Wednesday, September 14, 2011

CATACOMBS “In The Depths Of R’Lyeh” (Moribund Records, 2006)



...lo que siguió a esta visión casi de ensueño fue lo más increíble de todo. ¿Cómo describir lo que escuché y pedir luego que se me crea? Contenidos en este disco brillante y de compactas dimensiones se encuentran los sonidos de los mismísimos Profundos. Naturalmente, ninguno de los registros en su interior narra más que una fracción de un relato tan colosal como arcano, e indudablemente no-euclidiano. Las reglas básicas de la geometría sonora parecieran no poder aplicarse a este críptico espécimen. Muchos serán probablemente los que lo tilden de inhumano. En él, el tiempo transcurre monótono, al igual que los ritmos y las melodías. Nunca jamás cambian. Nunca. Pero crecen, reptan, se expanden, generan colores innombrables, susurran en la oscuridad y te acechan desde las sombras. Siempre. Eones atrás, dichas manifestaciones ciclópeas y repugnantes eran conocidas como “funeral doom”. O al menos eso dicen. Ia, Ia, Ia Cthulhu F'tagn!”, reza inexplicablemente una de ellas. No me pareció extraño, en lo absoluto, que esta curiosa y espesa disonancia ejerciera sobre mí la más grande de las atracciones, desde el primer momento y hasta el último segundo, aunque no entendiese su significado real y cósmico sino hasta mucho más tarde. Igualmente inexplicable era el imperioso hechizo de las cavernosos exclamaciones de un tal Xathagorra Mlandroth, supuesto responsable del conjuro. Me veo obligado a reconocerlo porque los hombres de ciencia se han negado a seguir mi consejo cuando exclamé que, de ser testigo de dichas secreciones audiovisuales, incluso la muerte puede morir. Mi horror y mi ansiedad se han ido relajando, no obstante. Las profundidades claman mi nombre. El horror me resulta excepcionalmente familiar. Ya no temo a las regiones submarinas. Un futuro prodigioso me aguarda en los abismos, aquellos que nunca cambian. Nunca. Y allí, en compañía de los Profundos, viviré eternamente en un mundo de oscura maravilla. En las profundidades de la mágica y gloriosa R´Lyeh, donde Cthulhu yace muerto. Pero soñando. Por siempre. Ph’glui mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wgh’nagl fhtagn!

Esteban Medaglia (con una pequeña ayuda de mis amigos H.P.L. y A.D.)

Tuesday, September 13, 2011

RHAPSODY “Rain Of A Thousand Flames” (NEMS, 2001)



Amo y odio a Rhapsody al mismo tiempo. Los amo porque, guste o no, los tipos inventaron un nuevo sub-estilo que desconoce rivales. Los amo porque convierten los excesos en gloria, lo ridículo en divertido, y lo majestuoso en ultra-archi-requete-recontra-majestuoso. Los amo porque hoy en día parecen encargados de seguridad de un boliche cumbianchero, pero ellos se miran al espejo y creen ver guerreros inmortales (¡hay que admirar semejante auto-estima!). Y los amo porque sencillamente se toman todo este asunto de los calabozos y dragones en serio. 

Pero los odio porque una vez encontrada la fórmula de su éxito no pararon de explotarla hasta el hartazgo en lugar de buscar nuevas fórmulas. Los odio porque, por momentos, se convirtieron en una parodia de ellos mismos. Como ocurre con “Rain Of A Thousand Flames”, un Mini-Cd de 42 minutos íntegramente compuesto por material inédito que no aparecerá en futuras entregas. “Queen Of The Dark Horizons” está estructurada a partir del tema principal del filme “Phenomena” de Dario Argento, compuesto originalmente por el ex-Goblin Claudio Simonetti. Y definitivamente los amo por esta elección, porque también amo a Argento y a Simonetti, y nadie más que Rhapsody podría hacerle tanta justicia a semejante maravilla. Ahora bien, la canción pareciera ser, en realidad, una suerte de cover del cover (¿se entiende?) que Daemonia (la nueva agrupación de Simonetti) realizara para su álbum “Dario Argento Tribute”, sólo que salpimentado con los usuales excesos de grandilocuencia y alargado hasta una duración que roza los 14 minutos. Todo parecería indicar que el mismo Simonetti haya participado como invitado especial para esta nueva variante (lo que no sería extraño, conociendo el amor que Turilli y Staropoli también sienten por Argento y los Goblin), pero lo cierto es que el interior del booklet no indica tal colaboración ni menciona la correspondiente autoría de Simonetti. En otras palabras, se trata de un terrible afano, porque incluso el solo de guitarra y la gran mayoría de los arreglos y cortes son idénticos a los de la versión de Daemonia. Y los odio por eso. 

El problema con este álbum, justamente, es que todo se siente, de alguna forma, como un rejunte de melodías, estructuras y arreglos ya escuchados antes, incluyendo los diez minutos de “The Wizard´s Last Rhymes” (compuesta en base a la Sinfonía Número 9 de Dvorák). Del material restante, el tema que bautiza la placa es una continuación directa (léase “lo mismo de antes”) de las cabalgatas triunfales presentes en “Dawn Of Victory” de 2000 (“Holy Thunderforce” sería la comparación lógica), “Deadly Omen” funciona simplemente a modo de introducción del mencionado “Queen Of The Dark Horizons”, “Elnor´s Magic Valley” es un simpático pero inofensivo interludio medieval, y el resto, una vez más, no ofrece grandes novedades en lo absoluto. Rhapsody sorprendió con “Legendary Tales” en 1997 y terminó de separar las mandíbulas de sus respectivos cráneos con el soberbio “Symphony Of Enchanted Lands” al año siguiente, pero desde entonces se limita a auto-plagiarse. Y, les repito, odio eso. Aunque claro, existe un argumento a favor del grupo que explica tales resultados: todas las obras mencionadas, incluido este “Mini-Cd”, dan forma a una misma historia que concluirá teóricamente en el próximo trabajo de larga duración, y por ende resulta comprensible toparse una y otra vez con los mismos ingredientes, al estilo de un leit-motiv en una banda de sonido cinematográfica convencional... O les estoy justificando la falta de ideas sin razón alguna y sufriendo por un problema ridículo e inexistente como un tremendo idiota... 

Y odio quedar como un idiota.

Esteban Medaglia (quien a lo largo de todo el comentario no utilizó ni una sola vez la palabra “épico”)

EM SINFONÍA “Intimate Portrait” (HammerHeart Records, 2000)


Todos los ingredientes de “Intimate Portrait” lo confunden como un álbum perteneciente a otra época. Una en la cual las voces femeninas representaban la excepción y no la regla, los contrapuntos guturales invocaban profundidades abismales, casi subsónicas, en lugar de elevarse en alaridos punzantes, y las melodías y estructuras compositivas aún transmitían una ingenuidad que no obstante ocasionaba momentos de pura, simple y conmovedora magia. En efecto, este debut de larga duración (únicamente precedido por el Mini-Cd “In Mourning´s Symphony”) irradia una atmósfera que se respiraba frecuentemente a comienzos de los '90, y hoy se encuentra, de alguna forma, contaminada. Las referencias, por lo tanto, son múltiples y reconfortantes, detonando constantemente recuerdos de otros tiempos -mejores o peores, según se los vea- hasta producir un verdadero festín de melancolía de doble vía: una la generada por la propia música, y la otra aquella que nuestra memoria responde instintivamente. 

Paradise Lost y “Shades Of God”, Celestial Season y “Solar Lovers” (si bien el violín no es aquí un elemento predominante), Anathema y “Serenades”, The Gathering y “Always...”, y Theatre Of Tragedy y “Velvet Darkness They Fear” (¡ni siquiera se privaron de los samplers con frases de Vincent Price!), vienen a la mente a medida que los temas se suceden. En otras palabras, “Intimate Portrait” basa su existencia en la mismísima época dorada del doom metal, una época que derivaría en muchos de los géneros y sub-géneros hoy predominantes. Incluso la precaria producción funciona como un detalle más -intencional o no- de este fantástico compendio de virtudes pasadas. Y en lo que a calidad sonora respecta, sorprende la decisión de haber masterizado el álbum utilizando el proceso HDCD (“High Definition CD”, un método que le otorga al producto final una mayor fidelidad), cuando este tipo de lujos le son concedidos a bandas del tamaño de Megadeth (en “Cryptic Writings”, por ejemplo) y sus consecuentes presupuestos de cinco cifras. Las ventajas que dicha técnica pudo otorgar no son perceptibles merced a las evidentes limitaciones de la grabación original, haciendo de la mera idea de llevar adelante tal excentricidad una ridiculez. Por otra parte, la inclusión de un estupendo cover de “Revelations”, de Iron Maiden, es un aderezo tan inusual como bienvenido. Aunque puede que el encontrar las similitudes anteriormente mencionadas sea un delirio exclusivamente mío... prueba irrefutable de que me estoy poniendo viejo.

MANTICORA “Darkness With Tales To Tell” (Scarlet, 2000)



No dejen que el título los confunda. Las historias que “Darkness With Tales To Tell” (“Oscuridad Con Cuentos Para Contar”) encierra no involucran tiniebla alguna, sino míticos dragones, inmortales espadas, valientes guerreros y la mar en coche del power metal contemporáneo a la italiana con las inevitables aristas alemanas... si bien curiosamente el grupo proviene de Dinamarca. Todos los rubros instrumentales están, como siempre, cubiertos con admirable solvencia, pero la monótona y opaca voz de Lars F. Larsen representa el eslabón débil de una cadena ya de por sí resquebrajada debido a su enfrentamiento -y constante derrota- con la originalidad. Diversas secciones traslucen, no obstante, un dejo de negra melancolía que atrae momentáneamente la atención (la balada “The Puzzle” o “Felice”, por ejemplo), pero el resto del álbum es puro galope rimbombante al lomo de la Gloria Eterna en Algún Lugar Lejano Del Más Allá. Resultado: más cuentos de un libro que ya tiene demasiadas páginas.

DIVISION ALPHA “Fazium One” (Holy Records, 2000)



Esto no es lo mío. “Un asombroso álbum de cyber-metal. El software psicogenético  de la información sensorial (¿?). Una nueva clase de banda; mitad humana, mitad máquina”. ¡Qué sarta de pavadas, por favor! Bien sabido es que las gacetillas de prensa nunca pueden estar más lejos de la verdad, pero con ésta sinceramente no pude evitar sentir vergüenza ajena. Se las hago corta, porque el disco realmente no vale el espacio: Primero y principal, División Alpha no tiene nada de nuevo. Rammstein, Nine Inch Nails y Ministry, entre otros, ya recorrieron el mismo camino antes... si bien nunca se trató de un camino al que personalmente sintiera ganas de adherirme. Segundo y último: de asombroso, el álbum no tiene absolutamente nada. Les repito, ésto no es lo mío. Una cosa es la música electrónica inteligente y estructurada en base a melodías que revisten un buen gusto admirable (caso Ulver), pero esta porquería es peor que lo último de The Kovenant... Sin lugar a dudas, tu disquería tiene mejores cosas para ofrecer.

Monday, September 12, 2011

HEAVEN SHALL BURN “Antigone” (Century Media, 2004)


El lanzamiento más arrollador que haya escuchado recientemente de death metal melódico al estilo sueco proviene de Alemania. Heaven Shall Burn es una maquinaria de engranajes perfectamente lubricados que expele riffs y melodías enloquecedoramente memorables. Una tras otra tras otra tras otra tras otra tras otra y tras otra. La rigurosa aunque sugestiva intro (estructurada en base a samplers de chelos y violines) le da paso a “The Weapon They Fear”, que embiste con un riff blackmetalero (originalmente de 0:46 a 0:49) de esos que te ponen la piel de gallina. A más de dos meses de venir escuchando este tema, todavía no me lo puedo sacar de la cabeza. At The Gates sería el punto de partida básico, pero el quinteto llega a su destino con identidad propia y la frente bien alta. Las influencias del hardcore/metalcore más escrupuloso constituyen a su vez un ingrediente importante (fundamentalmente en las exclamaciones de Marcus Bischoff y sus letras políticamente incorrectas y contestatarias), mientras que varios de los blast-beats quitan el aliento al mejor estilo escandinavo, como puede comprobarse en la espectacular “The Only Thruth” (por primera vez de 0:44 a 0:55, más su posterior corte y redoble de doble bombo). 

Pero hay que reiterarlo: Heaven Shall Burn no depende de sus influencias sino que se apodera de ellas, las moldea a su antojo y te tira una avalancha de temazos por la cabeza. “Antigone” constituye su tercer larga duración, y a pesar de no haber escuchado a sus antecesores (incluyendo un par de split LP´s) todo me lleva a señalar que ninguno de ellos debería superar al mastodóntico reguero de adrenalina de piezas como “Voice Of The Voiceless” (otro momento inolvidable), “Numbing The Pain”, la melancólica “Tree Of Freedom”, o “To Harvest The Storm” (impagables los gritos eufóricos de Bischoff, que más tarde devienen en estribillo melódico). “Antigone” sencillamente se ríe en la cara de cosas como In Flames, Soilwork y todo el resto. A carcajada limpia. El éxtasis del death metal melódico no conoce agonía alguna de la mano de Heaven Shall Burn. Im-pre-sio-nan-te.

PARAGON OF BEAUTY “Seraphine… Far Gone Gleam” (Prophecy, 2000)


…y cuando pensabas que tal vez la vida no era tan negra (tal vez, solo tal vez), a estos alemanes no se les ocurrió mejor idea que matarte las ilusiones sin la más mínima dosis de anestesia. El anterior álbum, “The Spring” (1998), ya había puesto en evidencia el potencial del grupo a la hora de las melodías ultra-depresivas, la poesía sobrecargada y las atmósferas desoladoras, pero “Seraphine... Far Gone Gleam” lo supera tranquilamente en todas las áreas (producción incluida), logrando incluso asemejarse a los estupendos Empyrium en varios pasajes (la acústica “After Dark Vapours Have Opressed Our Plains” recuerda especialmente a “Where At Night The Wood Grouse Plays”), y al mismo tiempo sorprendiendo con un encantador cover de “The Company”, de Fish. Y si bien estamos hablando de un trabajo que apenas sobrepasa la media hora (se trata, en efecto, de un Mini-Cd un tanto extenso), acaso aquel viejo axioma que reza que “lo bueno, si breve, dos veces bueno” tenía razón. Un pequeño y conmovedor compendio de amores no-correspondidos, pasiones insostenibles y sueños frustrados, capaz de ahondar en lo más profundo del hueco de tu alma y sentar raíces de las cuales tal vez nunca puedas llegar a desprenderte... 

CADAVERIA “The Shadow´s Madame” (Scarlet Records, 2002)


Cadaveria es la versión italiana de Vivian Black, una broma de mal gusto que utiliza a la música extrema como excusa para disfrazar al patetismo de “maldad”. La ex-cantante de Opera IX no sólo aparece semi-desnuda en la tapa de un disco titulado “La Madame De Las Sombras”, sino que también pretende manifestar su “oscura” personalidad utilizando como parte de su indumentaria... ¡a las garras de Freddy Krueger! (que seguramente compró en una tienda de cotillón cinco minutos antes de la sesión fotográfica). Compositiva e instrumentalmente, este debut no amerita grandes quejas, y el grupo incluso incluye a dos miembros de Necrodeth. La gama de estilos utilizada es heterogénea, desde atmósferas doom hasta riffs y arreglos característicos del black metal. El problema son las voces, por momentos calmas y melódicas, pero casi en su totalidad gritadas. Písenle la cola a una perra en celo y tienen una idea aproximada de aquello que sale de la garganta de Cadaveria, un berrinche desafinado y perpetuo que se torna intolerable al tercer tema... y esto viniendo de un amante de las vocalizaciones al estilo de Dani Filth. Y les soy honesto: ni siquiera pude terminar de escuchar el disco...

BEHIND THE CURTAIN "Till Birth Do Us Part" (Sensory, 1999)


Melancólico y sutilmente intrincado, el debut de estos daneses pasea sus melodías por el sendero del metal progresivo, pero no se priva de explorar algunos recovecos un tanto más experimentales que de costumbre. Los detractores del género no obtendrán otra cosa más que sueño de piezas como "I Lost My Sense Of Passion" y sus casi 10 minutos, pero aquellos que disfruten de los rebuscamientos característicos de gente como Psychotic Waltz (y los infaltables Dream Theater, claro) tal vez encuentren material de interés. 

Friday, September 09, 2011

PECCATUM “Lost In Reverie” (Mnemosyne Productions, 2004)


Peccatum: un dúo de amantes en procreación constante. Y lo engendrado confunde. Desorienta. “Lost In Reverie”, tercer larga duración de este talentoso matrimonio noruego (Ihriel & Ihsahn, este último cerebro detrás de Emperor), presenta un título que hace juego con su contenido: ambiguo, sugerente, incorpóreo... “Reverie” se podría traducir de múltiples formas, incluyendo “ensueño”, “encantamiento”, “arrebatamiento”, o “fantasía”. El álbum “se pierde en...” todas las acepciones del término al unísono, conformando una obra híbrida y desprejuiciada, incluso para los bizarros estándares que el grupo sentara en “Strangling From Within” (1999) y “Amor Fati” (2001). Al igual que los resultados, los ingredientes de “Lost In Reverie”  son acentuadamente mixtos: desde la autonomía rítmica del jazz al caos descarrilado del black metal (“Parasite My Heart” y “Black Star” parecieran haber provenido de “Prometheus, The Discipline Of Fire And Demise” -2001-, último álbum de Emperor), y desde las superficies seductoras y brillantes de la electrónica post-Ulver a lo asfixiante y angustioso del ambient más dogmático. Todo es elástico y maleable en las manos de Peccatum, el miedo a hacer el ridículo no existe (Ihsahn expone despreocupadamente sus límites como vocalista en los coros de “In The Bodiless Heart” o la sección intermedia de “Black Star”, mientras que Ihriel gimotea, suspira, aúlla, suplica y recita, según la ocasión) y de lo irritante a lo sublime hay meros segundos de distancia. Pero “todo es triste, deliciosamente triste, y el mundo se apega a la pena”, como reza “Desolate Ever After”, o como sugiere la hermosa melodía de piano de “The Banks Of This River Is Night”. Porque si bien las emociones son numerosas y multiformes, la protagonista pareciera ser la melancolía, románticamente trágica y serena, como adelanta el arte de tapa.

Peccatum no es una banda fácil de digerir ni mucho menos de comprender. Analizando las letras o descifrando la estructura de las canciones uno experimenta la sensación de que el ingrediente clave del asunto está faltando y la solución reside exclusivamente en el seno familiar del grupo, como si la idea fuese justamente presentar al rompecabeza pero quedarse con un puñado de importantes piezas en el bolsillo. Y por eso “Lost In Reverie” fascina y desconcierta. La percusión (mayormente real) a cargo de Knut Aalefjaer (que ya había participado junto a Ihriel en el debut de su proyecto Star Of Ash) dota al álbum de similares características: su estilo jazzero y espontáneo confunde a los oídos mientras el delicado fluir de las sensaciones los seduce aún más. El eslabón débil es la artificialidad un tanto anémica del sonido, sobre todo el de las guitarras y algunas intervenciones de lo que parecieran ser los mismos sintetizadores utilizados en los dos últimos trabajos de Emperor, pero al fin y al cabo en las latitudes disyuntivas de Peccatum lo convencional nunca fue bienvenido. La idea era “perderse”. Y sin dudas lo lograron. Encontrar la salida no tiene importancia. 

Thursday, September 08, 2011

PECCATUM “Amor Fati” (Candlelight, 2000)


“One Play, No Script”, reza el título del tema que abre la placa. “Una Obra, Ningún Guión”. Porque la de Peccatum es una propuesta estocástica, completamente impredecible y de estructura no-lineal, evidentemente más próxima en su planteamiento a un divague cinematográfico que a una construcción musical ortodoxa. Ihsahn, Ihriel y Lord PZ se le atreven constantemente a la experimentación pura, sin intenciones de discriminar cuanto género se les cruce por el camino, y sin embargo la exhuberancia resultante consigue hacer gala de una solidez impensada. Del metal extremo a la música clásica y de la epidemia electrónica a un delirio amorfo de turno, “Amor Fati” hace escalas en todas las estaciones. Casi resulta increíble que el black metal nórdico haya derivado en esta suerte de bizarra yuxtaposición que amenaza con desconocer límites. Pero más sorprendente aún es el abismo que separa al debut “Strangling From Within” (1999) de esta camaleónica maravilla. Salvo por la testaruda obsesión que el líder de Emperor continúa demostrando por las baterías programadas, puede que estemos ante uno de los frutos más inteligentes y logrados dentro de la actual escena noruega. Ambiental (“The Watchers Mass, part 1”), desgarrador (“Rise, Ye Humans”), hermoso (“Murder”), o la combinación de todos ellos, “Amor Fati” es un carrusel audiovisual cuyo argumento se escribe a medida que se disfruta.

Wednesday, September 07, 2011

HAGGARD “Awaking The Centuries” (Drakkar, 2000)


El anterior y primer álbum de estos alemanes, “And Thou Shalt Trust... The Seer” (1997), pasó a la historia como uno de los emprendimientos más osados y llamativos dentro del género. Y no solo por la particular combinación de música clásica, doom y death metal, si no por los medios utilizados para lograr tales fines: algo más de una veintena de músicos. En el caso de este “Awaking The Centuries”, la experiencia se repite, y los violines, violoncellos, cuernos franceses, harpas, flautas y oboes, sin mencionar a los 9 miembros del Moscow Radio Choir,  resuenan una vez más por doquier, embelleciendo las violentas descargas con las cuales la sección “tradicional” del grupo (es decir, voz cavernosa, bajo, guitarras y batería) arremete entre cada interludio clásico (a los cuales se le suman una breve intro y un prólogo compuestos originalmente por Rachmaninov). Por supuesto, el factor sorpresa ya no es el mismo, y de hecho las posibilidades creativas inherentes a la combinación de semejante cantidad de instrumentos y voces, como ocurría anteriormente, no fueron aprovechadas al máximo. No obstante, “Awaking The Centuries” posee un gancho tan inesperado como  irresistible. Todas las virtudes expuestas en el pasado parecieran haber sido resaltadas considerablemente, bastando solo unos segundos de la magnífica “Heavenly Damnation” para confirmarlo. Asimismo, persisten los excesos guturales que la garganta de Asis Nasseri regurgita entre tanta euforia celestial, pero curiosamente constituyen uno de los atributos que mayor energía y dinamismo le aportan a la propuesta del grupo, contrarrestando efectivamente las incursiones de una soprano que hace lo suyo con pasional perfección. Para colmo, estamos ante un álbum conceptual basado en la vida de Nostradamus, tópico que si bien ya fue tratado antes en numerosas ocasiones, consigue terminar de “redondear” la atmósfera de misticismo medieval que la placa destila en sus escasos pero definitivamente satisfactorios 37 minutos. Una obra singular, sin dudas, pero después de tanto elogio, no hace falta ser vidente para predecir una segura recomendación.

Tuesday, September 06, 2011

FATES WARNING “Disconnected” (2000)


Bronca. Éso es lo que deben sentir los integrantes de Fates Warning. Y no es para menos. 17 años en la lucha dentro del metal propiamente dicho, y más tarde el progresivo, y jamás un álbum flácido ni intentos de facilitar la accesibilidad de su propuesta, tan conceptualmente interesante como técnicamente compleja. No obstante, el público y la prensa suelen devolverles el favor dándoles la espalda... o crucificándolos a la sombra de San Dream Theater, nuestro Señor. Pero, sorprendentemente, ellos se las arreglan para seguir editando buenos discos, y “Disconnected” tal vez sea el más logrado de la última camada. Como ocurría en “A Pleasant Shade Of Gray” (1997), tanto Joey Vera (Armored Saint) como Kevin Moore (ex Dream Theater) acompañan en carácter de invitados a Mateos, Alder y Zonder, aunque en esta oportunidad la cohesión instrumental entre el quinteto goza de una mayor solidez que se traduce en riffs, melodías y efectos sonoros instantáneamente disfrutables. Incluso los 16 minutos de “Still Remains” transcurren  sin el menor de los cabeceos, presentándose como una pieza exquisitamente delicada, cuasi-atmósferica por momentos, pero indiscutiblemente memorable en su rol de broche de oro. Las bases  programadas de “Pieces Of Me”, por otra parte, hubieran causado mayor beneficio de haberse obviado; si bien las certeras “One” y “So” suplen el desliz airosamente. Aunque acaso la latente oscuridad de la obra, camuflada con sutileza entre líneas tan ricas a la hora del desmenuce, merezca mayor responsabilidad en lo que a mi fascinación respecta. Porque, irónicamente, nunca un álbum de Fates Warning logró conectarme tanto.

Friday, September 02, 2011

KATATONIA “Brave Yester Days” (Century Media, 2004)



Los tiempos cambian, la adolescencia queda atrás, los primitivos rugidos devienen en suaves exclamaciones de desesperanza y confusión espiritual, y las barreras estilísticas son finalmente ignoradas. Del death metal melancólico a la añoranza pura, frágil y sincera. El primero extremo y real en apariencia, la segunda teoréticamente blanca y accesible. Pero la verdad es otra, y la oscuridad del alma puede presentarse bajo diferentes colores sin que esto implique que alguno de ellos sea más o menos deshonesto que otro. Katatonia constituye un compendio de exquisitas contradicciones, algunas crudas y toscas (las primeras) y otras finas y sofisticadas [desde el controversial “Discouraged Ones” (1998) en adelante]. Y en tales discrepancias radica aquello que convierte a esta importante e influyente agrupación sueca en una entidad viva, sensible y fascinante.

“Brave Yester Days” honra y revaloriza el ayer de Katatonia bajo el formato de un compilado doble en versión digi-pack. Ambas placas cubren el período que abarca desde 1992 a 1998, permitiendo claramente atestiguar las considerables (drásticas, para algunos) diferencias estilísticas durante el transcurso de los años, desde el sufrimiento barroco a las innumerables variaciones sobre el mismo riff hipnótico. El primer disco (73:21) incluye el demo “Jhva Elohim Meth” (1992, cuya rusticidad recuerda a los primeros trabajos de Tiamat) en su totalidad, dos tracks [“Gateways Of Bereavement” y “Velvet Thorns (Of Drynwhyl)”] extraídos del clásico debut “Dance Of December Souls” (1993), los dos tracks (“Black Erotica” y “Love Of The Swan”) que el grupo grabara para el compilado “WAR Compilation, Volume One” (1995), y el Mini-CD “For Funerals To Come” (1994). El segundo disco (57:03) incluye dos tracks de “Brave Murder Day” (1997, “Murder” y “Rainroom”, en los que participa Mikael Akerfeldt de Opeth como vocalista invitado), más los Mini-CD´s “Sounds Of Decay” (1997, también con Akerfeldt) y “Saw You Drown” (1998), ambos registrados en los legendarios Sunlight Studios.

El lanzamiento posee como principal objetivo al público estadounidense (país en el cual los discos arriba mencionados nunca fueron editados ni distribuidos), pero los coleccionistas probablemente se vean tentados por el precio de álbum simple y la oportunidad de recolectar estas rarezas de la primera etapa del grupo bajo un único y lujoso envoltorio (que hace juego con el arte de tapa de “Brave Murder Day”).

Thursday, September 01, 2011

KATATONIA “Last Fair Deal Gone Down” (Peaceville, 2001)



Para Katatonia existe un antes y un después de “Discouraged Ones” (1998). Antes, la oscuridad reinaba suprema merced a guitarras introspectivas que arrumaban hipnóticamente los sentidos y a la extremidad inherente de vocalizaciones desgarradas y ritmos igualmente salvajes. Por tal motivo, dentro del metal sueco existe, asimismo, un antes y un después de “Brave Murder Day” (1996). Hoy, la oscuridad continúa presente -acaso más que nunca-, pero se trata de una variante refinada, de voces calmas y melodías sumamente conmovedoras, claustrofóbica por momentos, y definitivamente interesada en negros un tanto más contemporáneos. En efecto, trazar paralelos entre el actual sonido del grupo y, digamos, Radiohead, no resulta un intento descabellado. Pero las influencias se remontan, de similar forma, a tiempos y costumbres pasadas: de la experimentación psicodélica estilo Pink Floyd al rock tradicional de los ’70, Katatonia extrae sus matices de una paleta exquisita. Bandas como Anathema comenzaron a transitar caminos similares recientemente, y en ambos casos los frutos consecuentes justificaron con creces cualquier tipo de riesgo o concesión. El primer reflejo sería relacionar los resultados con el pop y aproximaciones semejantes a una propuesta marcadamente accesible. “Teargas”, por ejemplo, es condenadamente pegadiza, uno de esas canciones que se escuchan 48 veces por día, pero tras la aparente etiqueta de “extremadamente apta para la radiodifusión masiva“ se esconde una de las piezas más emotivas y honestas que haya escuchado en toda mi vida. “Last Fair Deal Gone Down” sencillamente merece -no, demanda- las escuchas repetidas. Las diferencias entre el anterior “Tonight´s Decisión” (1999) no son tantas ni tan drásticas como las experimentadas una vez editado “Discouraged Ones”, es cierto, pero como ocurre con los también suecos Opeth (de hecho, ambas bandas supieron compartir miembros en el pasado), el sonido de Katatonia es inconfundiblemente único, y actualmente consiguió alcanzar alturas tan bellas como impensadas. Las guitarras continúan siendo hipnóticas, pero el riesgo de caer en la monotonía quedó definitivamente reemplazado por un tesoro de sutilezas y climas dramáticos. Los descorazonados de siempre atraviesan su período depresivo más crítico hasta la fecha, pero en el camino se las arreglaron para editar acaso su obra definitiva. Para Katatonia, sufrimiento y arte van de la mano.