En realidad el disco es una suerte de compilado en la que diversos clásicos del compositor italiano son interpretados principalmente en piano, flauta, cello y viola por dos orquestas romanas, dirigidas por Morricone. Las melodías son las mismas de siempre (están, por supuesto, las de “Once Upon A Time In The West”, “The Mission”, “Cinema Paradiso” y “Metti Una Sera A Cena”, por ejemplo), pero también hay piezas de bienvenida rareza como “Il Maestro E Margherita”, “Il Deserto Dei Tartari”, “Romanza” y “Il Prato”, todas “re-arregladas” en base a los instrumentos arriba mencionados y sin intervención de voces (un ingrediente distintivo en la música de Ennio). Lo increíble es comprobar cuán verdadero es aquello de que “una buena melodía va a sonar bien sin importar en qué contexto se la toque”. Las melodías de Morricone son inmortales, no caben dudas, y en este CD se las puede apreciar en un marco un tanto más “desnudo”, frágil y emotivo. La grabación es impecable, y cada golpe de tecla, cada frotar de las cuerdas, cada cadencia en el vaivén de las notas, es capturada de manera exquisita.
Lo mejor, no obstante, o al menos lo que realmente justifica la compra del CD, es el compilado en el segundo disco de cinco breves composiciones que Morricone compuso exclusivamente para piano y no se encuentran vinculadas a ningún soundtrack o película. En otras palabras: cinco tracks en los que Morricone el genio musical del cine tiene la oportunidad de demostrarnos que también es, ante todo, Morricone el genio musical.
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