluso a los mejores momentos de Elend, palabras mayores dentro de un género saturado de clones clonados a partir de clones. Lamentablemente, las obvias influencias de compositores como Christopher Young, John Williams, Basil Poledouris o Danny Elfman irrumpen ante nuestros oídos de una forma no precisamente sutil, perjudicando de cierta forma a un producto final que igualmente satisface con creces. El más obvio de los afanos puede escucharse, por ejemplo, en “An Electric Storm Of Thoughts”, cuya melodía vocal inicial está calcada del tema principal del filme “Hellraiser”. Por lo demás, no me alcanzan los elogios. Un álbum diferente, complejo y rico en arreglos orquestales, para escuchar repetidas veces y descubrir oscuros microcosmos de placer auditivo dentro de hermosas galaxias de pentagramas. No lo dejen pasar.

AMARAN “Pristine In Bondage” (Listenable Records, 2004)


Mientras que en Estados Unidos el inconsciente colectivo cree haber descubierto la pólvora de la mano de Evanescence, Europa continúa expeliendo agrupaciones lideradas (visualmente, al menos) por una frontwoman a un ritmo frenético. Los suecos Amaran prometían destacarse en su debut “A World Depraved” (2002) y el reciente “Pristine In Bondage” lo cumple sin vueltas. La contundencia de Arch Enemy, el filo oscuro y desconcertante de Nevermore, las contexturas góticas de Lacuna Coil, y el vértigo de toda la movida de Gotenburgo coexisten dentro de una propuesta thrash/death/power ultra-ajustada (producción de primer nivel mediante) y predominantemente orientada hacia las incesantes guitarras gemelas de Kari Kainulainen y Ronnie Backlund. Por su parte, la garganta de Johanna DePierre combina atributos de Cristina Scabbia (Lacuna Coil, seducción y ternura), Agnete Kirkevaag (Madder Mortem, porte y gravedad) y Kimberly Goss (Sinergy, furia y agresión). El infeccioso tempo de las canciones muerde sin asco, deposita su veneno y rechaza el aburrimiento. “Atropine” bofetea donde el goce más duele, “Katharsis” sorprende con un efectivo contrapunto gutural masculino, y el estribillo de “Without Stains” termina de corroborar el considerable olfato del grupo a la hora de orquestar pasajes memorables. La ráfaga de harmonías/riffs/melodías es constante en Amaran, y “Pristine In Bondage” la estampa in your face de principio a fin. No hay sorpresas, pero tampoco desilusiones. 

Tuesday, August 02, 2011

IN THE WOODS… “liveatthecaledonienhall” (Prophecy Productions / The End Records / Karmakosmetix Records, 2003)


“Esta es la última canción de la noche... y supongo que la última para siempre”, anuncia Jan Transit, cantante de In The Woods..., segundos antes de que la banda arremeta, acordemente, con “Closing In” (“Cerrando”). Ironía profética: “Closing In” abría “Strange In Stereo”, el último álbum de estudio de los noruegos, y hoy cierra “liveatthecaledonienhall”, su último álbum definitivo. Aunque ojalá el tiempo pruebe lo contrario. Porque In The Woods... es -era- una de esas entidades únicas dentro de la música en todas sus inconmensurables e inabarcables dimensiones. Todas. Black metal, doom metal, rock progresivo, rock sinfónico, electro-ambient… In The Woods... deambuló por todas esas posibilidades de una u otra forma y en tan sólo un demo, tres discos de estudio, tres 7”, y un compendio/compilado de covers y rarezas. Parece mucho pero no es nada. Existen bandas que en toda su discografía no consiguen generar la magia que In The Woods... genera en tan sólo una de sus canciones. Como es el caso de la excelsa “299.796 km./s”. O “The Divinity Of Wisdom”. O la maratónica “Omnio?”. O tantas, tantas otras. La clave fue nunca conformarse. Nunca limitarse a nada y entregarlo todo, extirpar frustraciones, volcar penas y compartir las más bellísimas de las emociones. Generar ilusiones y paisajes de desolación. Metamorfosear cascadas de tristeza con felicidad incondicional. Y soñar, cual poesías sonoras forajidas de estructura alguna jugueteando arbitrariamente entre torbellinos de música. Pura música. O música pura. Nótese la diferencia. Ambos casos se aplican a In The Woods... Y yo, al menos, los extraño. Mucho.

Grabado el 29 de diciembre del 2000 pero editado casi dos años más tarde, “liveatthecaledonienhall” presenta, efectivamente, el último show en vivo ofrecido por la banda; más de dos horas de los momentos cumbres del grupo plasmados en dos placas a modo de homenaje, despedida y epitafio. Todos los trabajos de estudio fueron tenidos debidamente en cuenta y son interpretados de forma cronológica en el playlist, intercalando esporádicamente rarezas y covers extraídos de “Three Times Seven On A Pilgrimage” (2000) tales como “White Rabbit” (de Jefferson Airplane), “Empty Room” o “Epitaph” (de King Crimson), e incluso la presentación de un tema inédito (que transita territorios afines a los de “Strange In Stereo” de 1999) sin título definido que para la ocasión es bautizado como “Beer” (“Cerveza”). El primer cuarto del primer CD es, por lo tanto, dedicado a “HEart Of The Ages” (1995) e incluye una nueva versión de “Yearning The Seeds Of A New Dimension” (que retiene la introducción onírica pero elimina los pasajes de black metal) combinada con “The Divinity Of Wisdom” (nuevamente sin los toques negros), más el tema que bautizaba aquel épico y vasto álbum debut. De hecho, todo vestigio de black metal, ya sea instrumental como vocal, fue intencionalmente dejado de lado para la ocasión, relegando por desgracia al olvido clásicas piezas tales como la extensa “Wotan´s Return” o la salvaje “Tell De Dode”, ladrillos primigenios de una pared que posteriormente se pintaría de negros más terrenales. Las selecciones de “Strange In Stereo” comprenden a “Titan Trascendence”, “Path Of The Righteous”, “Dead Man´s Creek” y la citada “Closing In”, todas ellas en versiones maravillosamente conmovedoras.

Pero muchos parecieran considerar a In The Woods... como un sinónimo de “Omnio” (1997), y ellos demuestran que son perfectamente conscientes del detalle al presentar este segundo trabajo de manera íntegra en todo su calidoscópico esplendor, incluyendo las tres partes de “Omnio?” (el tema). Y la decisión no pudo haber sido más bienvenida. Ciclópeo, glorioso, ensordecedoramente divino e indeleble como esos momentos en nuestras existencias que duran unos pocos segundos pero que recordamos para siempre, “Omnio” fue el álbum que cambiaría mi vida. Estas líneas las escribo, de cierta forma, gracias a “299.796 km./s”, esa entelequia de melodías y sensaciones de ensueño que se desenvuelven dramática y exaltadamente a lo largo de catorce minutos en una quimera que trasciende lo sonoro y redefine lo espiritual. Siempre me interesó escribir sobre la música, pero fue ésta canción la que me impulsó a dar el paso adelante y confrontar seriamente el teclado. Y se trataba tan sólo del principio. El principio del álbum propiamente dicho, y principio personal a la hora de sentir, experimentar y traducir en palabras lo intraducible e inexplicable. 

Una de las pocas características que las tres obras de estudio de In The Woods... comparten entre sí es su estilo espontáneo, el fluir desestructurado, casi improvisado, de ideas que nunca parecieran encontrar barreras en su camino. Ideas, en efecto, "estereofónicamente extrañas" y por momentos bizarras. Consecuentemente, resulta lógico -y reconfortante- comprobar que en vivo el grupo no suena ultra-ajustado ni se dedica a calcar las versiones de estudio. De hecho, por momentos pareciera que ni siquiera hayan ensayado algunos de los temas en los meses precedentes al evento. Así es, justamente, como surge la magia. Las cuerdas de los hermanos Botteri, verdadera fuente inagotable de escalofríos dorsales, sufren/gozan en mayor medida de esta característica, mientras que los ritmos de Anders Kobro se amoldan acordemente, acelerando o desacelerando las partes originales según lo requieran las circunstancias. Synne Soprana pone los pelos de punta (en el buen sentido) en más de una ocasión, particularmente durante “Mourning The Death Of Aese”. Y Jan Transit es Jan Transit, luciendo su personalidad en lugar de su talento, sus espasmos en lugar de sus gritos, priorizando la honestidad y el ímpetu en lugar del vigor, expresándose tímida y torpemente (“creo que tengo que decirles gracias por haber venido”), presentándole su mamá a la audiencia (“de cierta forma, “Omnio?” trata sobre las madres”) y saludando en idiomas diferentes. Pero por sobre todo, demostrando que In The Woods... no sería In The Woods... sin él, su inigualable sarcasmo y esos hechizos que su garganta entona una y otra vez.

Faltan algunos coros femeninos, algunos riffs, algunos cortes de batería e intervenciones del doble bombo, y las secciones de cuerdas clásicas de “299.796 km./s” fueron lógicamente descartadas, dotando a la canción de una energía notablemente más dinámica. Pero lo que no falta es la magia, el memorable sortilegio que uno pretende escuchar de parte de In The Woods... y que en “liveatthecaledonienhall”  ellos entregan de principio a fin. Y hasta el fin, lamentablemente. Pero estas torpes palabras apenas rozan la superficie. Porque si bien todo lo que empieza tiene que terminar, algunas cosas están más allá de meros comienzos y desenlaces. In The Woods... es una de esas cosas. Y mientras los recordemos y los llevemos dentro de nuestro ser perdurarán bajo la forma de su verdadera apariencia: eternos.

Para siempre...

Monday, August 01, 2011

IN THE WOODS… “Three Times Seven On A Pilgrimage” (Prophecy Productions, 2000)


Acaso las composiciones de estos noruegos eran demasiado bellas para subsistir en un mundo como el nuestro. “Mis ojos están cerrados / Me siento solo / Hay algo dentro de mí / Goteando y gritando”. Los mismísimos cielos deben estar llorando la muerte de este ángel cuyas alas lamentablemente ya no volverán a volar. “Si la Tierra fuera un sauce / Y vos también lo fueses / ¿Acaso estaría llorando de forma tan  dulce y sincera?”. Como poesías que deambulan sin propósito por un torbellino de pentagramas, In The Woods... nos permitió, a aquellos que supimos disfrutar de su hechizo, aferrarnos a sentimientos antes inimaginados. “Nuestro conocimiento era completo / Todas nuestras necesidades satisfechas / Y no podíamos sentir / Un cuento de hadas tan irreal”. Nadie hubiera presagiado que un fabuloso compendio de rarezas, covers y temas inéditos se convertiría en la obra póstuma de esta sublime agrupación noruega. “Todos los días que me dejaron / Y las especies que vi / Fueron tan sólo un sueño...”. Cada minuto transcurrido, una orgía para los sentidos; cada melodía flotando en el aire, un milagro hecho realidad. “Océanos de infinidad / Que uno presencia raramente”. ¿Alguna ves sintieron que una canción pareciera haber sido compuesta exclusivamente para ustedes? Como si de una insólita comunión entre interprete y oyente se tratara, In The Woods... compuso una discografía completa únicamente para mí. “Aquí estoy / Una vez más vengo a salvarte / Soy la encarnación de todo aquello que es puro / Todo aquello que sos vos / La isla en tu océano tan cruel / Y nunca estarás muy lejos / Con mi presencia”. “HeArt Of The Ages”: misticismo primigenio. El anhelo de una semilla que pronto se convertiría en miríadas de raíces nerviosas fluyendo como ríos de emociones. “Omnio”: “Junté ladrillos durante toda mi vida / Para poder construir una casa en la que vivir / La puerta es donde escribo estas palabras / La ventana, el lugar en el que perdono”. Si “Omnio” efectivamente fuera una casa, amaría poder vivir en ella. “Strange In Stereo”: Complejidad retorcida entre marañas de frustraciones y promesas destrozadas. “Ella vive en el ático / A un piso entre mi habitación y los cometas / Entre el caos y los sueños”. “Three Times Seven On A Pilgrimage”: Una canción de despedida, como este humilde homenaje... Porque supongo que es cierto que todo lo bueno tiene que terminar. Horas buscando una palabra para expresar mi dolor, y sin embargo... es inútil. “Nadie a quien tocar / Nadie a quien abrazar / Estoy solo, luchando contra esta enfermedad...”. 

Thursday, July 21, 2011

DAEMONIA “Dario Argento Tribute” (Sony Music, 2000)


Claudio Simonetti.

¡¿Quién?!, se preguntarán ustedes. ¡Más respeto, che! Hoy probablemente pocos lo recuerden (fuera de los cinéfilos amantes del cine de culto), pero, durante la década del ´70, Simonetti se desempeñó como tecladista y principal compositor de la agrupación italiana Goblin, famosa por haber grabado clásicas bandas de sonido para filmes del director italiano Dario Argento. Sin embargo, antes del cambio de nombre solicitado por el mismo director, el grupo se hacía llamar Cherry Five y practicaba una interesante cruza experimental entre el rock progresivo y sinfónico. Hoy, varias separaciones, reuniones, y una fructífera carrera solista de por medio, Simonetti se da el lujo de hacer gala de sus verdaderas influencias al encarar, casi treinta años después, una nueva y flamante banda a la que bautizó Daemonia. Y la mejor forma de iniciar la etapa sería, por supuesto, editando una obra que funcione al mismo tiempo como debut y álbum tributo. El resultado es este descomunal “Dario Argento Tribute”, en el que Simonetti homenajea su colaboración con el brillante realizador cinematográfico y, al mismo tiempo, ofrece sus interpretaciones de varias otras piezas de los filmes del “maestro de lo macabro” en las que no estuvo originalmente involucrado. Ningún clásico quedó, por lo tanto, fuera de la ceremonia: los temas principales de “Suspiria”, “Profondo Rosso”, “Tenebre”, “Opera” y “Phenomena” son todos de la partida, al igual que composiciones ajenas a los Goblin como “La Síndrome Di Stendhal” y “Sospiri E Sospiri” (ambos del maestro de maestros, Ennio Morricone), o “Mater Tenebrarum” e “Inferno” (de Keith Emerson), entre otras sorpresas (igualmente, llama la atención la ausencia de “L´Uccello Dalle Piume Di Cristallo”). Las nuevas versiones transitan desde el homenaje a la reinvención total, obteniendo en ambos casos resultados formidables; superiores, en ocasiones, a los mismísimos originales. Los infinitos colores que encierra la paleta de la oscuridad quedan expuestos con sublime refinamiento en un banquete tan conmovedor como incomparable cuyo vuelo alcanza alturas inenarrables durante las instancias en las que se suma un conjunto de cuerdas y su consecuente delicadez clásica. Simonetti baña al álbum de una pasión simultáneamente reconfortante y melancólica, contrastada con inteligencia por el inocultable bagaje metalero del resto de los músicos, quiénes no se privan de solos de guitarra o el repiqueteo de doble bombo. Ideal para disfrutar hasta el hartazgo si la cinefilia -especialmente la bizarra- es uno de tus defectos incorregibles. 

Wednesday, July 20, 2011

ARCTURUS “The Sham Mirrors” (Jester Records / Ad Astra Enterprises, 2002)


No existe tal cosa como un álbum de Arcturus sencillo de describir. Siempre imaginé al sonido del grupo como un bufón que se burla de tus expectativas y las lleva de paseo por territorio pedregoso para luego traerlas de regreso sumamente confundidas. El recorrido produce vértigo y no debería recomendarse a aquellos fácilmente impresionables, pero la recompensa es sin dudas fascinante. Porque tampoco existe tal cosa como dos álbumes de Arcturus que se parezcan entre sí. “Aspera Hiems Sinfonia” (1995) instaló el término “súpergrupo noruego” en boca de medio mundo, y nadie podía argumentar que el resultado no era justamente “súper”. Como una orquesta desenfrenada y delicada al mismo tiempo, la obra lograba una conjunción exquisita de black metal épico, música clásica y metal progresivo, sustentada por una atmósfera que todo lo convertía en invierno. Aún recuerdo a mi mandíbula rebotando por el suelo cinco minutos luego de escuchar maravillas como “Du Nordavind” por primera vez. Pero nada, absolutamente nada podría prepararme para lo que vendría a continuación. “La Masquerade Infernale” (1997) desafiaba fronteras estilísticas y cordura mental, se reía ante la insignificancia de sus competidores, y nos hacía la vida imposible a los periodistas que se suponía debíamos tratar de explicar de qué cuernos se trataba el asunto. Del black metal sólo quedaban algunas esporádicas descargas (el comienzo de la extraordinaria “Alone”, por ejemplo), el metal progresivo nunca antes había logrado ser tan literalmente progresivo, el invierno se transformaba en inviernoveranoprimaveraotoño, e instrumentos clásicos de cuerdas y programaciones electrónicas se entrelazaban al festín descabellado hasta obtener una sílfide sonora, tan deslumbrante como caótica.

Por lo tanto, sabía que debía esperar lo inesperado cuando “The Sham Mirrors” finalmente fue editado, luego de más de dos años de grabaciones interrumpidas y amenazas de separación. Según declaraciones recientes, este tercer trabajo de larga duración (sin contar a “Disguised Masters” de 1999, un compilado de re-mixes, rarezas y versiones inéditas) constituye, efectivamente, el último opus de Arcturus (Nota: como todo sabemos, el grupo editaría un álbum más en 2005). Y sin embargo la tristeza no me invade, porque de alguna forma la obra es un manifiesto rotundo de un conjunto de artistas al límite de sus capacidades y entregando lo mejor de sí mismos segundo a segundo, del primero al último.

Los nombres de los involucrados lo dicen todo. La formación continúa siendo casi la misma que grabara “La Masquerade Infernale”: Garm -aquí “Trickster G. Rex”- (Ulver, ex-Borknagar) en “voces de fantasmas y monos, y manipulación general”, Hellhammer (Mayhem, Winds, The Kovenant, etc...) en “baterías y llamaradas”, Sverd (ex-Kovenant) en “teclas en fuga”, y Knut M. Valle (Ulver) como “cabalgador de guitarras” (Carl August Tidemann, quien grabara todas las guitarras en “Aspera Hiems Sinfonia y algunos solos en “La Masquerade Infernale”, ya no es de la partida). El puesto de bajista -o “conductor de guitarras bajas”- lo ocupa en esta ocasión Dag F. Gravem. Asimismo, Mathias Eick se encarga de los instrumentos de viento en tres de las siete canciones, y a modo de invitado de lujo, como ocurría con Simen Hestnaes en “La Masquerade Infernale”, Ihsahn (ex-Emperor y hoy solista) se encarga de las “voces que escupen” en “Radical Cut”; como su nombre lo indica, un radical cambio en la rutina experimental que caracteriza el presente del grupo, y lo más cercano al black metal ortodoxo que hayan grabado desde el álbum debut.

Pero el resto del material, nuevamente, es cualquier cosa menos “ortodoxo”. Garm es uno de los cantantes más estupendos pero técnicamente limitados de toda la escena escandinava, y en piezas como “Kinetic” o “Nightmare Heaven” sus fronteras laríngeas quedan expuestas sin descaro alguno. Alcanzar los tonos más altos por momentos pareciera ser una tarea inútil, y son precisamente estas imperfecciones las que transforman a su registro en algo inmensurablemente único y personal. Su estilo aquí se asemeja considerablemente al que utiliza hoy en Ulver, pero la aclaración “voces de fantasmas y monos” que figura en el booklet no es de ninguna forma arbitraria. Los patrones rítmicos de Hellhammer acaso se manifiestan un tanto menos pirotécnicos que de costumbre, priorizando el trabajo en hi-hat en lugar de redoblante y bombos, si bien durante “Collapse Generation” y la citada “Radical Cut” su asombrosa labor en las áreas de contundencia y velocidad es expuesta sin anestesia. “Radical Cut”, en particular, es un torbellino devastadoramente brillante, un frenesí orgiástico que literalmente produce escalofríos y eleva el alma hasta la dimensión desconocida de nuestro propio interior. Ihsahn emplea el mismo tipo de alaridos que utilizaba en Emperor pero musicalmente la canción es Arcturus puro... si es que existe tal cosa. 

La introducción en piano clásico de “Star Crossed” y la sección intermedia de la siempre cambiante “For To End Yet Again” ponen en evidencia al tal vez mayor responsable del “sonido Arcturus” y su paleta de colores infinitos: Steinar “Sverd” Johnsen. Digámoslo de esta forma: podría incluso imaginar a Arcturus sin la participación de Hellhammer o Garm -no sería lo mismo, por supuesto, pero podría funcionar (nota: luego de "Sideshow Symphonies", hoy no estoy tan seguro)-, pero jamás, bajo ninguna circunstancia sería posible la existencia del grupo sin Sverd tras sus inenarrables, maravillosas teclas. La guitarra de Valle se entrelaza a la perfección en la estrafalaria mezcla, y sus solos alcanzan alturas excelsas de buen gusto e intrincada prestidigitación. El único resabio electrónico que entabla una conexión entre esta obra y el cuasi-bailable “Disguised Masters” lo representa el interludio de “Nigtmare Heaven”, pero en esta oportunidad las programaciones benefician a lo incorpóreo de la atmósfera en lugar de travestirla.

“The Sham Mirrors” de alguna forma constituye la obra más “accesible” de Arcturus. Y esta es una cualidad envidiable, puesto que los temas atrapan al oyente de inmediato. Las múltiples escuchas revelan sus correspondientes tesoros escondidos, claro está, pero el impacto inicial es tan extraordinario que el resultado es un verdadero clásico instantáneo. Es cierto: Arcturus viene anunciando su disolución incluso desde luego del primer álbum; pero si esta es realmente una despida, no pudo haber sido más gloriosa.  

Tuesday, July 12, 2011

Entrevista: ULVER - Santa Sangre

(reportaje originalmente publicado en 2005 en la revista Maelstrom)

 ¡Arrodíllense ante su Sagrada Eminencia, el Papa Kris Rygg I!



Los Sumos Pontífices de lo inclasificable
perpetúan sus bufonadas en “Blood Inside”.
Y una vez más, nada vuelve a ser lo mismo.

 “¿De qué se trata, de qué se trata?”, pregunta una y otra vez el estribillo de “It Is Not Sound” (“No Es Sonido”). ¿De qué se trata Ulver? De nada y de todo. De licántropos locos y melómanos bufones. De ruido blanco y metal negro. Uno nunca termina de comprender a Ulver, sus perpetuas metamorfosis, su verdadero propósito (¿y si nos están tomando el pelo a todos?), o el por qué de su refulgente e inexplicable magnetismo, pero de alguna forma la banda se lleva en la sangre. Y sobre la sangre trata (o pareciera tratar) “Blood Inside”, último engendro amorfo de estos vanguardistas y ególatras noruegos tras el monumental y aclamado “Perdition City” (ver nota en #1 para mucho más datos sobre aquel disco y toda la historia de Ulver), y acaso su obra más pomposa, exótica y pretenciosa. ¿Y de qué se trata? Ni ellos mismos parecieran saberlo. Lo único seguro es que no es Sonido. Es simplemente Ulver.  “Definitivamente es un disco pretencioso. No tiene nada de malo admitir esto”, reconoce Kris “Garm” Rygg, titiritero de profesión y músico aficionado, con su tradicional tono solemne y constantemente irónico. “De alguna forma queríamos lograr algo así desde un principio. Es un disco más abierto y no tan hermético como “Perdition City”, y creo que también tiene un cierto aspecto lírico y operístico”.

-  Lo fascinante es que el disco es totalmente experimental y atípico, pero incluso así suena coherente. Es mucho más bombástico y exótico que “Perdition City”, que era más bien minimalista y atmosférico, y más cálido que “Themes From William Blake’s The Marriage Of Heaven And Hell”...
- Sí, es más orgánico, mucho más que los otros, sobre todo desde un punto de vista rítmico e instrumental. Si bien seguimos usando elementos electrónicos, esta vez queríamos lograr algo más tradicional y trabajar fundamentalmente con los instrumentos de siempre: voz, guitarra, bajo y batería, pero siempre en un contexto de experimentación...

Experimentación. De eso se trata Ulver. La canción “In The Red” incluye pasajes que parecieran haber salido de una banda de jazz o swing de los años ´30 o ´40, mientras que “It Is Not Sound” presenta un solo de teclado basado en una melodía de Bach pero interpretado al estilo de Rick Wakeman y todo el movimiento de rock sinfónico de los ´70. Todo adquiere lógica en el ilógico universo de Ulver y en manos de Rygg, victorioso sobreviviente del auge y caída del black metal noruego que hoy se rehúsa a pertenecer a ninguna escena y al mismo tiempo incorpora elementos de todas ellas. Lo de Ulver está más allá de cualquier confín y la meta es simplemente mezclar los ingredientes de siempre de una forma nunca antes ideada. “Las cosas pasan. A veces para bien y otras para mal”, continúa Rygg. “Nosotros probamos un montón de cosas y las mezclamos, y a veces funcionan y a veces no.”

- Según tu experiencia, ¿funcionan en la mayoría o en la minoría de los casos?
- La mayoría de las veces no funcionan. Por eso tardamos tanto en editar un disco. Por eso pasaron cinco años entre “Perdition City” y “Blood Inside”. Si fuera algo más fácil sacaríamos un disco nuevo todos los meses. Nos la pasamos encerrados en el estudio, probando cosas, arreglando cosas, descartando cosas... De “Blood Inside” creo que tenemos, fácil, unas diez horas de música que quedó afuera del disco.
- Lo de ustedes es siempre “prueba y error”...
- Sí, pero ojo que con esto no quiero decir que “Blood Inside” sea un éxito rotundo.
- ¿O sea que no estás totalmente satisfecho con los resultados?
- Nunca estoy completamente satisfecho. Siempre soy muy ambivalente y cuidadoso en ese sentido. Este disco me dio un montón de dolores de cabeza y de estómago. Cuando lo terminamos pensé que me iba a volver loco porque no me gustaba para nada. Esto me suele pasar. No estaba seguro de los resultados. Pero sí estoy contento con el hecho de que, más allá de cualquier cosa, este disco suena original y no se compara con nada de lo que se puede encontrar en el mercado hoy en día... al menos, con nada que yo conozca.
- La verdad es que a mí “Perdition City” me sigue pareciendo un disco superior a “Blood Inside”, aunque claro que ya llevo varios años escuchando aquel disco y a este último todavía lo tengo que terminar de digerir. ¿Cuál es tu favorito, honestamente hablando?
- Es difícil decir. Creo que la comparación habría que hacerla una vez que editemos otro disco, porque de esa forma uno ya puede afirmar que escuchó bien tanto a “Perdition City” como a “Blood Inside”. Por otro lado, no creo que tenga sentido grabar la segunda parte de “Perdition City”. Al menos no lo hubiese tenido para nosotros, y estoy seguro de que alguien, en alguna parte, ya grabó algo similar. Nosotros siempre necesitamos mutar, cambiar... siempre hay algo nuevo que nos presiona para que vayamos para ese lado, y en definitiva cada disco nuevo es tan sólo eso: otro disco. Nos quedan muchos más por editar aún. De eso estoy seguro. Y mi ideal es siempre grabar la mayor cantidad de música posible y tratar de editar esa música. Digo “tratar” porque con mi actitud y mi auto-crítica siempre se me hace difícil el permitirme a mí mismo editar algo que haya grabado. Hubo casos de discos enteros que descartamos porque no nos satisfacían... Pero mi ambición a largo plazo, mi meta, es poder sentarme de acá a muchos años frente a una “mesa de operaciones” e inspeccionar minuciosamente a toda nuestra discografía, que espero que para ese entonces sea vasta. Para mí hoy estamos haciendo cosas importantes y espero que el tiempo me dé la razón. Sonará pretencioso pero realmente creo que estamos “erigiendo” algo importante con esta banda. De acá a unos veinte o treinta años me veo a mí mismo haciendo algo así, poniendo en contexto cada una de nuestras obras... 
- ... y acordándote de la época en la que cada una fue concebida.
- Sí. Cada disco es una ventana hacia el pasado, pero al mismo tiempo cada uno fue concebido con una mirada hacia el futuro. Y creo que “Blood Inside” no es un disco que esté totalmente desprovisto de al menos “ecos” o rastros de lo que hicimos en el pasado. Seguimos siendo la misma banda, pero con nuevos ingredientes.


- Lo que destaca a Ulver del resto es que ustedes nunca “pertenecieron” del todo a ninguna escena, incluso durante la “etapa black metal” del grupo...
- Eso tuvo mucho que ver con nuestro cambio, el hecho de no pertenecer a ningún lado. Siempre solemos hacer lo atípico. La gente se piensa que nos alejamos intencionalmente del black metal, y tal vez así fue, pero creo que más que nada estas cosas pasan porque uno sencillamente agarra las cosas que le interesan y deja al resto de lado. Nosotros agarramos el ingrediente oscuro del black metal, dejamos el resto de lado, y seguimos nuestro camino partiendo desde esa base. El black metal puede ser cualquier cosa que vos quieras que sea. No tenés que sonar como Mayhem o Darkthrone para ser black metal. Lo importante es ser individualista, pensar por vos mismo. Lo demás no importa. Los que pierden tiempo debatiendo qué tipo de música es esto o aquello, o qué es “verdadero” o falso, son pendejos de 18 años que no tienen idea de nada.
- ¿Seguís sin escuchar nada de metal?
- En realidad hace poco volví a escuchar algo. Supongo que es por una cuestión de nostalgia. Después de “Perdition City”, en el 2000, el metal era algo bastante reciente en nuestras carreras. Hoy ya pasaron cinco años desde ese disco y como diez años desde que dejamos de hacer metal, y uno se pone más nostálgico y se acuerda de las cosas buenas del pasado. Pero en realidad hoy escucho de todo, incluido algo de metal.
- El título original de este nuevo disco iba a ser “Utopian Enterprises”. ¿Por qué lo cambiaron?
- Ese título lo habíamos anunciado tras la salida de “Perdition City”. Siempre nos gustó mucho, pero parte de una plataforma ideológica distinta. Pertenece a otra época. Cuando empezamos a componer lo que hoy es “Blood Inside” nos dimos cuenta que el concepto ya no se ajustaba, pero de todas formas seguíamos con la idea de usarlo en algunas canciones. Pero después el resto del disco lo compusimos prácticamente todo al mismo tiempo, de forma muy rápida. Fue un disco que nos salió de adentro. Y después de eso el título “Utopian Enterprises” básicamente quedó fuera de la ecuación.


- Me sorprendieron las letras de este disco, sobre todo la de “For The Love Of God”, que tiene expresiones como “fucking Heaven to kingdom come” (un juego de palabras que podría traducirse como “cogiéndose al Paraíso hasta los cielos”)...
- La mayoría de la gente no entiende esa canción. Le buscan un significado que no existe. En realidad es una canción que habla sobre coger. Es sobre sexo. Algo básico. El otro día un periodista me preguntaba si tenía una connotación política...
- ¿Y de dónde sacaste la inspiración para escribir eso?
- (se ríe) No sé. Es algo que está siempre ahí, en el rincón, o en el fondo del armario. Siempre está presente.
- ¿Pensás que nuestras mentes se rigen constantemente, aunque de forma inconsciente, por ese pensamiento?
- En la mayoría de los casos creo que sí. Es el ímpetu que nos gobierna. La lucha por buscar el placer sexual. Sobre todo en los hombres.
- Es gracioso que me digas todo esto. Nunca me hubiese imaginado que ése era el tema de la canción. Yo pensaba que hablaba sobre la religión...
- Bueno, es que habla sobre algo religioso. Se podría poner en esos términos, también. El sexo podría ser algo religioso. Es todo una cuestión de semántica. De hecho pensamos meter frases como “montando la Torre De Babel”, pero eso ya hubiese sido muy explícito o muy fácil de interpretar.
- Coincidentemente, el concepto de “Perdition City” podría ser interpretado como la caída de una “Babilonia moderna”...
- Más bien un paralelismo entre nuestra Babilonia moderna y la Babilonia bíblica.
- Es decir que de una u otra forma ustedes siempre vuelven a tocar el mismo tema: la religión.
- Supongo. Es algo que implica ideales altos. Ideales que probablemente nunca se puedan alcanzar. Como la torre de Babel, que fue construida lo más alta posible para poder estar más cerca de Dios y para que él pueda escucharnos. Pero como ya sabemos esa idea no dio resultado y falló miserablemente. Esa es la historia, de alguna forma, detrás de “Blood Inside”. Es nuestro intento fallido de comunicarnos con Dios. Fallido y ridículo. Porque nuestra música es justamente ridícula a veces. Y muy burlesca.
- Yo siempre te vi a vos más como un “manipulador” que un “músico”. Algo así como la versión musical de David Lynch. El “bufón” que engaña o manipula a su audiencia y la lleva por territorio inhóspito...
- Muchas gracias. Lo tomo como un gran cumplido porque Lynch (N. Del R.: director de filmes tales como “Blue Velvet”, “Mulholland Drive”, “Lost Highway”, “Twin Peaks: Fire Walk With Me” o “Eraserhead”) es un artista que admiro muchísimo. Creo que lo que tenemos en común con él son los “cabos sueltos” que hay en nuestra música, y las referencias ocultas, que mucha gente nunca detecta.
- En “Blood Inside” trabajaron junto a Ronan Chris Murphy (legendario productor de bandas como Yes, Peter Gabriel o King Crimson). ¿Cómo se conocieron?
- En realidad él se contactó conmigo, hace ya varios años. Me mandó un mail diciéndome que era un gran admirador de nuestra música y que si alguna vez necesitábamos ayuda que no dudemos en llamarlo. Así que lo llamamos para este disco, porque pensamos que el material se prestaba a ser evaluado por un par de orejas ajenas al grupo. Fue una experiencia de trabajo muy positiva. Nosotros fuimos los productores del disco, pero él aportó ideas y supervisó un poco de esto y de aquello. Roman es un verdadero profesional y se adaptó a nuestro estilo enseguida. Me gustaría poder volver a trabajar con él en el futuro.
- En este disco también volviste a cantar de forma prominente, a diferencia de los que ocurría en “Perdition City”. Es bueno tenerte de vuelta como cantante y no sólo como manipulador detrás de las teclas y los discos rígidos. ¿Fue por alguna razón en particular?
- No, simplemente porque esta vez teníamos letras que queríamos compartir y alguien tenía que cantarlas. Después de “Perdition City” editamos varios Ep´s casi 100% instrumentales y algunos soundtracks (ver discografía), y después de eso atravesamos una etapa muy confusa en la que no estábamos seguros si debíamos volver a usar voces o no. A veces uno trata de explicar lo que no se puede explicar con el sonido de la voz y con las letras, y la música por sí misma alcanza para transmitir un mensaje. En este nuevo disco, en cambio, estuvimos inspirados por diferentes fuentes literarias y quisimos tratar diferentes temas en las letras, pero todos los autores en los que nos basamos también escriben acerca de cosas atípicas...
- ¿Qué autores y qué tipo de cosas?
- (hace una pausa que se extiende por varios segundos, tratando inútilmente de encontrar las palabras) Es difícil, no sé cómo explicarlo. Gente como Joseph Guglielmi, Edmond Jabes o Emmanuel Hocquard, que escriben sobre escribir, básicamente, y hablan de sentimientos que no se pueden explicar...
- Más o menos como la música de Ulver...
- Exacto. Y de ahí la conexión.
- ¿Piensan seguir editando más Ep´s y soundtracks?
- Sí, de hecho vamos a sacar un nuevo Ep muy pronto que compila cosas de los soundtracks que hicimos. Pensamos sacar algo así como una edición especial con todos los temas y fragmentos que quedaron afuera de las versiones finales. Creo que mucha de esa música es importante que sea editada. Creo que en total tenemos comos dos horas de música que vale la pena sacar a la luz.
- ¿Y en qué quedó la versión clásica e instrumental de “Nattens Madrigal” (obra que finalizaría de manera triunfal la “trilogía” black metal del grupo, y verdadero clásico del género) que habían anunciado varios años atrás?
- Eso es algo en lo que venimos trabajando desde hace rato. Es casi un proyecto secreto. No tenemos ninguna fecha estipulada como para sacarlo. Pero está ahí. Esperando, creciendo, escondiéndose...
- Ulver hoy en día es básicamente un sinónimo de experimentación y cambio. ¿Alguna vez te pusiste a escuchar uno de tus discos y te dijiste a vos mismo “¡wow! ¡eso sí que es raro!”? ¿Te pasó que alguna vez escuchaste algo tuyo y llegaste a la conclusión de que habías ido demasiado lejos en materia de experimentación?
- No, por lo general no. Eso sí, el otro día estaba escuchando “Svidd Neger”, que es uno de los soundtracks que hicimos, y me dije “esta es buena música”... No creo que uno pueda ir “demasiado lejos” en lo que a la música respecta. No creo que las fronteras nunca puedan ser cruzadas. Creo que uno debería cruzarlas y probar con cosas nuevas y locas. La locura no es mala...
- Salvo cuando te disfrazás del Papa, supongo... ¿Eso a lo mejor sí es ir muy lejos?
(carcajadas) Es que yo soy un profeta... De hecho mandé una solicitud al Vaticano para poder ser considerado como uno de los candidatos para reemplazar a Juan Pablo II... pero me la negaron. (se ríe)
- ¿Pero las fotos se las sacaron antes o después de la muerte de Juan Pablo II?
- Antes. Fue una coincidencia. La idea se relaciona con el mito babilónico del que hablábamos antes y con la megalomanía que desarrollan las figuras religiosas importantes. “Viva la megalomanía”, como dice una de las publicidades del disco. De eso se trata Ulver. Esto lo usamos también como el concepto visual del video clip de “It Is Not Sound”, que el disco incluye en formato CD-Rom. En el clip nosotros erigimos la Torre De Babel para poder hablar con Dios, y por supuesto fallamos.
- Ese clip me dejó impactado. Visualmente es de primer nivel. Y me encantó que hayan usado influencias de Dante y las pinturas de Gustav Doré basadas en el “Paraíso Perdido”...
- Y de hecho el director del clip era un gran amante de Doré. Esto me hace acordar de algo gracioso, porque el otro día hice una nota con una periodista mujer y le mencioné el nombre de Doré, y ella entendió cualquier cosa, creo, porque después leí la nota publicada ¡y lo menciona como un miembro del grupo! Supongo que también habrá sacado su nombre de la gacetilla de prensa, en la que lo mencionamos y le agradecemos irónicamente como uno de los diseñadores visuales del concepto...
- Increíble. Se habrá pensado que todavía estaba vivo...
- No pude evitar reírme mucho cuando leí eso, francamente.
- En el booklet del CD también vi que le agradecés a tus dos hijos, Leon y Astra. ¿Qué se siente convertirse en padre tras haber sido una figura clave del auge del black metal?
- Es muy saludable. Es fantástico. Al menos, muchas personas cercanas a mí me dijeron lo mucho que había cambiado después de que ellos nacieran. Nada de drogas, nada de rock ´n roll. El ser padre me permite manejar mucho mejor mis enfermedades. Ahora, mi parte enferma sólo se manifiesta en mi música...


Década De Decadencia 

A modo de celebración de su décimo aniversario, Ulver organizó en 2003 la compilación de un álbum tributo titulado “1993-2003: First Decade In The Machines” en el que participaron numerosas agrupaciones totalmente ajenas al metal (Fennesz, Stars Of The Lid, Third Eye Foundation, Merzbow, etc.) versionando y remixando diversos temas de los noruegos. El resultado fue tan bizarro y los “covers” tan irreconocibles, que aquella obra fue irremediablemente seleccionada como la “Innombrable” de nuestro cuarto número. Todo un dudoso honor, sin dudas. Pero Rygg no está de acuerdo. “Para mí los remixes o los covers tienen que ser distintos a los originales, de lo contrario no tiene sentido hacerlos”, se defiende. “El mejor remix es aquel que cobra vida propia. Comprendo que a mucha gente el disco de remixes le haya parecido un insulto o una blasfemia, pero es nuestra forma de hacer de Ulver algo más “sociable”. Es como un acuerdo entre dos artistas, un apretón de manos entre músicos.”

Friday, July 08, 2011

Entrevista: ULVER - El Matrimonio Del Lobo & La Máquina

"Si las puertas de la percepción fueran limpiadas,
todo aparecería ante el hombre tal como es... infinito."
William Blake.

(reportaje originalmente publicado en la revista Epopeya en 2000)


Un CD conceptual doble basado en su totalidad en "El Matrimonio Del Cielo Y El Infierno" de William Blake y estrechamente vinculado con géneros como el trip-hop, el tecno, el ambient y demás programaciones electrónicas, no es precisamente lo que uno esperaría de los ex-blackmetaleros noruegos. Al principio, todo parece una broma de mal gusto. Poco más adelante, los insultos en voz alta y a diestra y siniestra son inevitables. Pero algo así como 10 audiciones más tarde... magia.  Pura, inexplicable y conmovedora MAGIA.


De Lobos Y Folklore
"Necesitábamos probar algo nuevo" explica Garm, cantante, compositor y principal artífice del nuevo rumbo del grupo. "Honestamente hablando, creo que todos en la banda estábamos un poco cansados de la onda folk, el black metal, y todas esas cosas. Estuvimos obsesionados con ellas en el pasado, y por ése motivo editamos lo que hoy denominamos "La Trilogía", es decir nuestros tres primeros discos, que, combinados, conforman una sola historia", continúa, refiriéndose a "Bergtatt", "Kveldssanger" y "Nattens Madrigal", sus tres anteriores placas. "Aquellos trabajos representaban un retrato del costado más oscuro del folklore noruego. Cada uno de los discos enfocaba el mismo concepto desde un ángulo en particular. "Bergtatt : Et Eeventyr I 5 Capitler" ("Hechizado Por Las Montañas : Relatos Folklóricos En 5 Capítulos") combinaba el intenso ímpetu encapsulado en el simbolismo de nuestras tradiciones con los aspectos más románticos y atmosféricos. "Kveldssanger" ("Canciones Crepusculares"), por su parte, cultivaba el aspecto más místico y emocional, y por eso decidimos interpretarlo de forma íntegramente acústica. "Nattens Madrigal : Aatte Hymne Til Ulven I Manden " ("La Madriguera Nocturna : Ocho Himnos Inspirados En El Lobo Que Todos Llevamos Dentro"), por último, simbolizaba el lado más extremo, salvaje y licantrópico de la naturaleza y de nosotros mismos. De ahí que su sonido sea tan sucio y crudo. Es el álbum que más se vinculaba con la idea detrás de nuestro nombre (N. Del R.: Ulver, en noruego, significa "Lobos")" "Themes From William Blake´s The Marriage Of Heaven And Hell", en cambio, va en una dirección decididamente diferente. Nada hay en su más de 90 minutos que recuerde, ni siquiera por una fracción de segundo, a las salvajes descargas de antaño. Las vocalizaciones de Garm se pasean por los senderos de lo melódico, lo susurrado y lo recitado, pero nunca amenazan con deformarse en un alarido. Las guitarras y los riffs son prácticamente inexistentes. Las bases de batería están programadas. Los teclados y sintetizadores, por lo tanto, son los instrumentos predominantes. Pero, ¿qué fue lo que incentivó semejante cambio? "No lo sé. No creo que el metal y sus diferentes derivados hayan sido realmente lo que yo estaba buscando. Algo faltaba. A través de la música pesada pude encontrar el incentivo como para indagar en diferentes territorios en busca de atmósferas que pudieran profundizar aún más la esencia de lo que estaba tratando de comunicar. Así fue cómo descubrí a gente como Coil, Dead Can Dance o Diamanda Galás" ¿Y el black metal? ¿Acaso todo el palabrerío anterior tiene como única intención el convencernos de que lo pasado, pisado? No sé porque, pero algo en todo este asunto me recuerda a los Metallica renegando de sus orígenes y su posterior afinidad hacia los sonidos más "accesibles". "En primer lugar",  se ataja Garm, "el black metal resultó interesante solo unos 2 o 3 años. A partir de ahí, y en lo que a mí respecta, el género le cedió su lugar a miles de caretas, nenes pintarrajeados y un montón de idiotas más que solo se limitaban a crear mediocridad. Ya estaba todo dicho. Y lo que nosotros tuvimos para decir al respecto, lo dijimos en nuestros tres primeros discos. Ahora es el turno de movernos hacia adelante." Y de hecho se movieron, aunque a más de uno la expresión "hacia atrás" le parecerá más adecuada. Sin embargo, "Themes From..." no puede ser considerado, bajo ninguna circunstancia, como un álbum "accesible". Después de todo, nada hay de accesible en una placa doble que transcribe de principio a fin el texto de la obra más admirada y, a su vez, repudiada, del controvertido poeta y pintor inglés. "Sin dudas, este nuevo trabajo resultó ser nuestro proyecto más ambicioso hasta la fecha" prosigue el cantante. "En vez de seguir llorando sobre leche derramada, decidimos embarcarnos en un nuevo proyecto. En un principio, la idea era componer una nueva trilogía en la cual cada capítulo estaría basada en poetas y autores a los cuales nosotros admiramos. Con el tiempo, sin embargo, nos dimos cuenta que eso sería limitarnos y planificar de antemano el futuro, por lo que optamos en descartar de lleno la idea y concentrarnos en un solo disco por vez." ¿Y por qué exactamente William Blake y su "Matrimonio Entre El Cielo Y El Infierno"? "Bueno, Blake nos legó una obra tan inmensa y tan maravillosa que resultaba imposible pasarla por alto. En esencia, él era un verdadero conocedor de la Biblia y un alquimista. La Biblia era para él una especie de mapa mitico-psicológico que abarcaba las posibilidades (y también los peligros) a las que nos enfrentamos día a día. Al igual que los satanistas contemporáneos, Blake creía en una síntesis entre Dios y el Hombre, y cualquier noción de creación proveniente del exterior estaba decididamente fuera de lugar. Él creía en la colisión creativa entre los arquetipos opuestos. Cuanto más los estudiaba, más borroso era el limite entre Dios y Satán, el Bien y el Mal. Yo personalmente lo interpreto como un pensador "hereje", porque constantemente se empeñaba en resaltar la importancia de la oposición. También lo definiría como un "optimista post-apocalíptico", porque él creía que el Apocalipsis era similar al Génesis, en cuanto a que algo positivo debería de emerger de entre el caos. Y éste tipo de razonamientos van de la mano con las ideas satanistas."




De Lobos Y Computadoras
"Themes From..." fue un disco controvertido inclusive desde sus comienzos. Es sabido que Century Media, el famoso y mundialmente reconocido sello discográfico que anteriormente había editado "Nattens Madrigal", rechazó  la idea y las grabaciones originales de la obra ni bien se enteraron de cómo venía la mano. Los Ulver se encontraron, de un día para el otro, sin contrato, sin sello, y sin posibilidad de editar su cuarto trabajo. ¿Qué hacer, entonces? Crear una editora propia, por supuesto. "La idea de formar nuestra propia compañía y nuestro propio estudio surgió luego de una infinidad de peleas, discusiones y encontronazos que tuvimos con diferentes sellos. Estabamos realmente cansados de toda esa mierda, y al final decidimos que no teníamos porqué tocar lo que unos imbéciles querían que toquemos. Nos decidimos a seguir nuestras propias reglas." Fue así como surgió Jester Records, que hoy en día posee en su modesto catálogo los nuevos trabajos de bandas como When, Esperanza y el disco de remixes de Arcturus (en dónde también participa Garm). "Pensamos que estamos invirtiendo en nuestro propio futuro.  Después de todo, ahora podemos hacer lo que queremos, sin intermediarios, y a su vez alquilar el estudio y abrir las puertas del sello a gente con talento y con algo que decir. De esta forma podemos financiar todos los gastos, e inclusive vivir de las ganancias. Aún vendiendo miles de discos menos que antes, cuando estábamos en Century Media, la situación es más gratificante." La grabación del álbum, entonces, se llevó a cabo en colaboración con Jester Records y los estudios Beep-Jam, propiedad del programador Tore Ylwizaker, también miembro de la banda (que se completa con Haavard Jorgensen en guitarras, Knut Magne Valle también en las programaciones y en las labores técnicas, Hugh Mingay en bajo y Erik Lancelot en batería). "Nunca ensayamos en el sentido tradicional de la palabra", comenta Garm al respecto. "Simplemente íbamos grabando las ideas que surgían en el estudio y de a poco le dimos forma a los temas. Tuvimos todo el tiempo del mundo, y lo fascinante de la tecnología y las computadoras es que podés hacer y deshacer las cosas cómo y cuándo querés." Lo del drástico cambio musical tiene entonces explicación. Ahora bien, ¿cómo se justifican las "llamativas" (por decirlo de alguna forma) nuevas fotos de la banda que ilustran tanto el último CD como el material de prensa más reciente? Me refiero a una serie de imágenes en dónde se puede ver a los miembros del grupo vestidos de riguroso traje y posando al mejor estilo "Beverly Hills : 90210" al lado de un impresionante Corvette. Ciertamente no es el tipo de fotografías que se podían esperar de gente que antes se empeñaba a toda costa en ocultar sus rostros entre la espesura de algún oscuro bosque o nevada llanura nórdica... "Bueno, sí... es un poco raro. Lo que pasó fue que estuvimos tanto tiempo compenetrados con todo el tema del folklore, las montañas y los trolls, que llegó un punto en el cuál decidimos dejar todo aquello atrás y comenzar, de una buena vez, a divertirnos. Entonces resulta que fuimos a una gran fiesta de esas bien "fashion" que se hacen en Oslo, y durante el transcurso de la noche nos pusimos a discutir acerca del black metal y sus verdaderas implicancias. Llegamos a la conclusión que el black metal era un género para conformistas depresivos y que lo nuestro era otra cosa. Queríamos empezar a divertirnos realmente, así que nos fuimos de la fiesta una vez terminada y acordamos robarnos un buen auto. Estábamos todos tan drogados que nos llevamos un Corvette y nos fuimos de joda por ahí, a modo de celebración de nuestra recién encontrada "libertad". Fue ahí cuándo nos sacamos las fotos. ¡¡Lo gracioso del asunto (N. Del. R.: que, de hecho, es tan gracioso que parece una sanata atroz) es que todo esto lo hicimos ni bien acabábamos de editar nuestro álbum más salvaje y pesado, que era "Nattens Madrigal!."

Polémicas fotos, impensados cambios de estilo, controvertidas declaraciones... Ulver definitivamente no es una banda del montón; y a "Themes From William Blake´s The Marriage Of Heaven And Hell" sin dudas puede adjudicársele la misma descripción. Solo el tiempo dirá que extraña obra engendrarán en el futuro. Pero por ahora, hay material de sobra como para mantener más que ocupados a nuestros oídos. "Estoy muy conforme con los resultados de esta nueva placa", concluye Garm. "La única desventaja de trabajar con tus propios equipos y tener todo el tiempo del mundo, es que llega un momento en el que tenés que decirte a vos mismo "basta". Teníamos horas y horas de música almacenadas en los discos rígidos. Con las nuevas tecnologías pudimos sentarnos delante de las computadoras y dejar que nuestra imaginación se encargue del resto. Y de eso se trata todo, en definitiva. En el no tener compromisos con nada ni con nadie, si no en hacer lo que uno quiere y siente, sin necesidad de dar explicaciones. No nos interesa el consentimiento de nadie."