Thursday, September 01, 2011

KATATONIA “Last Fair Deal Gone Down” (Peaceville, 2001)



Para Katatonia existe un antes y un después de “Discouraged Ones” (1998). Antes, la oscuridad reinaba suprema merced a guitarras introspectivas que arrumaban hipnóticamente los sentidos y a la extremidad inherente de vocalizaciones desgarradas y ritmos igualmente salvajes. Por tal motivo, dentro del metal sueco existe, asimismo, un antes y un después de “Brave Murder Day” (1996). Hoy, la oscuridad continúa presente -acaso más que nunca-, pero se trata de una variante refinada, de voces calmas y melodías sumamente conmovedoras, claustrofóbica por momentos, y definitivamente interesada en negros un tanto más contemporáneos. En efecto, trazar paralelos entre el actual sonido del grupo y, digamos, Radiohead, no resulta un intento descabellado. Pero las influencias se remontan, de similar forma, a tiempos y costumbres pasadas: de la experimentación psicodélica estilo Pink Floyd al rock tradicional de los ’70, Katatonia extrae sus matices de una paleta exquisita. Bandas como Anathema comenzaron a transitar caminos similares recientemente, y en ambos casos los frutos consecuentes justificaron con creces cualquier tipo de riesgo o concesión. El primer reflejo sería relacionar los resultados con el pop y aproximaciones semejantes a una propuesta marcadamente accesible. “Teargas”, por ejemplo, es condenadamente pegadiza, uno de esas canciones que se escuchan 48 veces por día, pero tras la aparente etiqueta de “extremadamente apta para la radiodifusión masiva“ se esconde una de las piezas más emotivas y honestas que haya escuchado en toda mi vida. “Last Fair Deal Gone Down” sencillamente merece -no, demanda- las escuchas repetidas. Las diferencias entre el anterior “Tonight´s Decisión” (1999) no son tantas ni tan drásticas como las experimentadas una vez editado “Discouraged Ones”, es cierto, pero como ocurre con los también suecos Opeth (de hecho, ambas bandas supieron compartir miembros en el pasado), el sonido de Katatonia es inconfundiblemente único, y actualmente consiguió alcanzar alturas tan bellas como impensadas. Las guitarras continúan siendo hipnóticas, pero el riesgo de caer en la monotonía quedó definitivamente reemplazado por un tesoro de sutilezas y climas dramáticos. Los descorazonados de siempre atraviesan su período depresivo más crítico hasta la fecha, pero en el camino se las arreglaron para editar acaso su obra definitiva. Para Katatonia, sufrimiento y arte van de la mano. 

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