Tuesday, June 21, 2011

AZRAEL “Into Shadows, Act I: Denial” (Moribund Records, 2003)


Cómo se dan vuelta las cosas. La península escandinava continúa siendo una fuente inagotable de música extrema y oscura, pero la cantidad de lanzamientos que producen efecto duradero alguno o ameritan verdadero interés decrece año a año. En Estados Unidos, por el contrario, el panorama con respecto al black metal se presenta considerablemente más auspicioso. Aquellos que consideren que el “true black metal” tiene que provenir de Noruega jamás aceptarían a agrupaciones como Judas Iscariot, Wind Of The Black Mountain, Leviathan o Shroud Of Despondency, cuyos trabajos más recientes, sin embargo, consiguieron involucrarme de manera más profunda que las últimas andanzas de Dark Throne, por citar un ejemplo lo más icónico posible. Azrael se incorpora a la lista con un debut tan promisorio como ambicioso: una obra doble de entregas separadas titulada “Into Shadows”. Este primer "acto" (“Act I: Denial”) del dúo (“Algol” y “Lord Samaiza”) proveniente de Minnesota explota al máximo los límites del black metal más grim, marchito, lacerante y misantrópico imaginable (las ultra-necro y ultra-noruegas “Holiness Embodiment” y “Unseen Emptiness” constituyen los paradigmas principales del álbum), y al mismo tiempo evidencia un deseo pro-exploración que deriva en extensos pasajes atmosféricos (algunos de los cuales consiguen incluso inquietar genuinamente), cambios de ritmo constantes, y un tratamiento un tanto avant-garde (para los cánones ortodoxos de un sub-género adentro de un sub-génro como lo es el “grim black metal”) de guitarras y bajo. La indiferente frialdad es absoluta e inquebrantable, tan estoica como el desaforo característico del estilo y el rigurosamente pavoroso sonido, aunque la (¿evitable?) batería programada desmerece parte del corolario. Y no obstante, “Into Shadows, Act I: Denial” constituye una obra que requiere de indagación y paciencia. De Burzum a Ved Buens Ende, y de Carpathian Forest a Bethlehelm, las referencias y coordenadas que Azrael entrevera son profusas y disímiles. Una suerte de “grim black metal para pensar”, por más contradictoria que la afirmación resulte.

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