Monday, December 19, 2011

EMPEROR “Prometheus, The Discipline Of Fire And Demise” (Candlelight, 2001)



Emperor no es black metal. Emperor fue black metal, unos pocos años atrás, e incluso representó uno de los pilares fundamentales del género durante su actualización contemporánea. El pico creativo del ayer negro se llama “Anthems To The Welkin At Dusk”, y el hoy se presentó grisáceo a partir de “IX Equilibrium”. La diversidad de matices estilísticos que ello implica constituye la razón de ser de “Prometheus, The Discipline Of Fire And Demise”, acaso una versión perfeccionada y expandida de su predecesor, notoriamente más compleja e intencionalmente enmarañada. Emperor fue black metal y hoy es simplemente Emperor. Tómalo o déjalo. 

“Thorns On My Grave” es black metal, pero al estilo Emperor modelo 2001. “Prometheus, The Discipline Of Fire And Demise” es una obra difícil de principio a fin, y por ende asombrosa en sus múltiples aristas. Todas las etapas previas del grupo están presentes de una u otra forma, desde “In The Nightside Eclipse” a la fecha, distribuidas y entrelazadas con la propuesta actual a lo largo de 52 fascinantes minutos. Las influencias de Morbid Angel y el death metal técnico pueden apreciarse en los parámetros rítmicos de Trym, e Ihsahn continúa tratando de imitar a King Diamond (o, según él mismo, Rob Halford) en diversos pasajes, una vez más de forma inútil. La habilidad del cantante/guitarrista/bajista/tecladista -y, en este caso, exclusivo compositor- para construir o destruir una canción resulta sorprendente. En “The Eruption”, un clavicordio artificial y endeble (00:18 a 1:06) le sede el paso a uno de los riffs más logrados y asesinos de la historia del grupo (1:24 a 1:33) para aprobar la intransigencia a partir de 2:28 y repetir torpemente la confusión hasta el último segundo. 

De alguna forma, “Prometheus, The Discipline Of Fire And Demise” es también Emperor en versión Peccatum; una suerte de secuela violentada de los resultados obtenidos en el multicolor “Amor Fati” (prestar atención, por ejemplo, a los violines sintetizados de “Empty” o el interludio de “The Tongue Of Fire). La ambición por hacer de la placa un paso adelante en la batalla contra los límites del metal negro puede apreciarse a cada instante, ya sea favorable o perjudicialmente. Pocos experimentos surgidos del  frío nórdico poseen un trabajo de guitarras tan intenso. Y cuando Ihsahn y cía. consiguen traducir sus ideas de forma fructífera al plano musical no hay ciclón ni mafia que pueda detenerlos. “In The Worldless Chamber” evoca panoramas que se extravían en horizontes cinematográficos y no tiene desperdicio. La citada “Thorns On My Grave” recuerda viejos tiempos y despide al álbum -y, tras las recientes declaraciones, a la banda misma- en un estallido triunfal de violencia sinfónica. Y el resto del material atrapa, seduce, desconcierta y emociona de manera similar. Emperor nunca antes fue tan Emperor como en “Prometheus, The Discipline Of Fire And Demise”, y al mismo tiempo nunca resultó tan desconocido... tan personal e impredecible. El tiempo decidirá si este es efectivamente un adiós... o un nuevo comienzo.

No comments: