Monday, May 09, 2011

FEAR OF ETERNITY “Toward The Castle”/ “Spirit Of Sorrow” / “Ancient Symbolism” (Moribund Records, 2005/2006)





El black metal y el cine y la literatura de horror, directa o indirectamente, siempre estuvieron emparentados. De alguna forma, dichas manifestaciones artísticas concentran su atención en las múltiples aristas de los extremos de la condición humana; aquello que nos fascina y seduce de los peligros y los misterios inherentes a nuestros rincones oscuros, nuestros temores y debilidades. Explicar el porqué de esta atracción no es tarea sencilla y de hecho podría demandar volúmenes enteros de elucidaciones pseudo-psicológicas que terminarían indefectiblemente por contradecirse a sí mismas. La más antigua y poderosa emoción de la humanidad es el miedo, y la clase más antigua y poderosa de miedo es el miedo a lo desconocido”, explica H.P. Lovecraft en su “El Horror Sobrenatural En La Literatura”, para luego exponer que, como seres humanos, tal miedo hacia lo desconocido “roza la fascinación”. Algo de eso hay justamente en el efecto que Fear Of Eternity, proyecto unipersonal del italiano Andrea Tilenni (ex baterista de Sinoath) surte enigmáticamente en el oyente. El suyo podría definirse como una suerte de black metal sereno, aplacado y etéreo, focalizado de forma exclusiva en la atmósfera resultante de una sucesión extremadamente sencilla de notas, y desprovisto del factor estridente tan característico del género. Son estas particularidades las que permiten trazar comparaciones entre Fear Of Eternity y los soundtracks de filmes de horror de compositores coterráneos a Tilleni, como Fabio Frizzi, Claudio Simonetti, Walter Rizzati, Riz Ortolani, Bruno Nicolai, Alessandro Alessandroni, Gianni Ferrio  y, por supuesto, Goblin, una agrupación especializada en bandas de sonido cuyos orígenes y verdadera alma se encuentran, empero, en el rock progresivo y sinfónico, sumamente influyente en lo que al metal italiano respecta (los mismísimos Rhapsody incluso grabaron un par de covers). Una vez más, el cine de horror y la música cruzan caminos. El clima de angustia abstracta y metafísica de filmes como “L´Aldilá”, “Suspiria”, “Profondo Rosso” o “Quella Villa Accanto Al Cimitero”, por nombrar tan sólo algunos ejemplos relativamente conocidos entre los seguidores del cine de culto italiano, pareciera ser constantemente recreado por Tilenni a través de un modesto conjunto de teclados (sí: la batería es programada) y un sistema de grabación inocultablemente hogareño. Aquí no hay blast-beats, guitarras chillonas o desaforos barbáricos (aunque sí vocalizaciones grim y berrinches de varios ímpetus), y sin embargo las composiciones de Fear Of Eternity demandan ser, bajo toda circunstancia, consideradas como “extremas”. El sentido común, no obstante, dictaría que los ingredientes expuestos y, más importante aún, la manera en la que son expuestos (precaria, torpe por momentos), deberían rechazar lisa y llanamente cualquier intento de análisis o elogio. Muchos probablemente “no entiendan” a Fear Of Eternity, o no consigan “tomarse en serio” a la propuesta de un intérprete acaso más interesado en los efectos que su música produce en lugar de en la música misma. Pero sea como sea, Tilenni se las arregla, limitados como son sus recursos compositivos e interpretativos, para excitar nuestra imaginación y permitirnos conectar con lo inexplicable, lo impenetrable y lo indescriptible. Y el resultado es puramente mágico.

Como suele ocurrir con la gran mayoría de los proyectos unipersonales (y “caseros”) de black metal, Fear Of Eternity pareciera editar un álbum detrás de otro sin intenciones de frenar la racha. En el último año vieron la luz “Toward The Castle”, “Spirit Of Sorrow” y  “Ancient Symbolism” (todos ellos de larga duración, promediando los 45 minutos), y otros dos trabajos aparecieron en el 2007. “Toward The Castle” sería la más rudimentaria de las tres obras, mientras que “Ancient Symbolism” ofrece una mayor cuota de variedad estructural, si bien los paisajes de desolación y desánimo se mantienen estrictamente inalterables. Todo es blanco y negro en el universo de Fear Of Eternity. Su ennui es omnipresente y se hace palpable de manera instantánea. “Spirit Of Sorrow”, por su parte, es el más “cinematográfico” de todos, pero en el sentido, digamos, de la “Clase B” para abajo, por supuesto. Piezas como las patéticamente conmovedoras “Staring At The Dark”, “Sad Dreams” o “Tormented Hearts”, por ejemplo, parecieran sacadas de alguna película imaginaria que Lucio Fulci, Sergio Martino o Umberlo Lenzi bien pudieron haber dirigido a fines de los ´70 o comienzos de los ´80, mientras que “Atrocious Pain” (“Dolor Atroz” es, seguramente, lo que muchos experimentarán cuando la escuchen), en cambio, destila semejantes cuotas de melodrama y pantomima que casi podría hacerse pasar como una especie de bizarra cortina sonora de alguna telenovela criolla de Alberto Migré. Es sólo un rejunte de melodías baratas en un contexto de horror y penumbra, sí... ¡pero cómo me gusta!

Los tres discos exploran similares panoramas y, hay que reconocerlo, es probable que constituyan la consecuencia espontánea de meras improvisaciones que a Tilenni se le antojen durante alguna noche de insomnio, o tras una sobredosis de cinefilia bizarra. El procedimiento debe ser siempre el mismo: Idea musical de tres notas le viene a la cabeza, las tres notas se repiten una y otra vez pero en diferentes intensidades y velocidades, la idea se registra mediante un teclado doméstico conectado al rígido de la PC del dormitorio de Tilenni, el registro se moldea levemente, se agregan más colchones de teclados, Tilenni vocifera alguna oda a la misantropía encima de todo eso, se aprieta “guardar como” y listo. Primer track terminado. Tiempo total: unos 20 minutos, a lo sumo. Repetir. Modificar levemente la melodía principal, usando por supuesto las mismas notas. Agregar siempre la misma base de batería. Revisar. Listo. “Guardar Como”. Mandar e-mail al presidente de Moribund Records. “¡Ya tengo otro disco terminado!”. Listo. Tiempo total: un viernes por la noche, hora más, hora menos. A lo mejor un sábado por la madrugada. Llega la respuesta del presidente de Moribund, que también está en su casa a esa hora. “Mandálo que lo sacamos la semana que viene. Total, sólo imprimimos unas dos mil copias (más no se puede pretender... después de todo, ¿quién cuernos puede disfrutar de semejante cosa?), le metemos una tapa en blanco y negro de algo que no se pueda descifrar, le hacemos un poco de prensa al asunto diciendo que sos un músico muy misterioso, misantrópico (faltaría más) y recluido que nunca sale a la calle porque se la pasa viendo películas de terror del año del pelo, y ¡pum! ¡Black metal “de culto” instantáneo!”. Nunca falla.

Pero hay que leer entre líneas. Fear Of Eternity representa mucho más que una misma melodía de esas que te enseñan en primer grado, interpretada en un órgano Casio de no más de 300 pesos. Algo ocurre al experimentar a Fear Of Eternity; una atracción tan mórbida como hermosa, un embrujo irresistible, un detonante inadvertido que activa engranajes grotescamente placenteros de nuestra psique. Hay aquí algo que tal vez está más allá de lo meramente musical, más allá de la simpleza o la complejidad instrumental, más allá de un análisis ordinario. Algo tan básico como el miedo. En otras palabras, la consecuencia de la manifestación sonora del “miedo a lo desconocido”, o, precisamente, el “Miedo De La Eternidad”. Y, por lo tanto, algo universal que sólo un lenguaje igualmente universal (es decir, la música) puede conseguir transmitir con éxito. Deberíamos concluir, entonces, que a través de Fear Of Eternity, Tilenni, queriendo o no, le habla a nuestros instintos más primordiales y esenciales. A aquello que nos define. Y el que quiera escuchar de forma detenida, dejando de lado la superficialidad de las apariencias y la irrelevancia de las limitaciones técnicas, comprenderá por qué toda esta cuestión no sólo es en extremo importante, sino también elementalmente vital. Tan vital como el miedo a la muerte. 

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