Thursday, June 09, 2011

BORKNAGAR “Epic” (Century Media Records, 2004)


No se confundan. “Épico” no es precisamente el adjetivo que uno utilizaría para describir a “Epic” [ese término sería más apropiado para distinguir las virtudes del apoteótico “The Olden Domain” (1997)], pero este sexto larga duración de Borknagar ofrece tal majestuosidad en su rango de texturas estilísticas y el caudal armónico de su instrumentación, que el ahora cuarteto se desenvuelve en acaso toda una nueva acepción del vocablo. Lo verdaderamente “épico” de “Epic” se percibe en el torrente de sus aspiraciones. Borknagar y el black metal siempre estuvieron ceñidamente conectados, pero la propuesta de este “súpergrupo” noruego (que originalmente incluyó a miembros -pasados y presentes- de Ulver, Arcturus, Gorgoroth, Immortal, Enslaved y Dimmu Borgir, entre otros, y hoy se conforma por integrantes de Spiral Architect, Solefald y Vintersorg, siempre liderados por Oystein G. Brun) trasciende lo negro y desafía la monotonía actual de las vertientes extremas con un calidoscopio de melodías y arreglos sumamente heterogéneos. Vintersorg sencillamente desconoce contendientes y en cada álbum expande aún más sus posibilidades. El estribillo de la memorable “Traveller”, por ejemplo, ametralla con gritos, rugidos y entonaciones melódicas que colisionan en una plática que extasía los oídos, permitiéndoles visualizar impensados paisajes, mientras que los coros y los chillidos de “Resonance”, “Cyclus” y la hermosa “The Wonder” nos recuerdan que estamos escuchando al mismo artista responsable de los célebres “Ödemarkens Son” (1999) y “Till Fjälls” (1998). Garm personificaba la gloria, Simen Hestnaes irradiaba distinción, pero Vintersorg se apodera por completo de las canciones y se presenta como el primer cantante de Borknagar sin pretensiones de opacar al resto de los músicos. Los patrones rítmicos de Asgeir Mickelson (acaso la incorporación más destacable en esta siempre cambiante entidad) obedecen y exceden los criterios de lo progresivo, lo folklórico, lo sinfónico (ingrediente acentuado por los teclados de Lars A. Nedland, otro formidable eslabón), y lo jazzero. Excéntricos pero fascinantemente coherentes, sus golpes recorren platillos, bombos y redoblante en un constante ballet de hazañas percusivas. Con dos miembros menos que de costumbre (Jens Ryland y Tyr ya no son de la partida) y uno de ellos haciendo doble trabajo (Mickelson también se encarga del bajo en esta oportunidad), Borknagar suena hoy como una banda propiamente dicha, sólida, desprejuiciada y valiente. 

“Epic” constituye la continuación lógica de “Empiricism” (2001) pero, al mismo tiempo, desarrolla conceptos similares de una forma un tanto más densa, expansiva y orgánica. Los blast-beats cobran velocidad sin previo aviso, una y otra vez, pero momentos más tarde suelen derivar en interludios que detienen la efervescencia de adrenalina y, en algunas instancias, perjudican la consistencia de las canciones. Los instrumentales (una constante en la discografía del grupo que sólo consiguió sobresalir en el debut homónimo de 1996) contribuyen al sutil debilitamiento y agregan minutos a un trabajo cuyo fluir se hubiera beneficiado con su ausencia. “Future Reminiscence” abre la placa y se ubica a la altura de “The Genuine Pulse” (de “Empiricism”) o “The Age Of Oden” (de “The Olden Domain”) como nuevo clásico instantáneo, aunque su reiterado desacelerar disminuye levemente el estallido de entusiasmo. “Epic” pareciera querer demostrar que en Borknagar no existe lugar para lo predecible, pero la alternativa de complejidad laberíntica puede tornarse un arma de doble filo. Estamos, sin duda alguna, ante la obra más demandante e instrumentalmente excepcional del grupo (inflexiones vocales incluidas), aunque probablemente no la que amerite un mayor número de escuchas repetidas (otro galardón que le corresponde a “The Olden Domain”, acaso una placa que la banda nunca podrá igualar en materia de dramatismo eufórico). No obstante, “Epic” supera ampliamente al anémico “Quintessence” (2000) y, si bien su duración es un tanto más extensa, podría ubicarse al mismo nivel que “The Archaic Course” (1998). Y eso, hay que aclararlo, es decir bastante. Porque “épicos” o no, Borknagar continúa editando proezas. 

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